Reflexiones reveladoras desde Davos sobre el futuro de la Tierra.
En una reciente declaración tras su participación en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Jane Goodall, la renombrada fundadora del Instituto Jane Goodall, compartió sus profundas reflexiones sobre la urgente necesidad de esperanza, inspiración y acción para preservar nuestro planeta.
Goodall, cuya experiencia se forjó durante años de estudio en la selva, resalta la interconexión vital entre todas las formas de vida. Ilustra este delicado equilibrio como un hermoso tapiz de formas de vida entrelazadas, advirtiendo que la acción humana desenfrenada está deshilachando este tapiz y llevando a la ruina los ecosistemas.
La experta recalca que los humanos no pueden separarse del mundo natural, dependiendo para su sustento de la tierra, el agua y los ecosistemas saludables. Sin embargo, el desarrollo egoísta y materialista amenaza estos fundamentos. Goodall aboga por una nueva mentalidad, un cambio de paradigma.
En su experiencia de viajar y dialogar con diversas audiencias, desde niños hasta líderes empresariales y políticos, Goodall destaca la necesidad de llegar a los corazones de las personas para inspirar un cambio. Cuenta cómo, al contar historias, ha logrado impactar a aquellos con influencia, como el director ejecutivo de una multinacional que, motivado por las palabras de su hija de 10 años, se comprometió a hacer su empresa más ética y sostenible.
La primatóloga y activista subraya la urgencia de abordar los problemas de manera holística, reconociendo las interconexiones entre los desafíos ambientales, sociales y políticos. Destaca la importancia de la acción colectiva, elogiando los esfuerzos de diversas organizaciones y la resiliencia de la naturaleza para renovarse.
Goodall deposita su mayor esperanza en la juventud, destacando iniciativas como el programa Raíces & Brotes, que ha crecido desde 12 estudiantes en Tanzania a involucrar a jóvenes de 70 países. Además, apunta a soluciones innovadoras y tecnológicas, como la captura de carbono y las energías renovables, pero insiste en que proteger la naturaleza es la clave para evitar el desastre.
En un llamado apasionado, Jane Goodall insta a la acción inmediata y a la colaboración global. Reconoce que se conocen las soluciones para combatir el cambio climático, pero cuestiona si existe la voluntad necesaria. Finalmente, invita a todos a unirse a la causa, afirmando: «Juntos podemos, juntos lo conseguiremos, juntos debemos salvar el mundo».
En una reveladora anécdota, Jane Goodall comparte una experiencia reveladora mientras dialogaba con directores ejecutivos en Singapur. Uno de ellos, al frente de una gran empresa multinacional, expresó su lucha de ocho años por transformar su compañía en un ente sostenible y ético a nivel global.
El directivo destacó tres motivos cruciales para impulsar la ética empresarial. En primer lugar, reconoció las señales evidentes de que la humanidad está consumiendo los recursos naturales a un ritmo insostenible en diversas regiones del mundo. La segunda razón se vincula con la presión creciente de los consumidores, quienes, cada vez más conscientes, cuestionan la ética detrás de la producción: ¿por qué un producto es económico?, ¿se basa en salarios injustos?, ¿implica explotación laboral?, ¿causa daño ambiental?, ¿maltrata a los animales? La tercera y más conmovedora razón para este cambio fue cuando su hija de 10 años, al regresar de la escuela, cuestionó a su padre sobre el impacto ambiental de sus acciones, declarando: «Papá, me están diciendo que lo que estás haciendo está dañando el planeta. Eso no es cierto, ¿verdad? Porque es mi planeta». Este llamado desde la inocencia infantil conmovió al director y lo impulsó a replantear su enfoque empresarial.
En medio del caos global, Goodall reflexiona sobre la atención mediática centrada en conflictos políticos y sociales, como las guerras en Gaza y Ucrania. Aunque reconoce la desesperación al pensar en la tragedia humana, destaca que no debemos descuidar la urgencia climática, ya que afecta directamente a las generaciones futuras.
Este relato subraya la importancia de la responsabilidad empresarial y cómo las decisiones individuales pueden tener un impacto significativo en la sostenibilidad y ética globales. La historia ilustra cómo la conciencia personal, guiada por la preservación del planeta para las futuras generaciones, puede impulsar cambios profundos en el mundo corporativo.
Una llamada a la colaboración global
Jane Goodall pinta un poderoso retrato de la situación actual de la humanidad, describiéndola como parada en la boca de un túnel largo y oscuro. Al final de este túnel, visualiza una pequeña estrella que representa la esperanza, pero advierte que quedarse pasivos no cambiará nada. La solución, según Goodall, implica arremangarse, trepar, arrastrarse y superar los obstáculos que amenazan el bienestar del planeta.
Enumerando desafíos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del suelo y del océano, así como la pobreza, Goodall destaca la conexión entre estos problemas y la necesidad de abordarlos de manera integral. Menciona la tendencia lamentable de abordar problemas de forma aislada, sin considerar las consecuencias holísticas.
La buena noticia, señala, es la existencia de grupos y personas comprometidas que abordan cada uno de estos problemas. Sin embargo, lamenta que a menudo trabajen de forma aislada y no holística. Ilustra esto con un ejemplo: cerrar una mina de carbón para abordar las emisiones de CO2 sin considerar las consecuencias para los empleados, sumiéndolos en una pobreza más profunda.
Goodall enfatiza la urgencia de la colaboración y la acción inmediata. Reconoce el papel positivo de muchas grandes empresas que crean redes y generan inspiración. Subraya que aunque existan intenciones y compromisos para reducir emisiones, es vital pasar de las palabras a la acción.
Su mayor esperanza radica en la juventud actual, recordando que en 1991 se encontró con jóvenes desesperanzados y enojados. Les instó a no creer que todo estaba perdido y enfatizó la ventana de tiempo que aún tenían para generar un cambio. Destaca el programa Raíces & Brotes del Instituto Jane Goodall como un ejemplo tangible, donde los jóvenes de todo el mundo se unen para abordar proyectos que benefician a las personas, animales y al medio ambiente, reconociendo la interconexión de estos elementos.
En última instancia, Goodall hace un llamado a la acción colectiva, recordándonos que, al unirnos y actuar ahora, podemos construir un futuro más sostenible y esperanzador.
Esperanza a través de la Naturaleza, la innovación y el espíritu humano
Jane Goodall, Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, comparte sus razones para albergar esperanza en medio de los desafíos ambientales y sociales actuales. Destaca a los jóvenes como su principal fuente de optimismo, reconociendo su capacidad para generar cambio y abrazar la sostenibilidad.
La resiliencia de la naturaleza también figura entre sus razones para la esperanza. A pesar de la destrucción humana de ecosistemas completos, Goodall sostiene que, con tiempo, la naturaleza puede regenerarse. Expone la posibilidad de dar una segunda oportunidad a animales al borde de la extinción, resaltando la importancia de preservar la diversidad biológica.
El desarrollo explosivo del intelecto humano se presenta como otra razón alentadora. Goodall reflexiona sobre la inteligencia y sensibilidad de otros animales, subrayando que la ciencia moderna nos brinda soluciones innovadoras, como la captura de carbono y las energías renovables. Aboga por un mayor enfoque en estas soluciones tecnológicas que fomentan una convivencia armoniosa con la naturaleza.
La capacidad de la naturaleza para protegerse a sí misma a través de ecosistemas como bosques, océanos, bosques de algas y humedales se destaca como una estrategia eficaz contra el cambio climático. Goodall insiste en que estas soluciones naturales son más económicas que las tecnológicas y transmite este mensaje en el Foro Económico Mundial en Davos.
Finalmente, Goodall encuentra esperanza en el indomable espíritu humano. Celebra a aquellos que enfrentan lo aparentemente imposible con determinación y éxito. Al describir momentos inspiradores de sus programas Raíces & Brotes, donde grupos de todo el mundo se unen para abordar desafíos locales, destaca el lema «Juntos podemos» como una expresión poderosa de la capacidad humana para generar cambio.
Goodall concluye su mensaje con un llamado a la acción colectiva, recordando que, aunque entendemos las medidas necesarias para combatir el cambio climático, la voluntad de implementar esas soluciones a menudo se ve obstaculizada. Invita a ciudadanos, gobiernos y líderes a hacer pequeñas concesiones y unirse para salvar el mundo, enfatizando que aún hay una ventana de tiempo para la acción.
Este poderoso mensaje de la Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas resuena como una llamada tipo ultimatum a la acción frente a la crisis ambiental y social que enfrentamos en el mundo actual.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «El mayor peligro para nuestro futuro es la apatía», Jane Goodall, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 24 noviembre, 2023. Raíces & Brotes del Instituto Jane Goodall: Un Movimiento Global de Jóvenes Actuando por el Planeta.
2— culturavegana.com, «Palabras de Jane Goodall», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 19 septiembre, 2023 | Publicación: 3 enero, 2023. Deseo que disfrutéis de las fiestas y comencéis el 2023 inspirados para aportar vuestro granito de arena para hacer de éste un mundo más sostenible.
3— culturavegana.com, «El libro de la esperanza», Jane Goodall, Editorial Cultura Vegana, Última edición: 26 enero, 2022 | Publicación: 21 enero, 2022. Una guía de supervivencia para tiempos difíciles. El mundo necesita más que nunca un manifiesto para la esperanza.
4— Web del Instituto Jane Goodall
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