La industria de la moda vive una de sus transformaciones éticas más relevantes en décadas.

Vogue, la revista más influyente del sector desde su fundación en 1909, ha confirmado que dejará de mostrar pieles de origen animal en todo su contenido editorial y publicitario. La medida se inscribe en las nuevas directrices de sostenibilidad de Condé Nast, grupo editorial que también publica The New Yorker, GQ, Vanity Fair o WIRED, y supone un cambio de rumbo con fuertes implicaciones éticas, culturales y económicas.
Un giro sustentado en nuevas políticas de responsabilidad corporativa
En un comunicado reciente, Condé Nast ha declarado:
“En ninguna de nuestras publicaciones utilizamos pieles de animales en contenido editorial ni en publicidad. Nuestras directrices reconocen excepciones específicas, incluidos los subproductos de la agricultura de subsistencia y las prácticas indígenas”.
Condé Nast
El matiz es relevante: la prohibición es total en moda comercial, pero se contempla la representación cultural de comunidades cuyo uso de pieles responde a prácticas tradicionales de subsistencia, no a la industria peletera global.
Este movimiento sigue la estela de otras decisiones del sector —como las de Gucci, Prada o Armani— y responde a una lectura cada vez más clara: la moda del futuro debe alinearse con criterios de bienestar animal, sostenibilidad y responsabilidad social.
Del símbolo de estatus al declive cultural: una breve historia del auge y caída de las pieles en la moda
Durante siglos, las pieles fueron sinónimo de poder, linaje y riqueza. Visones, zorros, martas cibelinas o armiños se reservaban para la realeza europea, mientras que Norteamérica, desde el siglo XVII, se convertía en un eje comercial clave para su producción. Su presencia en el vestuario de élites sociales consolidó la idea de que la piel animal era un símbolo de distinción.
El salto definitivo a la industria moderna llegó en el siglo XIX, cuando los diseñadores empezaron a incorporar pieles de forma sistemática en sus colecciones. El mensaje cultural que transmitían era inequívoco. De hecho, en 1929 Vogue publicaba una frase que hoy parece casi irónica a la luz de su reciente decisión:
“Prescinde de las joyas, del dinero de bolsillo o de la ropa de diario, aconseja Vogue, pero nunca intentes escatimar en pieles. Porque la piel que lleves revelará a todo el mundo la clase de mujer que eres y el tipo de vida que llevas”.
Vogue, 1929
Las pieles se afianzaron también en el imaginario del glamour gracias al Hollywood clásico. A mediados del siglo XX, abrigos, estolas y cuellos forrados aparecían en decenas de películas, reforzando un ideal de elegancia asociado a la élite cinematográfica. Mientras tanto, las pieles sintéticas intentaban hacerse un hueco desde principios del siglo XX, aunque sin competir realmente con el prestigio que otorgaba la piel animal.
La transformación empezó a fraguarse décadas más tarde. El verdadero punto de inflexión llegó en los años 80, con el nacimiento de PETA y una oleada de investigaciones que revelaron al público la realidad de las granjas peleteras. Las campañas protagonizadas por celebridades —muchas de ellas convertidas en iconos culturales— lograron algo inédito: poner en cuestión el glamour asociado a un producto históricamente intocable.
A partir de los años 90, marcas como Calvin Klein anunciaron que abandonarían completamente las pieles. Este gesto, impensable décadas antes, abrió la puerta al concepto de “moda sin pieles”, que fue ganando legitimidad y respaldo en la industria.
Hoy, el anuncio de Condé Nast se inscribe en esa evolución. Para Tracy Reiman, presidenta de PETA:
“Vogue por fin ha recibido el memorando de que ‘la piel ha muerto’. PETA inició el movimiento contra la atrozmente cruel industria peletera en los años 90, lo que llevó a los principales diseñadores a deshacerse de las pieles y al cierre de las inmundas granjas peleteras a escala mundial. Ahora, es el momento de que editores, diseñadores y minoristas evolucionen también más allá de presentar y promocionar el cuero”.
Tracy Reiman
Este recorrido histórico muestra que la renuncia de Vogue no es un gesto aislado, sino la culminación de un largo proceso cultural en el que el activismo, la ética y la demanda social han logrado desmontar uno de los símbolos más arraigados del lujo tradicional.
La presión social, motor de un cambio largamente esperado
Detrás de esta decisión hay una historia de activismo sostenido. Durante nueve meses consecutivos, grupos de la sociedad civil y la Coalición para la Abolición del Comercio de Pieles (CAFT) organizaron protestas, piquetes residenciales e intervenciones públicas dirigidas a Condé Nast y a figuras clave de la editorial.
El activismo se centró en visibilizar la realidad de la industria peletera: millones de animales criados en condiciones extremas —jaulas minúsculas, suciedad acumulada, estrés crónico— y asesinados mediante métodos extremadamente crueles como electrocución anal, asfixia por gas o rotura de cuello. Estas prácticas, documentadas desde hace décadas por organizaciones de defensa animal, contrastan con la creciente sensibilidad ética del público contemporáneo.
La renuncia de Anna Wintour —directora de Vogue hasta junio de 2025— también ha sido interpretada como un factor decisivo. Wintour había sido una de las defensoras más firmes del uso de pieles en la moda de lujo, generando tensiones con organizaciones animalistas y con sectores emergentes de la propia industria.
Una victoria moral para el movimiento por los derechos animales
La directora ejecutiva de CAFT, Suzie Stork, celebró así el anuncio:
“El cambio de rumbo de Condé Nast es un reconocimiento, largamente esperado, a los valores de los consumidores modernos y éticos que rechazan la crueldad en la moda. Pero nuestro trabajo no ha terminado”.
Suzie Stork
Un cambio profundo, pero no definitivo: la mirada ahora se dirige a LVMH
Aunque Vogue abandona las pieles, gigantes del lujo como LVMH —propietario de Louis Vuitton, Dior, Fendi, Loewe, Givenchy, Bulgari y otras marcas— continúan obteniendo beneficios del comercio de pieles. Berluti es una de las firmas señaladas por CAFT en su nueva etapa de presión.
La industria peletera, pese a su declive, mantiene un fuerte peso económico en algunos países y defensores que justifican su existencia bajo argumentos de “artesanía”, “tradición” o “sostenibilidad”—argumentos que han sido ampliamente refutados por investigaciones sobre impacto ambiental, emisiones, contaminación química y consumo energético.
El impacto ambiental: otro pilar clave del cambio
Las pieles animales —al contrario de lo que afirman ciertos discursos de marketing— no son productos sostenibles. Su tratamiento requiere toneladas de sustancias tóxicas (cromatos, formaldehídos, sales pesadas), procesos de curtido intensivos y un enorme gasto de agua y energía. Además, la cría de animales peleteros genera emisiones significativas de gases de efecto invernadero y residuos orgánicos altamente contaminantes.
Frente a ello, la moda contemporánea explora materiales innovadores como:
- fibras vegetales avanzadas (piñatex, micelio, cáñamo procesado),
- biotextiles cultivados,
- alternativas sintéticas recicladas con menor huella ambiental.
Qué significa este cambio para la moda del futuro
La decisión de Vogue no es meramente simbólica. Afecta directamente a:
- Editoriales de moda: las pieles desaparecen de portadas, reportajes y estilismos.
- Marcas y diseñadores: la visibilidad de sus colecciones queda condicionada por su política de materiales.
- Publicidad global: campañas de firmas peleteras ya no tendrán espacio en medios del grupo.
- Tendencias culturales: la asociación entre lujo y piel queda cada vez más deslegitimada.
Es, por tanto, un hito que redefine el estándar ético de la moda editorial y consolida una tendencia mundial: la desvinculación progresiva del sector con cualquier material que implique explotación animal.
Un paso gigante hacia una moda más ética
La renuncia de Vogue a las pieles de origen animal marca un antes y un después. Es la muestra de que la presión ciudadana, el cambio generacional y la evidencia ética y medioambiental pueden transformar instituciones que parecían inamovibles.
Queda camino por recorrer: la industria del lujo aún mantiene intereses poderosos en el comercio de pieles, y organizaciones como CAFT seguirán presionando para que más firmas adopten posturas responsables.
Pero hoy, la moda da un paso histórico. Y lo da en la dirección correcta.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
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«La industria peletera pierde fuerza y enfrenta su ocaso», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 5 marzo, 2025. Las prohibiciones gubernamentales, el cambio de mentalidad en la moda y la presión social aceleran la caída del comercio de pieles.
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