En 2014 la palabra veganismo se incorporó en el Diccionario de la Real Academia Española y en 2015, en los principales diccionarios de la lengua francesa.
Esta destacable inclusión de los lexicógrafos es uno de los muchos signos de que este «estilo de vida respetuoso con los animales» está empezando a disfrutar de un cierto reconocimiento tanto en Francia como en España, así como en varios países francófonos e hispanohablantes.
En otros lugares, como Israel, los países anglosajones o el norte de Europa, el movimiento vegano ha tenido un gran éxito.
¿De qué se trata exactamente? El veganismo es el compromiso de no participar, en la medida de lo posible, en el sometimiento, el maltrato y el asesinato de seres sensibles. Los veganos procuran evitar cualquier producto, servicio o actividad que implique la explotación de animales. Dado que la mayoría de los animales que explotamos son capturados en las redes de pesca o criados para el consumo humano, el veganismo a veces se confunde con la dieta vegetariana estricta. Pero son dos cosas distintas.
Uno puede elegir no comer ningún alimento de origen animal (por razones de salud, por ejemplo) y aceptar vestir prendas de cuero, visitar zoológicos o asistir a corridas de toros.
Puesto que los cuerpos de los animales y los productos que extraemos de ellos invaden nuestra vida cotidiana, el veganismo implica renunciar a muchos hábitos de consumo. Ciertamente, la vida de los millones de seres que usamos escapa a nuestra mirada; sin embargo, nos vestimos con su lana, nos alimentamos de su carne; nos curamos, nos maquillamos, nos lavamos con productos que han sido testados en ellos o que contienen sus secreciones. Los explotamos para hacer pinceles, almohadas, velas, sofás, champús, bolsos o bufandas. Los podemos hallar en los asientos de nuestros coches, en las carátulas de nuestros libros, en nuestro protector solar. Se encuentran en los productos de limpieza, en los forros de nuestros abrigos de invierno, en algunas de nuestras bebidas alcohólicas, en los juguetes de nuestros hijos.
Por supuesto, no solemos pensar demasiado en el destino que les espera a estos miles de millones de seres. Desde hace algunos años, sin embargo, se ha vuelto menos fácil entregarse a esta forma de ceguera intencionada. De hecho, recientemente una gran cantidad de libros, artículos, documentales, programas de radio y televisión han puesto de manifiesto el maltrato infligido a todos esos animales que explotamos. Comenzamos a preguntarnos en voz alta cuál es la causa de esta esclavitud y si es legítima. Se habla cada vez más, y cada vez con más seriedad, sobre veganismo. Muchas personas se alegran de preocuparse por los animales.
Y, sin embargo, en las sociedades occidentales y en el resto del mundo, el número de los animales que matamos no deja de crecer. En Europa probablemente comemos menos carne vacuna, pero se llevan más pollos al matadero y el volumen de pesca es mucho mayor. En varios países se ha tratado de ampliar el tamaño de las jaulas donde encerramos a los animales, pero en todas partes son cada vez más numerosas. En Francia, se ha otorgado a los animales el estatus jurídico de «seres vivos sensibles», pero los legisladores apenas se han planteado prohibir la mutilación y el asesinato. A pesar de que hay un contexto particularmente favorable para el desarrollo del veganismo, el número de adeptos está aumentando muy lentamente.
Los avances logrados por los defensores de los animales parecen ser solamente simbólicos. La impresión, en definitiva, es que la causa vegana no prospera. A pesar de que las cifras parezcan apuntar en esa dirección, esta interpretación merece ser matizada, especialmente si uno adopta un enfoque basado en la sociología y la ciencia política, como haremos aquí. La reciente atención que el veganismo ha recibido por parte de los medios de comunicación tradicionales se podría atribuir a los activistas por la causa animal. Esta notable evolución desde mediados de 2010 sería su primera victoria, en ningún caso una prueba de su fracaso en convencer a sus contemporáneos. Aunque sean relativos, los últimos avances legales en el campo de los derechos de los animales suponen una evolución significativa en la forma de pensar de la gente.
Incluso si hoy en día la situación sigue igual para los animales marinos capturados o los de cría, sacrificados, las certidumbres que teníamos sobre nuestro derecho a utilizar a los miembros de otras especies a nuestro antojo se han visto alteradas, cosa que abre la puerta para imaginar cambios importantes a largo plazo. Las nuevas disposiciones psicológicas y culturales pueden suponer un primer paso en el camino hacia el fin de la explotación.
Esta perspectiva, que tanto conmueve a los veganos, a muchos empresarios les preocupa en primera instancia y en general suscita una fuerte resistencia, como veremos en el primer capítulo de este libro. En el segundo, examinaremos las especificidades de la filosofía vegana, desde sus inicios en la antigüedad hasta los últimos avances en ética animal. Luego elaboraremos un retrato de los veganos en la actualidad y veremos la comunidad que forman, especialmente desde el advenimiento de internet.
Finalmente, expondremos por qué el veganismo no es solo una consecuencia práctica del rechazo a dañar a los animales, sino también, y sobre todo, un instrumento político al servicio de su liberación.
Sobre el libro
Más que una dieta o una forma de vida, el veganismo es un movimiento social y político destinado a liberar a los animales del yugo humano. Al oponerse al carnismo, los veganos y las veganas renuncian todo lo posible a utilizar productos o servicios derivados de su explotación. Sus argumentos reciben en la actualidad una respuesta cada vez más favorable entre los consumidores, a pesar de que los animales, sean de tierra o mar, nunca han sido exterminados en cantidades tan grandes. Con este ensayo, Valéry Giroux y Renan Larue demuestran que la sociedad que la comunidad vegana reivindica (y prefigura a través de sus prácticas diarias) se basa en una concepción más amplia de la justicia. Justicia que debería abarcar a todos los seres sintientes.
Si eres un defensor de los animales, este libro es para ti. Valéry Giroux es una de las voces más autorizadas sobre el antiespeciesismo. Esta corriente filosófica y moral, que tiene múltiples orígenes, dice que la especie a la que pertenece un animal no es un criterio relevante para que el ser humano decida cómo debe tratarlo.
Sobre los autores
Valéry Giroux (Quebec, Canadá) es doctora en Filosofía e investigadora sobre ética animal. Es profesora asociada de Derecho en la Universidad de Montreal, donde coordina CRÉ el Centro de Investigación en Ética.
Es activista por los derechos de los animales e imparte conferencias regularmente sobre ética y derecho animal en universidades y centros de investigación. Es miembro del Centro Ferrater Mora de Ética Animal de Oxford y autora de los libros Contra la explotación animal, Editorial L’Âge d’Homme, 2017 y El antiespecismo, Editorial PUF, 2020.
Renan Larue (Côtes-d’Armor, Francia) es doctor en Literatura y profesor de Literatura Francesa en la Universidad de California, Santa Bárbara en EEUU, así como fundador en la misma universidad del programa académico Vegan Studies.
Es activista y defensor de los derechos de los animales. También es autor del libro El vegetarianismo y sus enemigos, Editorial PUF, 2015, por el cual ha recibido el premio La Bruyère de la Academia Francesa.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1- amazon.com, «Qué Es El Veganismo», Valéry Giroux y Renan Larue, Editorial Plaza y Valdés, 21 de enero de 2021
2- plazayvaldes.es, «Qué Es El Veganismo», Valéry Giroux y Renan Larue, Editorial Plaza y Valdés, 21 de enero de 2021
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