A menudo, la lana se promociona como un material “natural”, “ecológico” y “sostenible”.

Las campañas publicitarias de muchas marcas de moda proyectan una imagen idílica: verdes praderas, ovejas felices y productos de abrigo que parecen salir directamente de un cuento pastoral. Sin embargo, esta visión está muy lejos de la realidad industrial de la ganadería ovina moderna. Tras el suave tacto de un jersey de lana o una bufanda tejida, se oculta una práctica brutal y poco conocida: el mulesing.
¿Qué es el mulesing?
El mulesing es una mutilación sistemática y dolorosa que se aplica a millones de ovejas, especialmente en Australia, el mayor productor de lana del mundo. Esta práctica consiste en arrancar grandes porciones de piel viva de la parte trasera de los corderos, normalmente sin el uso de analgésicos. El objetivo declarado de esta mutilación es prevenir una condición conocida como “flystrike” o miasis, una infestación de larvas de moscas que puede llegar a devorar los tejidos vivos de las ovejas, causándoles un sufrimiento extremo y, en muchos casos, la muerte.
Pero ¿por qué sucede esto en primer lugar?
El origen del problema: ovejas manipuladas genéticamente
La mayoría de las ovejas criadas en Australia son de la raza merina, seleccionadas específicamente para tener una piel muy arrugada. Estas arrugas permiten obtener una mayor cantidad de lana por animal, aumentando así la rentabilidad del sector. Sin embargo, esta alteración genética tiene consecuencias desastrosas para los animales.
Durante los meses de calor, la acumulación de lana provoca que muchas ovejas sufran golpes de calor, colapsen e incluso mueran por agotamiento. Las arrugas de la piel, por su parte, retienen humedad, orina y heces, lo que crea un entorno ideal para que las moscas depositen sus huevos. De estos huevos nacen larvas que literalmente devoran vivas a las ovejas desde el interior de sus pliegues cutáneos.
En lugar de adoptar soluciones más éticas y sostenibles, muchos ganaderos recurren al mulesing, una intervención que en sí misma genera heridas abiertas y sangrantes. Estas lesiones no solo son dolorosas, sino que, irónicamente, pueden aumentar el riesgo de nuevas infecciones, incluyendo el mismo problema que se busca evitar: la miasis.
Un procedimiento cruel e ineficaz
El proceso de mulesing se lleva a cabo con métodos rudimentarios. Se inmoviliza a las ovejas sobre sus lomos, se les atan las patas con barras metálicas, y se procede a cortar o desgarrar la piel de sus nalgas. A veces, se utilizan pinzas que aprietan la piel como tornillos de banco, manteniéndola hasta que el tejido muere y se cae. En ambos casos, los animales sufren dolor extremo, trauma y, en muchos casos, infecciones.
Este procedimiento no es solo cruel, sino también ineficaz. La miasis puede prevenirse sin infligir dolor, mediante métodos humanitarios como:
- El uso de rociadores y baños antiparasitarios
- Mejoras en la dieta de los animales
- Selección genética responsable de ovejas más adaptadas al entorno australiano, con menos arrugas en la piel y mayor resistencia natural a las plagas
La ciencia veterinaria ya ha demostrado que el mulesing no es necesario. Lo que falta es voluntad y ética por parte de la industria para dejar atrás métodos obsoletos que priorizan el beneficio económico sobre el bienestar animal.
La industria de la lana: un modelo insostenible
La producción global de lana ya no es artesanal ni localizada. Se trata de una industria a gran escala que debe abastecer a millones de consumidores, con cadenas de suministro globalizadas que imponen prácticas intensivas y abusivas. El crecimiento de la demanda de lana ha llevado a una lógica de maximización de beneficios que desnaturaliza el proceso de cría y convierte a los animales en máquinas productoras de fibra textil.
La retórica de que la lana es “natural” y “sostenible” ignora esta realidad. En un mundo donde existen alternativas vegetales y sintéticas, algunas incluso biodegradables y con menor huella hídrica y de carbono, el uso de lana animal ha dejado de tener sentido práctico o ético.
Avances y compromisos: un cambio en marcha
Afortunadamente, el activismo y la presión de los consumidores están dando sus frutos. Marcas como H&M, Adidas, Hugo Boss o Perry Ellis han tomado posición contra esta práctica. Muchas de estas empresas ya han prohibido la lana obtenida mediante mulesing, e incluso han dejado de utilizar lana animal por completo.
Este cambio de rumbo demuestra que es posible repensar la industria textil desde una óptica más compasiva y responsable. La transición hacia materiales libres de crueldad ya está en marcha, y el consumidor tiene un papel fundamental en acelerar este proceso.
¿Qué puedes hacer tú?
- Evita comprar prendas de lana animal, aunque no estén etiquetadas como “mulesing-free”. La trazabilidad es difícil, y la mejor opción ética es prescindir completamente de productos de origen animal.
- Apoya marcas que se comprometen con materiales veganos, reciclados o innovadores, como el bambú, el cáñamo, el algodón orgánico, el Tencel o el lino.
- Informa y sensibiliza a tu entorno. Muchas personas aún desconocen la crueldad que se oculta tras una prenda de lana.
- Apoya organizaciones de defensa animal que trabajan por abolir estas prácticas y promover una moda libre de sufrimiento.
La lana no es inocente. Lo que comienza con una imagen de confort y calidez termina con el dolor y la mutilación de seres sintientes. Es hora de abrir los ojos y tomar decisiones informadas y compasivas. Porque la ética también se viste.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «Mohair y lana italiana?», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 2 junio, 2018 | Publicación: 3 mayo, 2018. Nunca antes has visto algo como esto. Este video hará que dejes ese suéter de mohair, manta o bola de lana en el estante.
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