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Walter Bond: la declaración que incendió una década de activismo

Última edición: 16 noviembre, 2025 | Publicación: 15 noviembre, 2025 |

En febrero de 2011, la sala de un tribunal de Denver fue escenario de uno de los discursos más contundentes del activismo por la liberación animal en EEUU.

© Cartel homenaje a Walter Bond · Cultura Vegana IA

Ese día, Walter Edmund Bond —conocido en algunos círculos como “Lone Wolf”, es decir, Lobo Solitario— fue sentenciado por incendiar una fábrica de pieles en Glendale, Colorado. Su acción se enmarcaba en la tradición de la acción directa del Frente de Liberación Animal (ALF), pero su declaración ante el juez trascendió los límites del caso judicial: se convirtió en un manifiesto ético, político y emocional que todavía hoy genera debate dentro y fuera del movimiento.

Pasados ya varios años, el texto original conserva una fuerza poco habitual. No solo describe el giro vital de Bond y la crudeza del sistema penal estadounidense, sino que interpela a cualquier persona que reflexione sobre la violencia institucionalizada hacia los animales y los límites de la protesta. Su forma de ver el activismo —crítica, visceral, orientada a la acción y alejada del postureo militante— sigue resonando en un momento en el que la explotación animal continúa siendo una de las mayores industrias del planeta.

Publicamos aquí la traducción íntegra de aquella declaración, respetando la voz original y añadiendo un marco que permita comprender su relevancia histórica en el movimiento de liberación animal. Esta traducción recupera al completo la Walter Bond declaración que marcó un momento clave en el activismo por la liberación animal.


Walter Edmund Bond (37096013)
12 de enero de 2017
12:35:24 PM

Al escribir esta declaración, me resulta imposible expresar con precisión cómo era mi vida en aquel entonces. Si bien antes de mi encarcelamiento era activista por los derechos de los animales y el veganismo, nunca fui una figura visible dentro del movimiento. Trabajaba en una tienda local de alimentos naturales. Los fines de semana colaboraba con un santuario de Animales y en mi tiempo libre organizaba eventos para informar a la gente sobre el sufrimiento animal y la ética del veganismo (más allá de la alimentación).

A finales de abril de 2010, incendié la fábrica de pieles de oveja en Denver y mi vida cambió para siempre… Ya no me siento igual. Ya no me importa si puedo cambiar el mundo; no paso horas despotricando sobre lo terribles que son mis familiares o amigos no veganos, ni sobre cómo no lo entienden. No pierdo mi tiempo ni mi energía emocional lamentándome por las crueldades de este mundo. Y no me rindo ni transijo en la Liberación Animal porque no puedo cambiar las cosas por mi cuenta. Estas son las desafortunadas fases por las que pasan muchos de los que se unen a este movimiento. Una especie de ritual de agotamiento activista, superficial y egoísta.

No se trata de llorar todo el tiempo por los animales, de enojarse en su nombre ni de inventar una nueva línea de productos veganos basura para contagiar la fiebre activista a consumidores y empresas. No se trata de mí en esta prisión, ni de cómo nos sentimos tú, yo o nosotros. Se trata de acciones positivas que salven vidas animales hoy, que detengan su explotación y esclavitud hoy, ¡sin importar lo que sintamos o pensemos al respecto!

En esta declaración que presenté ante el tribunal, me senté unos meses antes, mirando fijamente una página en blanco de mi cuaderno en la cárcel del condado, y me dije: «¿Qué dirías en defensa de Animals si no te importara lo que pensaran los medios, tus partidarios, tus detractores o el juez?». Me tomó ocho minutos escribirla. Mi mano apenas podía seguir el ritmo de mis pensamientos; literalmente, las palabras brotaban de mí.

Cuando llegó el día de mi sentencia, casi la tenía memorizada. Recuerdo la arrogancia de los presentes en la sala, regodeándose con mi derrota, y el tono serio e intimidante del juez. Y entonces pronuncié mi declaración, y para cuando terminé, todos los rostros en la sala habían cambiado, a pesar de ser mi día aciago. Fue la verdad que tenía que decir por Animals y en mi propia defensa lo que prevaleció ese día.

Mientras leían mi sentencia en la sala del tribunal, recuerdo haber pensado en la declaración que hice, como si no me importara lo que pensaran los demás, y sonreí para mis adentros porque creo que, tal vez por primera vez en mi vida, ¡me importó un bledo! Y años después, en mi celda… Bueno, «la cárcel no me supone ningún problema».

Saludos,

Walter Bond
ALF POW


Antes de que el juez dictara la sentencia aquel día que le condenaba a la cárcel, hace 14 años, Walter Bond hizo la declaración que dejó perplejo a más de una persona en el tribunal …


Declaración de Walter Bond ante el tribunal de Denver
Colorado, 11 de febrero de 2011

Estoy aquí hoy porque incendié la fábrica de pieles de oveja en Glendale, Colorado, un negocio que vendía pieles y otros cueros de Animales muertos.

Sé que muchos piensan que debería sentir remordimiento por lo que hice. Supongo que este es el momento habitual en el que se supone que debo suplicar clemencia. Les aseguro que si así lo sintiera, lo haría.

Pero no me arrepiento de nada de lo que hice. Tampoco me asusta la autoridad de este tribunal. Porque cualquier sistema legal que valore los derechos del opresor por encima de los oprimidos es un sistema injusto.

Y aunque este tribunal tiene poder real y efectivo, cuestiono su moralidad.

Dudo que al tribunal le interesen las precauciones que tomé para no dañar a ninguna persona ni a ningún transeúnte, y menos aún las vidas miserables que ovejas, vacas y visones tuvieron que soportar hasta la muerte para que una empresa de Colorado pudiera lucrarse con su confinamiento, esclavitud y asesinato.

Obviamente, a los dueños y empleados de la fábrica de pieles de oveja tampoco les importa, o no estarían involucrados en un comercio de sangre tan siniestro y macabro. Así que no malgastaré mis palabras, pues caerán en saco roto.

Por eso recurrí a la acción directa ilegal desde el principio, porque a ustedes no les importa. No importa cuánto hablemos o razonemos con ustedes los activistas por los Derechos de los Animales, no les importa. Pues bien, señor Livaditis (dueño de la fábrica de pieles de oveja), a mí tampoco me importa usted.

No hay nada en común entre personas como usted y yo. Quiero que sepa que, independientemente de la sentencia que me imponga este tribunal hoy, ¡usted no ha ganado nada!

La cárcel no me supone ningún sufrimiento. En una sociedad que valora el dinero por encima de la vida, considero un honor ser prisionero de guerra, ¡de la guerra contra la esclavitud y la cosificación entre especies! También quiero que sepa que jamás le pagaré un solo dólar, ¡ni uno! ¡Espero que su negocio fracase y que se ahogue con cada centavo que gane con el asesinato de Animales! ¡Espero que te atragantes con ello y te quemes en el infierno!

A mis seguidores, quiero agradecerles su apoyo incondicional y por demostrarle a este Tribunal y a estos explotadores de Animales que apoyamos a los nuestros y que, como movimiento, no nos disculparemos por actuar con urgencia.

¡No antepondremos los intereses comerciales a la sensibilidad humana! Y jamás dejaremos de educar, movilizar y confrontar a los responsables de la muerte de nuestra Madre Tierra y sus naciones Animales.

Hermanos y hermanas veganos, nuestras vidas no nos pertenecen. El egoísmo es propio de glotones, pervertidos y perpetradores de injusticias. Se dice que para que el mal triunfe, basta con que la gente buena no haga nada. Por el contrario, para detener la esclavitud, el uso, el abuso y el asesinato de Animales no humanos, ¡solo se necesita la determinación de luchar por ellos!

Haz lo que puedas, haz lo que debas, sé un guerrero vegano y un verdadero defensor de los Animales, y jamás cedas ante sus asesinos y explotadores.

El Frente de Liberación Animal es la respuesta.

Rara vez ha existido un movimiento tan poderoso a nivel personal y con tanta eficacia internacional en la historia de la humanidad. No puedes unirte al FLA, pero puedes convertirte en el FLA. Y fue lo más importante y poderoso que he hecho en mi vida.

Cuando salgas hoy de esta sala, no te desanimes por mi encarcelamiento. Toda la ferocidad y el amor que hay en mi corazón siguen vivos.

Cada vez que alguien libera a un Animal y rompe su jaula, ¡la lucha perdura! Cada vez que un activista se niega a someterse a las leyes que protegen el asesinato, ¡la lucha perdura! ¡Y perdura cada vez que el cielo nocturno se ilumina con las ruinas de otro negocio de explotación Animal!

Eso es todo, Su Señoría, estoy listo para ir a prisión.

Walter Bond
37096-013
FCI Terre Haute CMU
PO Box 33
Terre Haute IN 47808


Por qué este testimonio sigue importando hoy

La condena de Walter Bond no detuvo el avance de la crítica al negocio de las pieles ni frenó el debate sobre el papel de la acción directa en movimientos de justicia social. En la década posterior a su sentencia, el comercio de pieles ha entrado en declive en países donde durante décadas pareció intocable. Algunas de las marcas más influyentes del mundo han abandonado las pieles animales, mientras que la opinión pública rechaza cada vez más esta práctica como éticamente indefendible.

Sin embargo, el valor del discurso de Bond no reside en la polémica de su método, sino en la claridad de su razonamiento moral. Su mensaje cuestiona la normalización de la violencia estructural contra los animales, la indiferencia institucional y la pasividad social. Invita a confrontar la pregunta incómoda:
¿Qué estamos dispuestos a hacer —y qué no— frente a un sistema que convierte vidas en mercancías?

El caso de Walter Bond no ofrece respuestas simples. Pero recuerda algo esencial: los movimientos sociales se construyen con voces diversas, a menudo incómodas, que obligan a mirar lo que preferiríamos ignorar. Su testimonio nos devuelve al núcleo del activismo: actuar con coherencia ética, asumir responsabilidades y no dejar que la costumbre atenúe la percepción del sufrimiento ajeno.

Este texto, más que un documento histórico, es un desafío en presente. Uno que cada lector deberá interpretar según su conciencia, su compromiso y su lugar en la lucha por un mundo que deje de considerar sacrificables a los animales.

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

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