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Carta de los animales esclavos a los humanos animalistas

Última edición: 5 octubre, 2023 | Publicación: 4 octubre, 2023 |

Hablamos muchas. Hablamos muchos. En esta voz.

Nos han llegado rumores, algunos testimonios muy directos, de vuestra existencia: de la existencia increíble de humanos no crueles y que hablan por nosotras y nosotros, que, al parecer, desean vernos libres.

Tenemos tantas dudas… desde nuestra pena inmensa, desde nuestro dolor al que no nos acostumbramos, aunque lo padezcamos todo el día, y el siguiente, hasta el atardecer de nuestra infernal muerte envuelta en humillaciones y torturas.

Dudas que nos causan más dolor y nos hacen derramar más lágrimas, a veces, que el propio hecho de la ignominiosa esclavitud nuestra.

Nuestra pregunta esencial es ¿dónde estáis, que no os vemos?

Si fuera cierto que entre los crueles humanos existís, unos cuantos que no sois crueles y habláis por nosotros, ¿por qué nunca llegáis? ¿Por qué no os vemos?

Llevamos siglos así, naciendo entre despojos de otros que nos precedieron, pisando nuestras heces y orines, sufriendo la inacabable crueldad humana en todas sus formas, no entendemos por qué esto es así. Pero lo es. Separadas del mundo vegetal, acuático, celestial por muros; mirando el exterior de nuestros encierros en ocasiones a través de rejas, barrotes o gruesos cristales, lejos siempre, lejos nosotras de nuestros abiertos hogares naturales.

Y por eso nos comunicamos ahora, porque desde hace mucho también, se nos traslada de una generación a otra, una realidad, que parece más cuestión de fe que una certeza: que existís. Que una, que uno, que varios, decenas en un lugar, y otras decenas en otro; en el mundo, quizá seáis miles o millones, dicen por aquí los más esperanzados. ¿Entonces, dónde os encontráis y por qué no os vemos con nuestros ojos?

Si queréis de verdad nuestra libertad, ¿por qué no venís a entregárnosla?

Dicen los caballos que es porque los humanos que buscan nuestro mal son infinitamente más que los que desean nuestro bien, y que por eso no podéis avanzar, llegar hasta nosotros.

Pero yo, que soy un cerdo, he visto el cielo desde uno de los tantos habitáculos cerrados por muros de mediana altura donde chillábamos los reos recién sacados a patadas de un camión llegado al matadero, he visto, aparte de los verdugos, que había espacio amplio por donde andar más allá del camión y del matadero, he visto a lo lejos levantando la cabeza y olisqueando el aire fresco edificios, campos, huertos, caminos, descampados anchos, por los que quien quisiera podría haber venido. Pero nadie vino.

Y los caballos que miran la noche quieta desde un ventanuco de su establo, encerrados como esclavos para ser montados -esa es su indigna y penosa misión en la vida, ellos que nacieron para ser pradera y la pradera llora porque nació para ser caballos- cuentan que ven acres de tierra más allá, sin nadie, que conducen a aldeas y metrópolis. Tampoco vieron los caballos nunca que nadie de vosotros se acercase.

Las vacas transportadas al matadero en un camión inmenso dicen que han visto ciudades y poblaciones y sembrados y espacios arbóreos extensos, paradas del camión innumerables, y nadie llegaba, no llegaron grupos de vosotros a detener el camión y sacarnos de allí. Mas aun, para colmo, algunas vacas, corderos, gallinas, cerdos, han hablado de que, a las puertas de los mataderos, en ocasiones han visto acercarse humanos al camión para procurarles más estrés, metiendo sus manos y bracitos entre los huecos de las paredes de acero del camión, intentando tocarlos, ¿para qué?, ¿cuáles eran sus intenciones?; algunos de ellos y ellas les echaban con botellitas líquidos que abrasaban en la piel lacerada de heridas, golpes y roces. Luego esos humanos, sin parecer haber hecho nada con sentido, se iban, era claro que no erais vosotros, o sea los animalistas. Porque esa gente no ejerció nuestra defensa, y añadió más estrés.

Los que de hocico en hocico, de morro en morro, de pico en pico, de boca en boca azul de mar se dice es que estáis, en algún lugar, y que nos queréis, que nos amáis. Pero yo no os veo. ¿Es posible que estéis ahora mismo a mi lado y no os vea? Quién sabe. Aquí ya no sabemos qué pensar. Todo es sufrimiento, todo es pena, muerte, solitud y detrito.

Este pensamiento lo he expresado con el deseo de que se traslade, como se trasladan los sentimientos y parlamentos de todos los animales por las ondas del aire de nosotras a nosotros, por si llegase a oídos de los que se dice que luchan por nosotros.

Yo he tenido fe en vosotros, en que existís. Dudas también. Porque es casi imposible mantener la fe en la existencia de algo que no se ha visto nunca. Pero no había nada más a lo que aferrarse. Hasta mi último momento tuve fe, lo juro, en que por algún lado llegaríais, digo esto colgado del grueso gancho oxidado y veo el enorme cuchillo chorreante de sangre con que el matarife acaba de degollarme, se burla de mí y me escupe, varias veces, colérico. Mientras cabeza abajo una máquina me traslada a un bidón enorme, me baja hacia sus aguas hirvientes sumergiendo mi cuerpo, que ya es todo un dolor (un cuerpo que es todo un dolor, de las uñas a los ojos), me asciende la máquina de nuevo y soy deslizado, delante de mí entre cadenas va otro compañero, que me observa con ojos de horror; a mi lado, otro, todos contoneándonos intentando escapar, algunos parecen muertos pero no lo están, mientras en la última parte de esta cadena del matadero unos matarifes nos amputan las patas, nos cortan las orejas, la lengua, cuando aún nos late el corazón, a casi todos nos trocean estando aún conscientes.

Y nadie nadie nadie nadie ha venido. Si te llega esto, oído que escucha y entiende, cuando te llegue, yo ya no estaré.

Luego era yo con rapidez el aire, o ‘en el aire’, cielo azul inmenso durante un momento, el viento me trasladaba como un papel por la ciudad, me entró chiquitín por una ventana de una fachada, yo era diminuto como un fragmento de ceniza que se posó en un teclado de ordenador. Un humano escribía con rapidez en el teclado, no entiendo vuestra lengua pero pude leer comprensivamente que escribía: «Derechos ya para los animales», arriba de un recuadro donde aparecíamos todos los animales reos dibujados en un libre valle henchido de colores: vacas, gallinas, corderos, loros, elefantes, orcas, cebras, monos, delfines en salto, …. Aquel tipo parece que me vio, en forma de fragmento de algo, ceniza, pelusa, lo que fuera, y con un manotazo me lanzó del teclado al aire, por el que mientras bajaba hasta el suelo lentamente como una nada pude oír que el individuo hablaba con alguien a quien había llamado por teléfono: «la manifestación será a las 7, y termina a las 8 en punto, ante Vivotecnia, correcto, pero añade en el cartel que será pacífica … Que sí, ya sé que siempre nuestros actos lo son, pero si no lo pones puede colarse un pirado exaltado que lo eche todo a perder …». Después escuché una canción, aquel joven había puesto a girar disco con canciones y fumaba un cigarro sentado en una cómoda silla moviendo con los ojos cerrados lentamente la cabeza al compás del ritmo.

Y luego una escoba pasó sobre mí, en esa casa…

NOSOTROS ESTAMOS AQUÍ. NOSOTROS MORIMOS AQUÍ. NADIE SE NOS
ACERCA. NOSOTRAS SANGRAMOS AQUÍ. NOSOTRAS ENFERMAMOS AQUÍ.
NADIE SE NOS ACERCA. NOSOTROS CON TAQUICARDIA AQUÍ. NOSOTROS
CAEMOS AQUÍ. NADIE SE NOS ACERCA. NOSOTRAS VIOLADAS AQUÍ.
NOSOTROS LLORANDO AQUÍ. NADIE SE NOS ACERCA.

Ángel Padilla
Poeta de los animales

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1— Ángel Padilla, nació en Valencia (1970) y es autor de numerosas obras de poesía y narrativa, letras de canciones y textos teatrales.
Colabora en varios periódicos, entre ellos Diario Siglo XXI, con su sección «Platero y Rocinante«, en El Periódico, con la sección «Yo, animal» y en Moon Magazine, con su sección «La habitación de Elizabeth Heilryck«.
Incardinado en los últimos tiempos en el movimiento Eco-Art o nature art como uno de sus componentes, ha sido más conocido desde hace dos décadas como el “poeta de los animales”. Se caracteriza fundamentalmente por su defensa de la Naturaleza y la lucha contra la esclavitud de los animales, promulgando una vida ética fundamentada en el veganismo.
Su versatilidad, que extrapola el movimiento de liberación animal incluyendo al animal humano, le incluye asimismo en el movimiento de la Poesía de la Conciencia o de la Conciencia Crítica.


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