«La opinión popular siempre contiene enormes falacias, medias verdades y simples generalizaciones.»
Martin Cohen
Un viaje personal
— ¿A quién le importan los animales?
— A mí, la verdad, no me importaban especialmente. Me gustaban algunos,
igual que me disgustaban otros. Como a la mayoría, me habían enseñado que los humanos somos mucho más importantes que los animales porque nosotros pensamos y ellos no. Al menos, esto era lo que había aprendido y todo el mundo a mi alrededor pensaba (familiares, amigos, profesores, etc.). Sin embargo, algo cambió en los años en que realicé el doctorado que es el origen de este libro.
Como muchos privilegiados con la suerte de que nuestra familia nos pague los estudios, después de terminar la carrera de Filosofía no sabía qué hacer, pero tenía claro qué no quería hacer: trabajar. Así que me apunté a un curso de doctorado, lo que me permitía seguir estudiando un par de años más sin tener que ponerme a trabajar. El segundo año del curso teníamos que hacer un trabajo de investigación y, con mi capacidad de decisión habitual, no sabía sobre qué hacer el trabajo. Me interesaban cuestiones relacionadas con los valores, es decir, la ética, la política y la estética. ¿Qué hacer? ¿Un trabajo sobre nuestras obligaciones hacia los pobres? ¿Una investigación sobre las teorías de justicia distributiva? ¿Quizá mejor un trabajo sobre la definición del «arte»?
Con el fin de buscar ideas para elegir el tema del trabajo, me puse a repasar los apuntes de una de las asignaturas de ética que había tenido durante la carrera. Repasando los apuntes me encontré con una anotación en un
margen: «Peter Singer: Liberación animal». La profesora de la asignatura,
que además era la encargada de dirigir mi trabajo de investigación, había
mencionado ese libro en alguna clase unos años antes y yo lo había anotado
en el margen de los apuntes. Allí se había quedado la anotación, olvidada
durante años hasta que volví a verla en ese momento. El título me intrigó.
¿Liberación animal? ¿De qué tenían que ser liberados los animales? ¿Animales? ¿Qué problemas filosóficos podía haber relacionados con ellos? Tras buscar en el catálogo de bibliotecas de la universidad vi que había una copia del libro en la biblioteca de la facultad, así que decidí echarle un vistazo. Una de las ventajas de estudiar Filosofía es que aumenta la curiosidad.
El primer capítulo del libro me impactó. El autor decía que la forma en
que tratamos a los animales es inmoral y, por tanto, que entre otras cosas debíamos dejar de comer animales y, en muchos casos, debíamos dejar de experimentar con ellos para crear medicamentos seguros. El autor sostenía que no teníamos buenas razones para tratar a los animales del modo en que lo hacemos y que discriminar a los animales por el hecho de no ser humanos constituye un prejuicio inaceptable. A eso le llamaba «especismo». El concepto, la verdad, me pareció ingenioso. Igual que el «racismo» y el «sexismo», este señor dice que existe el «especismo» y que está mal. ¿Estamos locos? No me lo podía creer; la idea me parecía ridícula. Me habían enseñado que había que tratar bien a los animales, pero una cosa es tratarlos bien y otra muy distinta decir que está mal que nos los comamos y experimentemos con ellos para crear nuevos medicamentos. Y, sin embargo, los argumentos eran buenos. Mi intuición me decía que lo que defendía ese señor no podía estar bien, pero no veía dónde estaban los problemas de sus argumentos. De hecho, estaba de acuerdo con bastantes de las cosas que decía. Ya tenía tema para el trabajo: nuestras obligaciones hacia los animales y por qué los argumentos de Singer eran problemáticos. Mi idea era criticar la postura del filósofo australiano y seguir disfrutando de mis bocadillos de chorizo y mortadela.
Me puse a investigar y descubrí que había todo un mundo apasionante de
escritos que decían que la forma en que tratamos a los animales es inmoral.
Resulta que había todo tipo de filósofos, que partían de posiciones teóricas
diferentes, que defendían que la forma en que tratamos a los animales está
mal. Lo que no había era mucha gente que defendiera que está bien. Esto me parecía chocante. ¿Cómo era posible que no hubiera muchos filósofos dispuestos a defender lo que, después de todo, era la principal creencia de todo el mundo que conocía? La respuesta, quizá, es doble. Por un lado, de Aristóteles a Descartes pasando por Kant y Rawls, la mayoría de los filósofos occidentales ha defendido que los intereses humanos son más importantes que los intereses de los animales. Por tanto, es una idea que tendemos a dar por sentada y presuponemos su validez sin analizarla críticamente. Los argumentos a favor de la idea, sin embargo, son muy cuestionables. Por otro lado, muchos filósofos siguen pensando que la forma en que tratamos a los animales no plantea problemas morales y, en consecuencia, que preocuparse por estas cuestiones es ridículo. Bastantes problemas tenemos los humanos como para preocuparnos por los animales. Esta actitud es irracional. Un argumento es un conjunto de razones que justifican llegar a una conclusión.
Cuando alguien presenta un argumento, se puede estar o no de acuerdo con
él, pero, se esté o no de acuerdo, lo que hay que hacer es estudiar en qué
medida las razones justifican la conclusión. Así que, si no se está de acuerdo
con los argumentos de alguien, lo que hay que hacer es explicar por qué y no eludir el tema. Y, cuando no se está seguro o no se sabe de algo, lo que hay que hacer es decir que no se está seguro o no se sabe mucho sobre el tema y escuchar a la persona que está hablando, a ver si se aprende algo. Dos de mis frases favoritas son «no sé» y «no estoy seguro». Por ejemplo, no tengo ni idea sobre discusiones metafísicas en torno a la naturaleza del tiempo («¿qué es el tiempo?») o los debates en filosofía de las matemáticas sobre la naturaleza de los números («¿qué es un número?»). Me interesen más o me interesen menos, lo que no haría es decir que esos temas son ridículos o que carecen de importancia. Cuando alguien habla sobre esas cosas, no me entero de mucho, pero le escucho e intento aprender. En primer lugar, intento saber qué dice y, en segundo lugar, entender por qué dice lo que dice. Creo que, en buena medida, en esto se basa el aprendizaje.
Como se comprobará en el libro, mis ideas sobre los animales han cambiado mucho desde que me encontré con aquella anotación al margen de los apuntes. Una de las virtudes de la filosofía es que te enseña a pensar por ti mismo y, aunque sea un tópico, te anima a desaprender aquello de lo que estás seguro porque te lo han enseñado desde pequeño y todo el mundo a tu alrededor piensa que es así. En el reportaje en el que cuenta su visita al Festival de la Langosta de Maine, David Foster Wallace escribió que:
… «la cuestión más importante aquí, sin embargo, es que todo el asunto de la crueldad con los animales y el comérselos no solo es complejo, también es incómodo. O por lo menos me resulta incómodo a mí, y también a todo el mundo que conozco que disfruta de una gran variedad de comidas y sin embargo no se quiere ver a sí mismo como alguien cruel o insensible. Por lo que yo veo, mi forma de abordar el conflicto hasta ahora ha sido evitar pensar en todo este asunto tan desagradable.»
Foster Wallace, 2004: 305
Pues bien, por complejo e incómodo que sea, es importante pensar cómo
deberíamos relacionarnos con los animales, que es el objetivo final de este libro.
Mikel Torres
Introducción
Poder Animal
El libro
El libro Poder Animal está divido en tres partes.
La primera parte trata de responder a la pregunta de qué consideración moral merecen los animales. Se presentan de forma clara los principales argumentos que justifican por qué muchos animales merecen la misma consideración moral que los humanos.
La segunda parte presenta una panorámica de las principales teorías sobre la consideración moral de los animales, evaluando sus puntos fuertes y débiles. Establece cuál es la mejor teoría sobre la consideración moral de los animales y por qué.
La tercera parte es el análisis crítico de la extensión al campo de la ética animal del enfoque de las capacidades desarrollado por Martha Nussbaum. Se trata de responder las cuestiones de por qué tal enfoque es la mejor teoría actual en el campo de la ética animal y qué modificaciones deben realizarse en él para que sea más coherente y supere algunos de sus problemas principales.
Quién es Mikel Torres
Mikel Torres es doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco. Actualmente trabaja como profesor adjunto en el Departamento de Filosofía.
Sus especialidades son la ética animal y las éticas aplicadas, disciplinas en las cuales ha publicado artículos de investigación sobre la consideración moral que merecen los animales. Igualmente, ha presentado sus ideas sobre nuestra obligación de tratar bien a los animales en conferencias y ponencias en congresos, tanto nacionales como internacionales.
En la actualidad forma parte del «Grupo de investigación sobre ética en comunidades de práctica», que estudia la transferencia informal de conocimientos mediante comunidades de práctica, poniendo especial atención en los aspectos éticos de dichas comunidades.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1— amazon.com, «Poder Animal», Mikel Torres, Editorial Plaza y Valdés Editores, Edición nº 1, 8 de noviembre de 2022.
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