Testimonios prácticos de este período.

De los numerosos testimonios prácticos de este período, más o menos interesantes, por la suficiencia, o mejor dicho, la superioridad, del régimen reformado, cuatro nombres sobresalen con gran relieve: Benjamin Franklin 1706-1790, John Howard 1726-1790, Emanuel Swedenborg 1688-1772 y John Wesley 1703-1791, destacados tanto por su capacidad científica como por su celo filantrópico. Benjamin Franklin, entonces empleado de una imprenta en Boston, atribuye principalmente su futuro éxito en la vida a su temprana resolución de adoptar una vida frugal. [1]
Fue a su dieta pura a la que el gran reformador de prisiones atribuye su inmunidad, durante tantos años, contra la mortal fiebre carcelaria, a cuya infección se expuso sin temor al visitar esos focos de malaria: las sucias cárceles de EEUU y de la Europa continental. (Véase la correspondencia de John Howard – passim) Igualmente significativo es el testimonio del eminente fundador del metodismo, cuya energía y resistencia casi sin precedentes, tanto mental como física, durante unos cincuenta años de persecución continua, tanto legal como popular, se sustentaron (como nos informa en sus Journals) principalmente en la abstinencia de alimentos groseros; mientras que, en lo que respecta a Emmanuel Swedenborg, si la abstinencia no ocupa un lugar tan prominente en sus escritos teológicos o de otro tipo como cabría esperar de sus opiniones particulares, la causa de tal silencio debe atribuirse no a su adicción personal a un alimento antiespiritualista (pues él mismo era notablemente frugal), sino a la preocupación de sus facultades mentales, que parecen haber sido absorbidas en la elaboración de su conocido sistema espiritista.
Howard Williams
Notas a pie de página
1— La razón, tal como la esgrime él mismo para su abandono años después de su reforma autoimpuesta, no es digna ni de su perspicacia filosófica ni de su juicio ordinario. Parece que en una ocasión, mientras sus compañeros pescaban en el mar, observó que el pez capturado, al abrirlo, revelaba en su interior los restos de otro pez recientemente devorado. El joven impresor pareció ver en este hecho la ley de la naturaleza, según la cual los seres vivos viven de la matanza, y la justificación de la omnipresencia humana. (Véase Autobiografía). Sin embargo, esto era, para usar la famosa frase del siriano, «razonar mal», pues la respuesta suficiente a esta supuesta justificación de la propensión carnívora del hombre es simplemente que el pez en cuestión fue creado, por organización natural, para depredar a sus semejantes del mar, mientras que el hombre no está formado por la naturaleza para alimentarse de sus semejantes de la tierra; y, además, que la mayor parte de los seres terrestres no vive de la matanza.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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