Eminente cirujano de Lyon, en la Facultad de Medicina y Cirugía de cuya ciudad ocupó una cátedra y donde reunió un extenso Museo Anatómico.
En la Revolución de 1789 abrazó sus principios con ardor y ocupó los puestos de funcionario municipal y de Procurador de la Commune. El día de las ejecuciones de Lyon, bajo la dirección de los tribunales revolucionarios, el 9 de septiembre de 1792, Pressavin intervino e intentó salvar a varios de los condenados. En la Convención Nacional, a la que había sido elegido diputado, votó a favor de la ejecución del Rey; en otros aspectos se oponía a las medidas extremas de los revolucionarios violentos y en septiembre de 1793 fue expulsado de la Sociedad de los Jacobinos. En 1798 fue nombrado miembro del Consejo de los Quinientos, para dos años, por el departamento del Ródano. La fecha de su muerte parece incierta.
Sus principales escritos son:
Traité des Maladies des Nerfs, 1769. Traité des Maladies Vénériennes, où l’on indica un Nouveau Remède, 8vo., 1773. Por último, y más importante, L’Art de prolonger la Vie et de Conserver la Santé, 8vo. París 1786. Fue traducida al español, Madrid, 8vo., 1799.
Pressavin expresa así sus convicciones sobre los efectos fatales de la creofagia:
No podemos dudar de que, si el hombre se hubiera limitado siempre al uso de los alimentos destinados a sus órganos, no se vería hoy víctima de esta multitud de enfermedades que, por una muerte prematura, derriba (moissone) el mayor número de individuos, antes de que la edad o la naturaleza hayan puesto límites a la carrera de su vida. Los demás animales, por el contrario, casi todos llegan a ese término sin haber experimentado ninguna enfermedad. Hablo de los que viven libres en el campo; porque aquellos a quienes hemos sometido a nuestras necesidades (reales o fingidas), y a quienes llamamos domésticos, comparten el castigo de nuestros abusos, experimentan casi la misma alteración en su temperamento y quedan sujetos a una infinidad de enfermedades de las que están exentos los animales salvajes.
Los hombres, pues, salidos de las manos de la Naturaleza, vivieron mucho tiempo sin pensar en inmolar seres vivos para gratificar (s’assouvir) su apetito. Son, sin duda, esos tiempos felices que nuestros antiguos poetas nos han representado bajo la agradable alegoría de la Edad de Oro. De hecho, el hombre, suave por organización natural y alimentándose sólo de alimentos vegetales, debe haber sido originalmente de disposición pacífica, bastante capacitado (bien propre) para mantener entre sus semejantes esa feliz paz que hace que la vida sea más pacífica. delicias de la sociedad. La ferocidad, lo repito, es peculiar de los animales carnívoros; la sangre que beben mantiene ese carácter en ellos. …
Pero si esta facultad (reflexión), que se llama Razón, ha proporcionado al Hombre tan grandes recursos para ampliar sus goces y aumentar su bienestar, ¿cuántos males no han resultado de los múltiples abusos que de ellos ha hecho? ¿Él? El que se refiere a su Alimentación no es el que menos ha contribuido a su degradación, tanto física como moral. …
Entre otras evidencias de esto, los campesinos que subsisten con una dieta sin carne, están exentos de la multitud de enfermedades que engendran la corrupción de los jugos de la sangre, tales como fiebres humorales, pútridas y malignas, apoplejía, de Caquexia, de Gota y de una infinidad de enfermedades miserables, son sus hijos: llegan a una edad muy avanzada, libres de las enfermedades que afectan tempranamente a nuestros viejos sibaritas. Por el contrario, los habitantes de las ciudades, que hacen de la carne su principio. comida, pasan su vida miserablemente, presa de todas estas enfermedades que, por ello, se pueden considerar endémicas entre ellos.
Otra prueba muy evidente de que la carne no es un alimento natural del hombre es que, quien se ha abstenido, durante un cierto tiempo, cuando vuelve a ella —es raro que este nuevo régimen no se convierta pronto en él en el germen de una enfermedad—, tanto más grave cuanto más se abstiene de comer. Tenemos la oportunidad de observar esto después de los ayunos de los católicos, en la mayoría de los que han practicado fielmente la abstinencia de la carne.
Admite que puede haber algunas constituciones cuyos órganos de digestión hayan sido tan corrompidos por el uso prolongado de la carne, que un cambio repentino puede ser desaconsejable; aunque una reforma gradual puede no ser siempre beneficiosa:
No dudo que la apoplejía, esa enfermedad fatal tan común entre la gente rica de las ciudades, pueda ser evitada por aquellos que están amenazados de ella, mediante la abstinencia total de la carne. Una plétora sanguínea o humoral es siempre la causa predisponente de esta enfermedad. La causa inmediata de la enfermedad es un enrarecimiento repentino de la sangre o de los humores en los vasos; este enrarecimiento se produce sólo por la predisposición de los jugos del cuerpo a la corrupción.
Pressavin dedica una proporción considerable de su Tratado a los argumentos de la fisiología comparada. Aunque está firmemente persuadido tanto de lo antinatural como del fatal daño de la dieta de la sangre, [1] expresa su desesperación por un pronto triunfo de la Razón y la Humanidad por medio de una reforma dietética general. [2]
Howard Williams
The ethics of diet, 1883
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1— Entre las autoridades médicas ilustradas de la actualidad, el Dr. B. W. Richardson, F.R.S., quizás el higeista y reformador sanitario más eminente del país que hoy vive, ha dado su testimonio en términos indudables de la superioridad de la dieta más pura. En su reciente publicación Salutisland ha desterrado el matadero, con todas sus abominaciones, de ese estado modelo. Véase también su Hygieia.
2— L’Art de prolonger la Vie et de Conserver la Santé: ou, Traité d’Hygiène. Par M. Pressavin, Graduado de la Universidad de París; Miembro del Collège Royal de Chirugie de Lyon y Ancien Demostrateur en Matiere Medicale-Chirurgicale. Un Lyon, 1786.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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