La noche estaba tranquila, el aire susurraba lento, las hojas de los árboles caían sobre mi ventana, los explotadores de animales dormían a gusto y en sus sueños no se esperaban lo que sucedería ese 4 de enero de 2008.
Esa noche estuve leyendo algunos números de Sombras y Cizallas y un artículo de los compañeros españoles de Acción Vegana sobre la vida de Barry Horne y me impactó, sobre todo las acciones individuales que llevaba a cabo el compañero, liberaciones de animales y actos de sabotaje que con sólo la decisión, la convicción y la rabia convertida en acción se podían hacer. Él decía que en verdad sólo algunas pocas acciones necesitaban más de dos personas, y así es.
Mi célula y yo habíamos empezando a darles problemas a los especistas desde el año pasado, algunos compañeros afines nos habíamos juntado para formar una célula del FLA en México, nos habíamos enterado por medio del portal Bite Back que ya se había llevado una acción reivindicada como ALF en diciembre de 2006 en Monterrey, y otra en octubre de 2007 reivindicada de igual manera en alguna parte de México. Aquellas células empezaban a declararle la guerra al sistema antropocéntrico imperante en todo el mundo y nosotros no nos quisimos quedar a la deriva y esperar a que se formaran más grupos para empezar a actuar, y es así como se formó el Frente de Liberación Animal – Comando Verde Negro, el complemento verde negro fue alusivo a los colores del anarcoveganismo.
Los ataques se empezaron a dar, pero muy dentro de mí sentía que debía de haber una liberación animal por más pequeña que fuera para poder escribir en los comunicados con letras mayúsculas Frente de Liberación Animal, así que esa noche recordé la localización de un criadero de aves, no era tan grande y, a decir verdad, mi célula y yo ya habíamos estado por allí buscando un objetivo para sabotear.
La música de Animinimalista, grupo musical de veganos argentinos, sonaba en mi grabadora, mientras acababa de leer el artículo dedicado a Barry leí una de las líneas con las que me decidí a salir y yo solo llevar a cabo la acción por la liberación animal, la línea decía «Si no obran, consienten; si no combaten, entonces no vencen. No perder el tiempo en hablar de la causa, bebiendo en un pub o comiendo vegetales pulposos. ¡Ve ahí fuera y vence!». Y … ¡boom! … eso fue como un gran empujón para demostrar que hay algo de Barry siempre en todos nosotros. Mientras acababa de leer aquel fanzine escuchaba de Animinimalista: «sabes que la muerte no es el fin de esta vida tan cruel, hay una alternativa, la liberación, acción directa por tu libertad». Parecía ser que todo me estaba indicando que sin decirle nada a mi célula actuara por mi propia individualidad, me levanté y en una mochila metí unas pinzas para cortar cable, un desatornillador, unos cables elásticos que actuaran como asas para llevarme alguna jaula del criadero, una manta para taparla, un par de guantes y un pasamontañas. Pensaba llevarme un bote de pintura para escribir algunas consignas, pero decidí que no por el tiempo del que disponía.
Salí y la noche estaba demasiado relajada, nervioso al caminar pasó casi una hora para llegar al objetivo y allí iba, un muchacho caminando en medio de la nada vestido de negro con una mochila que parecía no tener nada, esquivando a la policía entre las sombras y ligeramente apresurado.
Por fin me encontraba frente al objetivo, mirando la ventana de la casa del criador y volteando a todos lados, pensaba en todos los compas que habían estado como yo en algún lugar del mundo decidiendo entrar en acción, ya estaba allí, ya no había marcha atrás. Al lado había una casa por donde decidí entrar al criadero, con cuidado subí por una jardinera y trepé hasta el tejado de la casa y allí estaban, un montón de jaulas repletas de gallos que el criador seguramente utilizaría para una pelea y ganar dinero, había también pavos, palomas y alguna que otra gallina, todos estaban dormidos y el lugar reflejaba una imagen de tristeza y aburrimiento.
Desde el tejado planeé cómo se iba a hacer la acción. En primer lugar, pensaba rescatar a un pequeño gallo que se encontraba solo en una jaula, a dos palomas y a dos pavos. Bajaría del techo de la casa y tomaría la jaula de las palomas y allí metería a los dos pavos y al pequeño gallo me lo llevaría en mi mochila, treparía por la pared saliendo del criadero llevando a los animales a la libertad. Bueno, al menos ese era mi plan y decidí llevarlo a cabo, enseguida pensé, «es muy fácil», pero no contaba con algunas cosillas no planeadas.
Me cubrí el rostro con el pasamontañas y bajé cuidadosamente por la pared, pero al caer hice mucho ruido y los animales que se encontraban presos se asustaron y todo se volvió un escandaloso cacareo -con este problema no contaba. Las gallinas y los gallos empezaron a hacer mucho ruido, cacareaban, corrían y movían sus alas, me empecé a sentir nervioso y solo veía las ventanas de la casa del criador, imaginaba que saldría de inmediato con una escopeta, me corretearía y llegaría a casa con los pelos estilo punk, pero no pasó nada de eso, retrocedí y me estuve quieto hasta que algunos animales se quedaron dormidos, unos se mantuvieron despiertos y me miraban con sus negros ojos.
De repente de la nada se oyó una bicicleta que pasaba por allí lentamente, me agaché en la oscuridad y vi pasar a un policía, ¡¿un policía?! ¡Pero qué paradoja!, cuando menos quieres ver a un sirviente del Estado lo ves, eso es impresionante. Me mantuve quieto y sin hacer ruido unos cuantos segundos.
En ese momento volteé y vi a los pavos en una jaula picando los barrotes de su celda para salir, tenían su pico y su cabeza lastimada, pues los golpeaban con bastante fuerza. En verdad querían salir y disfrutar de la libertad. Eso me llenó de rabia y me acerqué cuidadosamente hasta donde estaban las palomas. Mi plan estaba empezando.
Quité una jaula para gatos vacía que tenían encima de la de las palomas, la bajé y la puse en la oscuridad para que no se viera tanto, lo raro es que cuando tomé la jaula los animales ya no hacían ruido y su mirada se mantenía fija en mi silueta negra. Después me dirigí hacia la jaula de los pavos, saqué las pinzas que traía en la mochila y quité la pequeña puerta de la jaula, y con cuidado metí una mano. Los pavos se asustaron y empezaron a hacer mucho ruido. Mi plan se empezaba a complicar de nuevo. Mientras mi mano intentaba sacar a uno yo volteaba a ver la ventana de la casa del criador, hasta que por fin tomé a uno y lo llevé hasta donde estaban las palomas. Abrí la puertecilla y lo metí junto con éstas. Mi plan estaba casi cubierto.
Fui a por el otro pavo, pero era muy escandaloso, corría, corría y hacia un ruido extraño. Después de unos minutos intentándolo sacar, sentí que pronto el criador saldría, me empecé a sentir de nuevo muy nervioso y a sudar mucho, decidí que la acción debería parar allí y no arriesgar la vida de los animales y la mía. Después de todo tenía a tres animales que irían a la libertad. Dejé la jaula abierta del pavo deseándole lo mejor, la presión era demasiada, saqué de mis bolsas los cables que actuaron como asas y las puse arriba de la jaula para tomarla bien y salir de inmediato trepando por la pared.
Entonces vi que traía muchas cosas, una gran jaula y mi mochila, y que sería muy incómodo trepar y hasta podría accidentarme y quedarme herido tirado dentro de un criadero de aves, intentando rescatar animales, y mi primera liberación sólo quedaría en el olvido (eso hubiera sido una mierda).
De repente vi que en la alambrada había una puerta que estaba cerrada por tres cables. Casi no se distinguía y con mis manos temblorosas la abrí. El primero que estaba hasta arriba casi no hizo ruido, pero la segunda de en medio se oyó un gran estruendo que sacudió toda la alambrada, tooonnnnn se oyó mientras me agachaba para sacar el tercer cable decía en mi mente «¡No mames, ya me cacharon!» (frase muy común en el léxico mexicano), pero volteé para ver de nuevo la ventana del criador y sólo veía las luces apagadas. Mi plan no había salido como esperaba, pero los animales estaban a salvo.
Salí con todo y con la jaula como si nada del criadero, apresurándome a la esquina de la calle, de mi mochila saque la manta y antes de cubrir la jaula para no despertar sospechas, vi a los animales rescatados, que en unas pocas horas sentirían la libertad, libertad resultado de la acción directa.
Desaparecí del criadero con las sombras de los árboles cubriéndome y feliz de que todo hubiera salido bien, no como me lo esperaba pero bien.
Dejé a los animales en la casa de un compañerx que no tenía nada que ver con el rollo del veganismo, hasta que amaneciera. Allí podían estar seguros por si alguien me seguía hasta mi casa. Al día siguiente mi célula y yo nos dirigimos a tal casa para llevarlos a uno de tantos cerros del estado de México, donde convivirían con otros animales, había comida y agua, y donde por fin, vivirían en completa libertad.
Subimos al cerro, el pavo me picaba la mano pues pienso que estaba ansioso por salir ya, y en un lugar seguro sacamos de la jaula a las palomas, las cuales volaron libres. Se posaron en un gran árbol mirándonos fijamente mientras el pavo salía temeroso de la jaula, después se adaptó rápido pues ya empezaba a picar el suelo empezando a buscar comida y a caminar sobre la tierra y ya no sintiendo los barrotes de la jaula en sus patas.
Nos quedamos un rato viendo a los tres animales rescatados por una sola persona. Después de toda la turbulencia que pasó, un momento como ese no se compara a ningún otro, después de que esos animales tenían una vida de mierda, verlos correr en el pasto verde, volar por los árboles y ser libres es una experiencia inigualable y en verdad se está cumpliendo, no sólo la palabra de la liberación animal, sino con los hechos que conlleva ésta.
Yo sé que muchas otras acciones como ésta han sido llevadas a cabo por una sola persona y me da mucha alegría que en México se estén liberando animales como en la liberación que hubo el 16 de enero de 2008, cuando unos cachorros fueron rescatados de una muerte segura por mi célula, o la del 2 de marzo, cuando un pato fue rescatado y liberado por los compañeros del FLAM; o la más reciente, el 25 de julio, en la que tres ratones fueron rescatados y liberados de una tienda de «mascotas». Y aunque estas liberaciones parezcan tener sentido sólo para unos cuantos de nosotros, el FLA está demostrando que con la acción directa la liberación animal es posible, que los métodos legales se acabaron y es la hora de incendiar, sabotear y atacar a las formas de dominación y liberar a los esclavos y torturados.
Un saludo liberacionista para todos los que luchan desde la clandestinidad.
Esto es sólo el comienzo.
FLA México
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Este artículo está publicado en el libro R209. En los años 70 surge en Inglaterra el primer grupo de activistas que decide desobedecer la ley para detener esta situación de discriminación especista. Desde entonces cientos de compañeros, por todo el mundo, han decidido tomar parte en las prácticas de liberación, investigación y sabotaje. Este libro ha sido escrito por algunas de las personas que han participado en esta lucha. Una lucha de la que tú también puedes formar parte.
1- culturavegana.com, «Liberación Animal, Ya!», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 25 junio, 2020 | Publicación: 21 mayo, 2020
2- culturavegana.com, «FLA – Frente de Liberación Animal», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 29 enero, 2021 | Publicación: 29 marzo, 2018
3- culturavegana.com, «¿Quiénes son los Libertadores?», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 28 febrero, 2021 | Publicación: 26 febrero, 2021
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
Ronnie Lee y Cliff Goodman fueron arrestados en agosto de 1974 por participar en una incursión en el laboratorio de animales de Oxford en Bicester. Durante el juicio hubo manifestaciones diarias delante del tribunal. El diputado laborista local, Ivor Clemitson, fue uno de sus seguidores. Fueron condenados a tres años de prisión, durante los cuales Lee participó en la primera huelga de hambre del movimiento, con el fin de obtener ropa y comida vegana. Tras 12 meses fueron puestos en libertad condicional. En primavera de 1976 Lee parecía más militante que nunca. Reunió a los activistas restantes de la Band of Mercy y a dos docenas de nuevos reclutas, siendo unos 30 en total. Molland escribe que el nombre Band of Mercy no encajaba como descripción de lo que Lee entendía como un movimiento revolucionario. Lee quería un nombre que acechara a los que usaban animales, según Molland. Así nació el Frente de Liberación Animal.
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