Los veganos pueden encontrar microagresiones y microinjusticias en las escuelas con la misma facilidad con que las encuentran en la sociedad en general [1].
Aunque algunas escuelas han incorporado una oferta vegetariana (y a veces vegana) permanente en el menú, la realidad general es que los veganos todavía son tratados como ciudadanos de segunda clase en la mayoría de las cafeterías escolares. Incluso en aquellas que proporcionan alternativas, la iniciativa escolar está estructurada para reducir el veganismo a un mero «requisito dietético especial» de carácter personal en lugar de una perspectiva política colectiva a partir de la cual se desarrolla una crítica transformadora de la sociedad. Cuando no se ponen a disposición del público unas listas exhaustivas de ingredientes, o no hay una transparencia clara en cuanto a la manera en que se cocinan los alimentos disponibles, y el personal no recibe la educación adecuada para poder responder con sencillez a preguntas sobre los alimentos o su preparación, esto constituye una forma de microagresión contras los veganos (y, por extensión, contra todos los que comen en la escuela) por parte de las administraciones escolares. Sin embargo, es importante recordar que detrás de estas microagresiones dietéticas se encuentra una lógica institucional macroagresiva, no tratándose de una mera aptitud descuidada y desinformada de los administradores como individuos.
Considere la historia reciente de Dave Warwak, profesor titular de arte de quinto a octavo grado en la Escuela Secundaria Fox River Grove, en el área de Chicago, y que había impartido con anterioridad en la Univesidad de Northern Illinois, pero que fue suspendido y luego despedido por su escuela pública por enseñar arte desde una perspectiva animalista [2]. En 2006, Warwak se hizo vegano y decidió responder en la escuela a la evidente crueldad hacia los animales desarrollando (y habiendo obtenido aprobación para ello) una clase colectiva de arte en la que varios estudiantes y maestros debían crear y cuidar unos animales elaborados con pollitos de malvavisco «Peeps» disponibles en el mercado. Al igual que con los ejercicios escolares en los que los estudiantes cuidan unos huevos somo si fuesen «bebés», la gente de la escuela personalizaba sus Peeps, hablaba con ellos y los trataba como si fueran sujetos de una vida que merecieran protección. Al final de la lección, sin embargo, Warwak sorprendió a todos al recoger los pollitos de malvavisco para una exhibición escolar de arte donde se representaba a los Peeps como encerrados detrás de jaulas de un zoológico, colgados de la pared como trofeos de caza, aplastados como si hubieran sido atropellados, cocidos y fritos en ollas y sartenes, y envueltos entre rebanadas de pan a la manera de un sándwich.
Según una publicación del Chicago Tribune del 12 de septiembre de 2007, esto generó una reprimenda del director de la escuela, que acusó a Warwak de estar tratando de «influenciar a los estudiantes contra el programa del comedor escolar» y le advirtió de que se adhiriera al plan de estudios. En respuesta, Warwak respondió que parte de enseñar arte a los estudiantes es hacer que piensen sobre la vida y hacer que conecten su creatividad con los problemas sociales que más les preocupan. Más adelante, intentó que eliminasen el anuncio de «Got Milk?» del Consejo Nacional de Productos Lácteos y otros carteles promocionales que adornaban las paredes del comedor, y cuando el gerente de la cafetería de la escuela se negó a quitarlos, Warwak y sus alumnos publicaron unos carteles veganos propios que satirizaban el problema. También comenzó una campaña más pública para aumentar la conciencia sobre la calidad de los almuerzos que servía la escuela, lo que provocó su despido.
Si bien podría cuestionarse la actitud de Warwak, al estudiar su caso también parece claro que su despido no se debió a su estilo pedagógico, sino a su falta de voluntad de dejar de utilizar el programa de arte para explorar su propia escuela como un lugar donde albergar la perspectiva animalista. Al hacerlo, pronto se encontró inmerso en un hervidero de asuntos políticos relacionados con la existencia de lo que podría denominarse el «complejo industrial de la cafetería escolar» ubicado justo debajo de la superficie epistemológica del código de normalidad cotidiano de la escuela. Por ejemplo, podríamos preguntarnos (como lo hizo él): ¿Por qué había carteles del Consejo de Productos Lácteos en la escuela? ¿Cuál era la calidad de la comida escolar? ¿Qué hay de malo en influenciar a los estudiantes contra el programa de almuerzos escolares cuando hay una base educativa sólida para ello?
No sólo en la Escuela Secundaria Fox River Grove, sino en miles de escuelas de todo el país, las agroindustrias corporativas han enloquecido en su intento de utilizar la educación pública como un lugar para establecer la naturalización de la carne y los lácteos como hábitos alimenticios de por vida, para generar ventas, para subvencionar a la industria alimentaria frente a la disminución de los precios de producción, así como para canalizar alimentos por debajo de las normas de salud apropiadas. Warwak hizo lo correcto cuando exigió la supresión de los carteles del Consejo de Productos Lácteos, ya que, de hecho, habían sido objeto de expulsión de alrededor de 105.000 escuelas públicas por parte de la Comisión Federal de Comercio. En mayo de 2007, la Comisión dictaminó que el mensaje publicitario de la campaña «Milk Your Diet» de la industria láctea —que afirmaba que el consumo regular de leche estimula la pérdida de peso saludable— era científicamente falso [3]. Una historia recogida en Alternet sobre esta cuestión captura la duplicidad corporativa que esconde esta operación abierta para infundir propaganda a favor de la leche en las escuelas:
«La campaña Milk Your Diet (también llamada BodyByMilk; Think About Your Drink; Why Milk?; 24oz/24hours; 3-A-Day; y Got Milk? —¡algún eslogan tendrá que funcionar!)… envió el otoño pasado carteles en camionetas pertenecientes a David Stackham, Carrie Underwood y el jugador de los Yankees de Nueva York, Alex Rodríguez, a 45.000 escuelas públicas medias y secundarias y a 60.000 escuelas primarias públicas, y realizó una subasta en línea donde los estudiantes podían usar los códigos de barras de los productos lácteos como moneda de cambio. («Es una experiencia increíble», decían las promociones de la web, que aún estaban en funcionamiento en mayo. «¿Hemos mencionado que tienes la oportunidad de ganar un iPod? ¿Y una guitarra Fender? ¿Y ropa a la última de Adidas y Baby Phat? Todo lo que tienes hacer para conseguirlo es beber leche. De cualquier tamaño. De cualquier sabor.»)
La campaña ofreció 1.000 dólares de la America’s Healthiest Student Bodies Awards a las escuelas con los estudiantes «más activos» y los homenajeaba, ¿con qué?, con reconocimientos Got Milk.»
Rosenberg 2007.
Las escuelas de todo el país han utilizado este tipo de material de la industria láctea porque es una exigencia tácita del Programa Nacional de Almuerzos Escolares del USDA, el principal vehículo gubernamental a través del cual se promueve la oferta de alimentos y se subsidian los precios nacionales. En este caso, el programa sólo reembolsa a las escuelas el gasto de alimentos en caso de que promuevan artículos como la leche, que se considera un bien nutricional.
Cabe señalar que se trata del mismo Programa Nacional de Almuerzos Escolares que fue criticado en un artículo del Wall Street Journal de marzo de 2008, que reveló que:
«En informes que datan de 2003, la Oficina del Inspector General del USDA y la Oficina de Responsabilidad Gubernamental citaron a los administradores e inspectores del programa de almuerzos del USDA por mantener unas normas de seguridad alimentarias débiles, por tener unas salvaguardias contra la contaminación bacteriana deficientes, y por elegir programas de almuerzos de proveedores que habían cometido violaciones conocidas de seguridad alimenticia. Los auditores señalaron problemas con los controles sobre la contaminación por E. coli y salmonela.»
Williamson 2008.
Peor aún, la frase «violaciones conocidas de seguridad alimenticia» es casi un eufemismo. Uno de los principales proveedores de carne del Programa Nacional de Almuerzos Escolares ha sido la empresa de envasado de carne Westland Hallmark, que, a través de filmaciones secretas tomadas por la Humane Society de EEUU, se supo que mataba con regularidad vacas «débiles» (es decir, animales con enfermedades mortales que han sido asociadas con el mal de las vacas locas y otras enfermedades fatales para los humanos) para el consumo popular. Aunque durante años negó con reiteración cualquier infracción ilegal, la definitiva revelación de las prácticas de Westland Hallmark llevó al mayor retiro de carne de vacuno de la nación (Associated Press 2008). Por desgracia, se sospechó que la gran mayoría de la carne de Westland Hallmark ya había sido ingerida —en gran parte por escolares. Por lo tanto, el programa de arte de Dave Warwak buscaba proporcionar una forma de ruptura epistemológica del status quo educativo para llamar la atención sobre el papel que desempeñaba este tipo de alimentos en su propia escuela. Al hacerlo, sin embargo, amenazó con poner en evidencia que las normas dietéticas construidas en nombre de los que asisten a las escuelas públicas (así como de la sociedad en general) están por lo general establecidas por un rey desnudo.
Richard Kahn
2011
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
Artículo orginial: «Towards an animal standpoint: Vegan education and the epistemology of ignorance» publicado en inglés en researchgate.net y publicado integramente en Cultura Vegana con el título: Hacia una perspectiva animalista
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— Debido a cuestiones de espacio, no cubriré toda la gama de temas que podrían cubrirse bajo esta idea, que además del asunto de los almuerzos escolares incluye las disecciones en clase, el uso de pesticidas y rodenticidas en las escuelas, y la tenencia de mascotas en las aulas, así como la forma en que la historia de los animales nohumanos (como la de las mujeres, las personas de color, los discapacitados, etc.) ha sido efectivamente eliminada de la mayor parte de la carrera escolar.
2— Los detalles de esta historia han sido extraídos a partir de la correspondencia personal que mantuve con Warwak en septiembre y octubre de 2007, así como del conjunto de evidencias y enlaces archivados en la página web de Dave Warwak: http://www.inslide.com y http: //peepshowforchildrenonly.com. Este último está dedicado a un manuscrito autopublicado en el que Warwak narra su epopeya pedagógica y recoge las transcripciones de los procedimientos judiciales que tuvieron lugar cuando Warwak demandó al distrito escolar por despido improcedente y por no cumplir con los estándares estatales obligatorios en la educación del carácter y la humanidad.
3— La decisión de la Comisión Federal de Comercio, aunque supuso una victoria para la ciencia democrática, vino después de innumerables peticiones presentadas contra la campaña de la Industria Láctea por parte de la organización de derechos de los animales del Comité de Médicos para una Medicina Responsable, que data de 1999. La Comisión se negó a llevar a cabo una audiencia en todas las peticiones anteriores.
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