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La dieta de Gaudí

Última edición: 1 junio, 2023 | Publicación: 30 mayo, 2023 |

Antoni Plàcid Guillem Gaudí i Cornet fue un arquitecto catalán. Hasta donde hemos podido saber, era vegetariano principalmente por razones de salud.

Antoni Gaudí i Cornet [1852-1926]

Al joven Gaudí le gustaba el vestir elegantemente y con ropa de alta calidad, y a medida que se hizo mayor fue adoptando el desapego y llevando una simplicidad llamativa en su día a día. A los cuarenta años conoció las ideas naturistas y su vestimenta empezó a simplificarse. Realizó un cambio radical en su dieta, pasó por dietas frugales y de fruta. Se conoce la anécdota de que siempre llevaba en sus bolsillos unas cuantas almendras tostadas y avellanas para ir alimentándose de cuando en cuando. Cuando se encontraba enfermo Gaudí no acudía a la medicina oficial de la época, sino que seguía las instrucciones del naturista alemán Kneipp.

De joven había padecido de reumatismo articular y durante toda su vida utilizó la hidroterapia para controlar la enfermedad, también padeció una supuesta anemia cerebral y más tarde unas fiebres de malta, y siempre utilizó la medicina natural para recuperarse. Para tratarse de estas enfermedades Gaudí entró en contacto con el movimiento naturista vegetariano que empezaba a tener seguidores en Cataluña. Existe una carta de Gaudí enfermo que dice “sospecho que mis enfermedades no necesitan medicamentos sino cambios de vida”.

Gaudí empezaba el día con duchas y abluciones de agua fría con fricciones, eso le activaba la circulación y podía empezar con vigor la jornada de trabajo. Dejó de fumar y emprendía largas caminatas rechazando el transporte publico, es conocido que iba a pie desde el Parc Güell donde vivía en los últimos años, hasta la Sagrada Familia. Dormía con la ventana siempre abierta tanto en verano como en invierno. En otra carta Gaudí se refiere a la vida al aire libre:

“El sol es el estimulador de la vida, … y el sol es tan estimulante en verano como en invierno y para la salud es esencial tomar el sol.”

Antoni Gaudí

Gaudí se interesaba personalmente por el estado de salud de sus colaboradores artistas y obreros en la Sagrada Familia. Cuando alguno de ellos enfermaba de tuberculosis o padecía alguna afección grave, solía visitarlos y daba consejos higiénicos prácticos a menudo en contra de la opinión de los médicos. Existen más anécdotas sobre la frugalidad de Gaudí en los últimos años de su vida, por ejemplo tenemos constancia que los invitados a compartir con él alguna comida en la Sagrada Familia, después de comer cereales integrales y ensaladas, solían quedar con hambre y se iban después a comer un par de huevos fritos en cualquier restaurante.

Tenemos comentarios de amigos suyos que nos explican cual era la posición de Gaudí respecto a la dietética.

He aquí un fragmento:

Gaudí explicaba que las ensaladas constituyen la forma más perfecta de absorber el aceite, por otro lado indicaba que las frutas son perfectas incluso con su piel ingeridas para las evacuaciones y para evitar el estreñimiento.”

Creía que el cuerpo necesita determinada cantidad de grasa y el mejor aporte es el del aceite virgen crudo de oliva. Aseguraba que las personas que tienden a comer demasiado destruyen su capacidad vital y ponen en peligro su salud a largo plazo.

Gaudí también insistía que la fruta había de comerse cogida y recolectada del árbol y que cualquier forma de conservación de la fruta con frío hacia perder su aroma. Aseguraba que la fruta más olorosa y saludable eran los albaricoques de Mallorca recolectados en el instante. Para Gaudí los licores atacaban el hígado y eran desaconsejables, la carne y los caldos cargados atacaban el riñón, aseguraba asimismo que la manía de las madres de hacer caldos cargados de elementos cárnicos era una de las desgracias de la salud de los catalanes.

Tenemos las confesiones de la chica de limpieza de la casa de Gaudí en una carta a una amiga:

“El señor Gaudí rechaza la carne, suele comer algunas hojas de escarola y bebiendo algo de leche fresca, seguía las instrucciones naturistas del abate Kneipp, tan frugal y tan sólo pero tan bondadoso con la gente humilde.”

La siguiente información es del libro “Gaudí” de Gijs van Hensberg, publicado inicialmente por Harper Collins Publishers en 2001:

“Como vegetarianos comprometidos, Gaudí y su padre estaban obsesionados con el aire fresco, el agua y la dieta especial promovida por el Dr. Kneipp. […] Uno sospecha que la dieta de Gaudí surgió directamente de la tradición judaica de dejar siempre el estómago medio vacío para dejar espacio al Señor. Gaudí era, después de todo, un franciscano de corazón. […] No más que lechuga, un chorrito de leche, o un chorrito de aceite de oliva, nueces, tallos de acelga cocidos suavemente y miel untada en pan era necesario para mantener el cuerpo saludable, junto con agua ilimitada.”

Gijs van Hensberg
Gaudi”, pp. 122–123

El ritual previo al almuerzo de Gaudí era excéntrico. Después de verter agua sobre sus manos, se las secó y luego se las restregó escrupulosamente con pan rallado. Claramente se sentía a gusto.

“Desde el primer día que llegué a Mallorca me trataron tan bien que me costaba rechazar cualquier cosa que me ofreciera doña Catalina”, dijo Gaudí a Matamala. “Ella una vez me ofreció la muestra más selecta de embutidos: carnes curadas”:

—Puede comerlo, don Antoni —me imploró—, se lo prometo. ¡Es hecho en casa y es pura carne de cerdo!

—“Gracias, doña Catalina”, respondí. “Desafortunadamente, es la misma pureza lo que me impide comerlo.”

Solicitando la dispensa dietética, Gaudí continuó con su habitual dieta sin sal, de verduras condimentadas únicamente con aceite de oliva virgen extra. (p. 128)

Los magros almuerzos de Gaudí a menudo consistían en un plato de hojas de lechuga frescas mojadas en leche, para terminar más tarde con un puñado de nueces o almendras garrapiñadas. (p. 223)

Pero junto con los pantalones, los dibujos, los cálculos y las cuentas llegaron los paquetes de medicinas de Santaló, que Gaudí se negó a tomar, creyendo más en la eficacia de su austera dieta vegetariana. (p. 226)

Martinell también cuenta una historia de cómo Gaudí a menudo llevaba un huevo crudo en el bolsillo, como un bocadillo instantáneo, alardeando que su cáscara era la forma más fuerte que la naturaleza tenía para ofrecer. Abandonó la práctica cuando el alcalde Alberto Bastardas lo abofeteó jovialmente después de celebrar la misa, dejando que el contenido del huevo se le escurriera por la pierna. Martinell, p. 14. (p. 292, nota 19).

Encontramos otras referencias al estilo de vida y la dieta de Gaudí:

Debido a su reumatismo, el artista siguió una dieta vegetariana estricta, usó terapia con medicamentos homeopáticos, se sometió a terapia con agua y caminó regularmente. Las largas caminatas, además de suprimir su reumatismo, le permitieron experimentar aún más la naturaleza.

wikipedia.org/Gaudi

El pequeño Gaudí era de naturaleza enfermiza, y padeció reumatismo desde niño, lo que le hizo un carácter un tanto retraído y reservado. Quizá por eso, de mayor se convirtió en vegetariano y en partidario de las teorías higienistas del doctor Kneipp. Le gustó el contacto con la naturaleza, por lo que se hizo miembro del Centro Excursionista de Cataluña.

wikipedia.org/Antoni_Gaudi

Una comida frugal. Comía un plato compuesto de verdura cruda, que ha triturado con un cuchillo y ha mezclado durante largo rato. Parecía un gazpacho sin caldo. Luego se ha bebido un vaso de leche, en el cual había una rodaja cocida al horno con media mandarina. Llevaba puesta la servilleta, que le protegía el pecho, sujeta en la parte alta de las solapas de la chaqueta, colgándole a modo de cortina, en disposición bastante inestable. 

Cesar Martinell Brunett
Conversaciones con Gaudi”, Barcelona, 1969, p. 68

La mesa, pequeña; entre rollos y modelos. Muy limpia y de gran simplicidad. Comía verdura cruda, quizá escarola, que trituró con el cuchillo y revolvió largamente. Parecía gazpacho sin jugo. Protegió el pecho con la servilleta, metida por dos picos en los cortes de las solapas de la americana, en posición inestable, expuesta a escurrirse. Terminada la verdura tomó un vaso de leche en el cual había una rodaja de limón con su corteza; y como postre, una manzana asada al horno y media mandarina. Todo ello, dispuesto en la mesa se fue sirviendo él mismo, sin criado alguno que le atendiera. Tal fuel la comida del gran arquitecto aquel domingo de diciembre.

Cesar Martinell Brunett
Gaudi, su vida, su teoria, su obra”, 1967, p. 108

Gaudí, de joven, había sido un gran gourmet, pero nunca un glotón; en su madurez, primero por convencimiento de la moda naturista, después para combatir los ataques reumáticos que reaparecieron algunas veces y finalmente por ascetismo, llegó a un grado de frugalidad extraordinario; de modo que un día, paseando por la escollera, no pudo aguantarse, y comió excepcionalmente a deshora unas cuantas almendras crudas, diciéndome: «Siempre tengo hambre y no me he levantado nunca de la mesa harto». Decía que los que comen más de lo necesario, son unos hambrones que malgastan sus energías y comprometen la salud; «Hay que comer para vivir, no vivir para comer». Más tarde, temiendo que la exuberancia física fuese en detrimento del espíritu, cambio esta cita clásica por: «Hay que comer y dormir lo justo para subsistir».

Explicaba que las ensaladas, la lechuga y la escarola, son la forma más sencilla y perfecta de tomar aceite preparado en su propia emulsión; que es un error que la leche con frutas, incluso cítricas, se digiere mal, ya que es todo lo contrario: la piel de las frutas es mejor regulador intestinal. Todo lo que comía lo acompañaba con pan y no bebía nunca, aunque no hubiera comido más que frutos secos; acababa siempre con una miga de pan, que hacía de «esponja limpiadora de la dentadura», después bebía un poco de agua, con la que se enjugaba ligeramente antes de tragarla.

Decía que abstenerse de los tóxicos excitantes y de las especias le agudizaba la sensibilidad y le permitía percibir los olores y los sabores más delicados; que los frutos más exquisitos que había comido eran los albaricoques recién cogidos, obra maestra de aroma combinada con sabor, y que no había manera de conseguir que conservaran esta cualidades mucho tiempo. Notaba si la fruta había estado guardada, aunque fuese en cámara frigorífica, por la falta de aroma y también por la perdida de sabor; cuando no tenía fruta fresca, untaba un poco de miel sobre el pan; no tomaba azúcar.

Juan Bergós Massó
“Gaudí, el hombre y la obra”
Universidad Politécnica de Barcelona, 1974, p. 31-33

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1— «Gaudí’s unfinished masterpiece in Barcelona, Sagrada Família», Nuno Metello, 2008

2— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.


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