El creador de Apple era vegetariano adicto a las verduras verde oscuro como los espárragos y el brócoli.
La biografía autorizada [1] de Steve Jobs del escritor Walter Isaacson describe a una persona extravagante y muy escrupolosa con lo que comía y bebía. La piel se le llegaba a poner anaranjada de tanto comer zanahorias, según cuenta un amigo suyo en el libro.
Desde muy joven, a Steve Jobs le atrajeron las dietas extremas, las purgas y los ayunos. Pasó por etapas consistentes en comer sólo uno o dos alimentos durante semanas. En otras etapas, su dieta se basaba en zanahorias aliñadas con limón y manzanas. Estas dietas de mononutrición no eran caprichos pasajeros.
En 1977, —segundo año de vida de Apple—, Steve Jobs llevó una dieta totalmente frugívora y durante esta etapa de 1 año, no comió más que fruta.
«La Anatomía Comparada nos enseña que el hombre se parece en todo a los animales frugívoros, en nada a los carnívoros.»
Percy Bysshe Shelley [1792–1822]
La dieta de Shelley
La biografía cuenta que la lectura de Diet for a small planet, todo un hit en los setenta en EEUU, empujó a Steve Jobs a abrazar el vegetarianismo como le pasó a Gandhi y a Tolstoi cuando leyeron The Ethic of Diet de Howard Willimas.
La influencia del libro de Frances Moore Lappé tuvo que ver en sus dietas salvajes, de cuya eficacia trataba de convencer a los que le rodeaban. Steve Jobs no perdía ocasión de divulgar sobre las virtudes del veganismo y de los ayunos. De hecho cuando estaba a dieta de fruta no necesitaba usar desodorante. Descubrió el poder del ayuno como purificador, y sabía que la digestión es un desperdicio de energía que cabe contemplar.
La dieta amucosa probablemente sea una gran desconocida para la mayoría. Sin embargo, si añadimos que Steve Jobs fue un seguidor de esta dieta. Fue mucho más que un simple vegano. De hecho, seguía esta dieta que propuso hace más de un siglo el alemán Arnold Ehret [1866-1922], que nos anima a practicar largos ayunos y a renunciar prácticamente a la comida.
Después de su fatal transplante de hígado, decidió alimentarse, —con el apoyo médico— sólo de batidos de fruta. Pedía que le preparasen entre siete u ocho batidos diferentes, los alineaba y los probaba con la punta de una cuchara. No le gustaba ninguno hasta que su médico —quizás le citó a Hipócrates, a Pitágoras, Hesíodo o Plutarco— y le convenció para considerar los batidos de fruta más una medicina que una comida. Aunque Steve Jobs continuó con los ayunos su enfermedad se agravó, y empezó a desoir los consejos de sus médicos.
El creador de Apple era un frutariano convencido que poco más tarde se topó con libros como La dieta amucosa y El ayuno racional, ambas obras firmadas por el prusiano Ehret, cuyas creencias se convirtieron en piedra angular de su vida. Según podemos leer en el mismo manual, la dieta amucosa “es la dieta vegana original” y consiste en la ingesta de toda clase de frutas crudas y cocidas, vegetales sin almidón y verduras de hoja verde crudos o cocidos.
Steve Jobs era muy exigente con lo que comía, y también muy picky. Su hija Lisa Jobs explica que escupió una cucharada de sopa al enterarse de que llevaba mantequilla. Según ella, sus elecciones sobre la comida estaban relacionadas con su carácter ascético, con la idea de que se podía llegar a la iluminación a través de la abstinencia.
Editorial Cultura Vegana
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FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— amazon.com, «Steve Jobs. La biografía», Walter Isaacson, Editorial DEBOLSILLO. 9ª edición, 7 de febrero de 2013.
2— forbes.com, «Steve Jobs’ Diet Secrets», Brian Caulfield, Forbes, 24 de julio de 2008. ¿Está enfermo el presidente ejecutivo de Apple, Steve Jobs? Apple llama a su salud un «asunto privado». ¿Pero está perdiendo peso? Definitivamente. Y en una industria en la que tantos líderes se parecen a los lados de la carne que hablan, la figura esbelta de Jobs es notable.
3— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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