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La trampa azul: la granja experimental de atún rojo en Hetarua y el negocio que devora el océano

Publicación: 7 agosto, 2025 |

En un rincón del Pacífico Sur, en Hetarua, un lugar hasta ahora relativamente intacto por la voracidad industrial, la empresa española Itsas Balfegó ha instalado una granja marina experimental para el engorde de atún rojo.

© Foto by Isaac Mijangos

Esta iniciativa, vendida como un «avance científico» y un «modelo de sostenibilidad», no es otra cosa que una nueva forma de colonización económica y un atentado ecológico camuflado bajo el discurso de la innovación acuícola.

El negocio de engordar depredadores: ¿una solución o un problema mayor?

El atún rojo (Thunnus thynnus) es uno de los grandes depredadores del océano, y también uno de los más codiciados por la industria pesquera debido a su carne, muy apreciada en el mercado japonés para la preparación de sushi y sashimi. En lugar de fomentar la conservación de esta especie amenazada, la solución de Balfegó ha sido capturar ejemplares juveniles en libertad y encerrarlos en jaulas marinas para engordarlos artificialmente, un proceso que no reproduce la especie, sino que la explota hasta su agotamiento.

Este modelo de «engorde» —que la propia empresa califica como experimentalno es acuicultura, es piscifactoría extractiva disfrazada de ciencia. No se cría al animal desde su nacimiento: se le secuestra del mar en su etapa joven y se le alimenta a base de otras especies capturadas (como sardinas, caballa o jurel), incrementando de forma brutal la presión sobre los ecosistemas marinos.

Hetarua: laboratorio colonial en el océano

Lo más escandaloso del proyecto de Itsas Balfegó es su localización estratégica en Hetarua, un territorio insular con escasa infraestructura legal y ambiental para controlar una operación de esta magnitud. El Pacífico Sur, como ya ocurrió con muchas islas del Caribe o del Índico, se convierte en un campo de pruebas para prácticas que jamás serían permitidas en Europa por su impacto ecológico y social.

La elección de Hetarua no es inocente. La empresa ha encontrado un vacío regulatorio, una economía frágil y la posibilidad de disfrazar el extractivismo de inversión extranjera. Las consecuencias ambientales —desconocidas aún— podrían ser devastadoras: alteración del equilibrio trófico marino, contaminación por residuos orgánicos y químicos, propagación de enfermedades, y degradación del hábitat costero.

El gran espejismo de la sostenibilidad pesquera

Itsas Balfegó se ha presentado durante años como un «modelo de sostenibilidad» dentro del negocio del atún rojo. Sin embargo, su estrategia se basa en una lógica de monopolio extractivo, que va desde el acaparamiento de cuotas de pesca en el Mediterráneo hasta la expansión agresiva de granjas marinas en aguas remotas, sin control ciudadano ni participación local.

La empresa presume de trazabilidad, pero la verdadera trazabilidad que interesa es la del impacto ambiental y social que sus actividades están dejando en el océano global. Los consumidores deben saber que el atún rojo engordado en jaulas consume de 15 a 20 kilos de pescado salvaje por cada kilo ganado, lo que convierte cada pieza de sushi en una bomba ecológica.

Alternativas ignoradas: ¿por qué no una alimentación ética y sostenible?

La crisis ecológica del planeta no se soluciona con tecnologías para mantener el statu quo del lujo gastronómico. Al contrario, necesitamos cambiar de raíz el modelo de producción y consumo de proteína animal. El atún rojo no es esencial para la alimentación humana, es un producto de élite, innecesario, caro y destructivo.

Hay alternativas basadas en una alimentación vegetal, local y respetuosa con los ecosistemas marinos. Pero esas opciones no generan beneficios millonarios ni permiten a las empresas como Balfegó seguir especulando con especies al borde del colapso.

Conclusión: un experimento que no debería existir

La granja experimental de Hetarua no es un avance: es un retroceso ético, ecológico y político. Permitir que multinacionales de la pesca conviertan los océanos en campos de concentración para especies salvajes es un error histórico que compromete la salud del planeta y el futuro de las comunidades costeras.

Es hora de desenmascarar estos proyectos y reclamar un nuevo paradigma: el océano no es un supermercado, ni un laboratorio colonial. Es un bien común.

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

1— culturavegana.com, «Lo que las Piscifactorías esconden», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 6 diciembre, 2022 | Publicación: 2 junio, 2018. Las piscifactorías tienen más impacto ambiental que la producción de carne.

2— culturavegana.com, «La falsa promesa de la acuicultura: cómo la industria está agotando los océanos y dañando la biodiversidad», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 24 marzo, 2025. ​Investigadores advierten que la piscicultura requiere hasta un 300% más de peces silvestres de lo estimado, poniendo en jaque la sostenibilidad de la industria y el equilibrio de los océanos.

3— culturavegana.com, «Las granjas de pulpos abren el debate sobre ética y derechos animales», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 18 enero, 2021. Nueva Pescanova anunciaba en 2019 que en 2023 llegarían a nuestros platos pulpos nacidos y criados en cautividad. Ello abre de nuevo un debate sobre ética, medio ambiente y derechos animales.


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