Entre los amigos íntimos de Pope estaban el Dr. Arbuthnot, Jonathan Swift y John Gay.
El primero de ellos, mejor conocido como autor conjunto con Alexander Pope y Jonathan Swift de Martinus Scriblerus, una sátira sobre la pedantería inútil que prevalece en la educación y las letras, y especialmente como autor de la Historia de John Bull (el original de esa personificación inmortal de carne, cerveza y prejuicios), publicó su Ensayo sobre el alimento, en el que se recomienda la dieta vegetal como preventivo o cura de ciertas enfermedades alrededor del año 1730. No la menos meritoria de sus obras fue un epitafio sobre el famoso coronel Chatres: uno de los pocos epitafios que están menos atentos a la costumbre que a la verdad y, podemos agregar, en marcado contraste con el típico de su contemporáneo ahistórico Capitán Blifil.
En Los viajes de Lemuel Gulliver el lector encontrará la sœeva indignatio de Swift —o, en todo caso, de los Houyhnhnms—, entre otras cosas, lanzada contra la dieta indiscriminada de sus compatriotas:
«Le dije» [al Maestro-Caballo], dice Gulliver, «nos alimentamos de mil cosas que operaban en sentido contrario entre sí: que comemos cuando no tenemos hambre y bebemos sin que nos provoque la sed… que eso Sería interminable darle un catálogo de todas las enfermedades inherentes al cuerpo humano, ya que no podrían ser menos de quinientas o seiscientas, repartidas en cada miembro y articulación —en resumen, cada parte, externa e intestinal, tiene enfermedades apropiadas para sí misma— para remediar lo cual había una especie de gente criada entre nosotros con el oficio o pretensión de curar a los enfermos.»
Entre la infinita variedad de remedios y recetas, en la humana Materia Médica, aprende el asombrado Houyhnhnm, se cuentan «serpientes, sapos, ranas, arañas, carne y huesos de hombres muertos, pájaros, bestias, peces»; no meros cuentos de viajeros (según parece). Tal vez sea necesario explicarlo, pero un hecho sobrio, como cualquiera puede descubrirlo por sí mismo al examinar algunos de los tratados médicos recibidos y populares del siglo XVII, en los que las «recetas» más absurdas, que implicaban la crueldad más espantosa, se registran con toda seriedad:
«Mi maestro, continuando su discurso, dijo que no había nada que hiciera a los Yahoos más odiosos que su apetito indistinguible de devorar todo lo que se interponía en su camino, ya fueran hierbas, raíces, bayas, carne corrupta de animales o todo mezclado; y que era peculiar en su temperamento el que les gustara más lo que podían conseguir mediante la rapiña o el sigilo a mayor distancia que la comida mucho mejor que se les proporcionaba en casa. Si su presa resistía, comían hasta estar a punto de estallar.»
Aunque no está acostumbrado a vivir mejor y lo encuentra «insípido al principio», el esclavo humano de los Houyhnhnm (palabra que, dicho sea de paso, en esa lengua significa «la perfección de la naturaleza») registra como resultado de su experiencia , en primer lugar, el hecho de la superior salubridad del alimento vegetal. [1]
Howard Williams
The ethics of diet, 1883
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1— Ver Travels, etc. Parte IV.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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