Muy diferentes, en otros aspectos, de los del autor de History of the Reformation of England los sentimientos de su célebre contemporáneo Bossuet, cuya elocuencia le valió el título distintivo de «Águila de Méaux»
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En cuanto al carácter degradante de la alimentación humana prevaleciente en el mundo occidental, Milton y Bossuet son lo suficientemente notables como para merecer alguna atención. Las Oraisons Funêbres y, en particular, su Discours sur L’Histoire Universelle le han otorgado un alto rango en la literatura francesa. Pero un solo pasaje en la última obra, lo admitiremos fácilmente, otorga más crédito a su corazón que sus más elocuentes esfuerzos en oratoria y literatura a su intelecto. Que, al igual que otros teólogos, católicos y protestantes, haya creído necesario asumir la intervención de la Deidad para sancionar el sustento de la vida humana mediante la destrucción de otra vida inocente, no afecta el peso de la evidencia intrínseca derivable de la sentimiento natural en cuanto a la influencia degradante del Matadero. Es así como él, implícitamente al menos, condena la práctica bárbara:
«Antes del tiempo del Diluvio, el alimento que sin violencia los hombres obtenían de los frutos que caían de los árboles de ellos mismos, y de las hierbas que también maduraban con igual facilidad, era, sin duda, alguna reliquia de la primera inocencia y de la mansedumbre (douceur) para la que fuimos formados. Ahora bien, para obtener alimento tenemos que derramar sangre, a pesar del horror que naturalmente nos inspira, y todos los refinamientos de los que nos valemos para cubrir nuestras mesas, apenas bastan para disimular para nosotros los cadáveres ensangrentados que tenemos que devorar para sustentar la vida. Pero esto no es más que la menor parte de nuestra miseria. La vida, ya acortada, se ve aún más abreviada por las violencias salvajes que se introducen en la vida de la especie humana. El hombre, a quien en las primeras edades hemos visto perdonar la vida a otros animales, se ha acostumbrado en adelante a no perdonar la vida ni siquiera a sus semejantes. En vano prohibió Dios, inmediatamente después del Diluvio, el derramamiento de sangre humana; en vano, para salvar algunos vestigios de la mansedumbre de nuestra naturaleza, al tiempo que permitía alimentarse de carne, prohibía el consumo de sangre. Los asesinatos humanos se multiplicaron más allá de todo cálculo».
Bossuet, unas páginas más adelante, llega a la consecuencia necesaria y natural del asesinato de otros animales, cuando anota que «la raza humana embrutecida ya no podía elevarse a la verdadera contemplación de las cosas intelectuales«. [1]
Howard Williams
The ethics of diet, 1883
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1— Le sang humain abruli ne pouvait plus s’eléver aux chooses intellectuelles. Véase Discours sur L’Histoire Universelle, un esbozo histórico que, aunque necesariamente infectado por los prejuicios teológicos del obispo, es, por lo demás, considerando el período en que fue escrito, una producción meritoria como uno de los primeros intentos de una especie de «filosofía de la historia».
Editorial Cultura Vegana
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FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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