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¡Vivan los animales!

Publicación: 1 junio, 2020 |

Jesús Mosterín, 1941-2017 dedicó gran parte de su vida al estudio de los animales y a la lucha por sus derechos.

Antropólogo, filósofo y matemático, fue profesor en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Colaboró con Félix Rodríguez de la Fuente durante cuatro años. Editor de la enciclopedia que reúne sus más importantes logros y autor de diversos libros sobre el mundo animal como Los derechos de los animales, ¡Vivan los animales! y Animales y ciudadanos.

¿Puede hablarse de un catálogo de los derechos de los animales?
Los derechos, tanto humanos como animales, no son algo que se tenga por naturaleza sino que se crean por convención jurídica. Las declaraciones de derechos de los animales que hasta el momento se han realizado incluyen derechos muy diferentes pero en todas ellas figura en un puesto principal: el derecho a no ser torturado. Toda persona con un mínimo de sensibilidad comprende que hay que preservar de la tortura a todo ser con capacidad de sufrir, no sólo a los humanos.

¿Qué otros derechos hay que reconocer a los animales?
Junto al derecho a no ser torturado, que es un derecho universal, existen derechos propios de cada especie. Al igual que el derecho a la libertad de prensa es propio de los seres humanos, por poseer la facultad del lenguaje, los perros deben tener el derecho a pasear, porque es propio de su naturaleza, y las gallinas a extender sus alas y a rascar el suelo con las uñas. Lo contrario sería tortura.

¿Qué medidas son precisas para que estos derechos sean efectivos?
Crear derechos para los animales, lo mismo que para los humanos, implica imponer obligaciones a los demás. Cuando se dice que los niños pequeños tienen derecho a ser alimentados se quiere decir a la vez que sus padres o tutores tienen la obligación de alimentarlos. Así, debe imponerse a los humanos la prohibición de vulnerar y la obligación de respetar y garantizar esos derechos propios de la naturaleza de cada animal.

¿En qué plano se sitúa el derecho a la vida en el mundo animal?
En el caso de los animales salvajes este derecho es incuestionable, porque es un animal independiente, que se ha alimentado a sí mismo y no debe nada a nadie. Para los animales domesticados, la existencia de este derecho es discutible, ya que están fuera de su medio natural y forman parte de nuestra civilización. Las vacas lecheras, los cerdos de engorde o los perros son animales que en la naturaleza se morirían. Actualmente hay demasiados animales incorporados a nuestro mundo, demasiados perros, ratas y gatos. Puesto que nosotros hemos creado el problema, nos toca regularlo y esto puede implicar en algunos casos matar a los animales, siempre sin que sufran.

De Félix Rodríguez de la Fuente ¿qué destacaría de su labor?
Era un personaje fascinante, inolvidable, que hizo más que nadie por cambiar la mentalidad de España, un país que se ha caracterizado a lo largo de la historia por su crueldad. Si en el siglo XVII los únicos espectáculos de masas eran la quema de herejes, las ejecuciones públicas y las torturas de animales, aún a comienzos del XX la diversión consistía en torturar a los toros o, en el caso de los niños en los pueblos, clavar alfileres a los pájaros. Esto cambió en gran parte gracias a la labor de Félix.

Algunos vegetarianos censuran a los carnívoros y consideran que comer carne animal es una postura moralmente inaceptable. Sin embargo, si un león hambriento se come a un hombre en la selva, nadie acusaría al león de incurrir en un acto moralmente inaceptable. ¿Puede arrojar un poco de luz?
Los seres humanos tenemos dientes y sistema digestivo de omnívoros: podemos comer de todo, y lo mismo ocurre con los chimpancés y los bonobos. El ideal del vegetarianismo es admirable, pero no es el problema más inmediato. El problema moral más inmediato en este asunto son las deplorables condiciones en que viven gallinas, cerdos y otros animales en cierto tipo de ganadería intensiva. Los animales allí viven en campos de concentración y su vida es un infierno. Es urgente acabar con ello. No tengo nada contra los corrales de gallinas que pueden escarbar el suelo, estirar las alas e interactuar entre sí. Tampoco me molestan los cerdos que comen bellotas que caen las encinas en las dehesas de Jabugo.

¿Cree que maltratar a un animal hasta la muerte es cultura?
Sí es cultura, pero cultura malvada y deplorable. También los campos de concentración de los nazis eran cultura y las guerras civiles, la clitoritomía y tantas otras barbaridades son cultura. Cultura es todo lo que está preprogramado en los genes.

¿Cuál sería la mejor manera de conjugar el «reino de los animales» y la «república de los humanos»?
Lo primero es reconocer que los humanos formamos parte del reino animal y no ser separatistas del reino de los animales. Lo segundo es declarar la paz con la naturaleza y con los animales. Lo tercer es conocerlos mejor. Lo cuarto es gozarlos y amarlos.

El gobierno de Australia autorizó que se mataran desde helicópteros a unos 10 mil equinos argumentando que hay sobrepoblación que está causando daños ecológicos. ¿Cómo valora esta decisión?
Me parece mal. Si hubiera que matar a todos los animales que rompen el equilibrio ecológico, habría que empezar por nosotros, algo que no me gusta.

Mosterín se manifestó repetidamente en contra de las corridas de toros y el maltrato animal. Contribuyó decisivamente al debate que condujo a la abolición de las corridas de toros en Cataluña en 2010. Posteriormente publicó varios escritos en los que analiza y critica la tauromaquia y refuta y desmonta los argumentos esgrimidos en su defensa. Como presidente honorario del Proyecto Gran Simio en España, colaboró con Peter Singer en la promoción de derechos legales para los homínidos no humanos, chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes.​ Se oponía frontalmente a la crueldad con los animales, adoptando una postura realista y multidimensional en las controversias sobre el uso de animales en campos más complejos, como la investigación o la alimentación. Pensaba que la tarea moral urgente consiste en acabar con las formas más atroces de maltrato, incluyendo la ganadería intensiva que impide una vida conforme a las pautas de conducta genéticamente preprogramadas de los animales involucrados, así como con las artes más crueles y destructivas de la pesca. En la medida en que se siga comiendo carne, especulaba que en el futuro los filetes podrían obtenerse por cultivo in vitro a partir de células madre.

Mosterín no aceptaba la existencia de derechos naturales, intrínsecos o metafísicos ni humanos ni de los animales en general, pero pensaba que una sociedad políticamente organizada puede crear los derechos que considere oportunos a través de la acción legislativa del Parlamento, y que a veces conviene hacerlo a fin de evitar sufrimientos y desgracias innecesarias. Siguiendo a Hume y a Darwin, y tomando en cuenta los resultados de Rizzolatti sobre las neuronas espejo, Mosterín consideraba que nuestra capacidad congénita para la compasión, reforzada por el contacto, el conocimiento y la empatía, constituyen una base más sólida para el respeto moral de los animales no humanos que la mera y abstracta apelación a derechos intrínsecos inverificables.

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1- Entrevista El País, «El derecho a la vida de los animales domésticos es discutible«, Elena P. Iriarte, Vitoria, 12 de enero de 1999

2- Wikipedia.org, «Jesús Mosterín«

3- ElPais, «Entrevista con Jesús Mosterín«, Ciclo Babelia, 3 de julio de 2013


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