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¿Y si mejoramos el trato hacia los animales que comemos?

Última edición: 29 agosto, 2020 | Publicación: 26 agosto, 2020 |

Asumamos que todos estamos de acuerdo que los animales utilizados para producir alimentos tienen vidas horribles y muertes horribles, y que las leyes que requieren el trato “humano” son, en su mayoría, inútiles.

Este perro significa «carne para comer» según donde te hayas educado

Pero, ¿y si cambiáramos todo eso y nos fuéramos de granjas industriales a la típica granja familiar del viejo MacDonald y aboliéramos el confinamiento intensivo a favor de mejores condiciones? ¿No podríamos hacer eso?

Eso es exactamente lo que algunos defensores de animales proponen. De hecho, la mayoría de las grandes organizaciones a favor de los animales en los EEUU, Gran Bretaña, y en muchos otros países realizan campañas exigiendo jaulas más grandes para las gallinas ponedoras, más espacio para los cerdos que están amamantando y para los terneros, y mataderos más “humanos”. Muchas de estas organizaciones a favor de los animales respaldan y promueven varias estrategias de etiquetado que informan a los consumidores deque supuestamente están comprando un producto de “bienestar mayor”.

Hay dos consideraciones relevantes.

En primer lugar, como el “pero” anterior sobre las leyes de tratamiento “humano”, este “pero” evade la cuestión. Aun si las reformas propuestas por los defensores de animales mejoraran significativamente el bienestar animal —lo cual, como explicamos a continuación, no es el caso— lo que eso significaría es que el sufrimiento animal se reduciría. Pero como el uso de animales para consumo no es necesario en absoluto, eso de todas maneras no haría que nuestro consumo de animales fuera consistente con el principio moral que afirmamos aceptar: que imponer cualquier sufrimiento y muerte a animales requiere de alguna necesidad; alguna compulsión.

Si reformáramos las peleas de perros para que fueran menos violentas, puede que hubiera una reducción del sufrimiento de los perros; pero nadie que piense que lo que hizo Michael Vick estuvo mal cambiaría de parecer y apoyaría las peleas de perros. Las peleas de perros están mal porque, como una práctica, resulta en sufrimiento y muerte innecesarios. Consumir productos de origen animal está mal porque, como una práctica, resulta en sufrimiento y muerte innecesarios. Hacer cualquiera de estas dos prácticas más “humana” no hace que ninguna de las dos prácticas se conforme a nuestras intuiciones morales con respecto a la necesidad de justificar el sufrimiento animal. El hecho de que defensores de los animales se estén uniendo con la industria para apoyar y elogiar las campañas de carne, huevos y lácteos “felices” no significa que el consumo de esos productos sea moralmente aceptable, así como cuando una persona religiosa declara la perpetración de un acto violento como la voluntad de Dios no hace que sea moralmente correcto matar.

En segundo lugar, las reformas que están siendo propuestas por organizaciones a favor de los animales escasamente significan la abolición de las granjas industriales o el regreso a la granja familiar del siglo XIX. Por el contrario, la mayoría de lo que las organizaciones a favor de los animales están proponiendo involucra reformas que incrementan la eficiencia de producción o involucran, como mucho, sólo incrementos minúsculos en costos de producción que no tendrán ningún efecto significativo en el mercado. Por ejemplo, gasear pollos en vez de sólo decapitarlos, reduce el daño al cadáver y las lesiones a trabajadores; incrementar el espacio para los cerdos y terneros resulta en animales menos estresados que tienen costos veterinarios más bajos. Estas reformas son muy modestas. Son para la ética animal lo que waterboards [1] acolchados, a diferencia de no acolchados, para su uso en la Bahía de Guantánamo son para los derechos humanos.

A los animales criados más “humanamente” aún los mantienen y matan en circunstancias horribles. Punto. Todo este hablar sobre productos animales “felices” se trata de nosotros; se trata de hacernos sentir más cómodos acerca de hacer algo que nos inquieta. Se trata de evitarnos el tener que reconocer que todos somos Michael Vick, para que así continuemos consumiendo productos animales.

En realidad no tiene nada que ver con los animales. Ellos continúan sufriendo horriblemente independientemente de qué etiqueta “feliz”—“criados en libertad”, “sin jaula”, “orgánico”, “Certificado de Crianza y Manejo Humano”, o “Alimento de Libertad”—es estampado en sus cadáveres o en los productos que hacemos con ellos. Y es aún peor cuando grandes organizaciones a favor de los animales elogian y apoyan estos productos “felices”.

Como discutimos anteriormente, cuesta dinero proteger los intereses de los animales. Claro, es posible en teoría que todos pudiéramos estar dispuestos a pagar un precio mucho mayor por productos animales y que los estándares pudieran mejorar de maneras significativas. Pero eso es sólo teoría. Muy pocas personas podrían costearse productos animales producidos en una manera que proporcionara protección más significativa a los intereses de los animales.

Y seamos perfectamente claros: aun si elimináramos completamente cada vestigio de las granjas industriales, lo cual es una imposibilidad económica, y regresáramos a un sistema de lo que nosotros pensamos como la granja familiar idílica, aún así habría una gran cantidad de sufrimiento animal. La imagen de una granja de los cuentos es una fantasía, diseñada para hacer que los niños se sientan cómodos con respecto a comer criaturas que son igualmente parecidas a los animales de peluche que ellos aman.

Además, a cualquiera que le importara lo suficiente como para pagar el costo significativamente más alto de tal producción probablemente le importaría lo suficiente como para no comer productos animales en absoluto. Asimismo, dadas las realidades económicas y las reglas de libre comercio, aun si los estándares de bienestar se elevaran significativamente en un lugar, la demanda por productos de menor precio y de menor bienestar forzarían a los productores de mayor bienestar a ir a la quiebra salvo que, tal vez, sirvan a un nicho de mercado muy pequeño y pudiente.

Conclusión

Ahora que has llegado hasta aquí, o bien estás de acuerdo con nosotros, y reconoces que estás obligado a adoptar una dieta vegana, o no estás de acuerdo con nosotros, ya sea porque has concluido que realmente no piensas que los animales importan moralmente, o porque piensas que sí importan moralmente pero que aún así no vas a cambiar tu comportamiento ya que estás dispuesto a vivir con lo que es una seria inconsistencia moral.

En cualquier caso, no nos necesitas a nosotros para sacar conclusiones por ti. Si, sin embargo, has decidido que vas a ser coherente con tu moralidad y vas a adoptar una dieta vegana, queremos ofrecerte algunos consejos: En una sociedad en la cual la mayoría de la gente consume productos animales y en donde la conformidad se valora; y en la cual el comportamiento de inconformidad con frecuencia se descarta como “extremo”, es inevitable que encontrarás a otros etiquetándote de “extremo”.

No dejes que eso te moleste. Considera lo siguiente:

Lo que es extremo es comer carne en proceso de descomposición, leche producida para las crías de otra especie, y huevos no fecundados de aves.

Lo que es extremo es que consideremos a algunos animales como miembros de nuestra familia mientras, al mismo tiempo, les clavemos tenedores a los cadáveres de otros animales.

Lo que es extremo es pensar que es moralmente aceptable infligir sufrimiento y muerte a otras criaturas sintientes simplemente porque disfrutamos el sabor de los productos animales.

Lo que es extremo es que digamos que reconocemos que la muerte y el sufrimiento “innecesarios” no pueden ser justificados moralmente y después procedamos a participar en explotación diaria que es completamente innecesaria.

Lo que es extremo es que execremos a personas como Michael Vick mientras continuamos comiendo productos animales.

Lo que es extremo es pretender abrazar la paz mientras hacemos de la violencia, el sufrimiento, la tortura y la muerte una parte diaria de nuestras vidas.

Lo que es extremo es que digamos que nos importan los animales y que creamos que son miembros de la comunidad moral, pero financiemos, apoyemos, fomentemos y promovamos estrategias de etiquetado “feliz” de carne y lácteos.

Lo que es extremo es no comer carne pero continuar consumiendo lácteos cuando no existe absolutamente ninguna distinción racional entre la carne y los lácteos u otros productos animales. Hay tanto sufrimiento y muerte en los lácteos, huevos, … etc, como los hay en la carne.

Lo que es extremo es que estemos consumiendo una dieta que está causando enfermedad y resultando en un desastre ecológico.

Lo que es extremo es que alentemos a nuestros niños a amar a los animales al mismo tiempo que les enseñamos que aquellos a quienes aman también pueden ser aquellos a quienes hacen daño. Les enseñamos a nuestros niños que amar a otros es consistente con hacerles daño. Eso es verdaderamente extremo —y muy triste.

Lo que es extremo es la fantasía de que algún día encontraremos nuestra brújula moral con respecto a los animales mientras estén ellos en nuestras mesas.

Lo que es extremo es que digamos que nos importan los animales pero continuemos comiendo animales y productos animales.

Buena suerte!

Acerca de nutrición y temas médicos: Nosotros consideramos a Joel Fuhrman, Doctor en Medicina, la fuente más confiable de información nutricional y médica relacionada con una dieta basada en plantas. El Dr. Fuhrman aborda el tema desde la perspectiva de salud y no desde la perspectiva de la ética animal. Puedes encontrar sus libros y otros materiales educativos en www.drfuhrman.com.

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1- waterboard: Tabla o superficie utilizada en una forma de tortura con agua llamada waterboarding; la cual consiste en inmovilizar a una persona para chorrearle agua sobre la cara, estando esta tapada con una tela, y generando así una experiencia de ahogo.

2- CulturaVegana.com, «Come con conciencia«, Editorial, 21 agosto, 2020.

3- Amazon.com, “Come con conciencia: Un análisis sobre la moralidad del consumo de animales“, Gary Lawrence Francione y Anna Charlton.

4- CulturaVegana.com, “Por favor, hazte vegano“, Gary Lawrence Francione.


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