El más puro y verdadero de los pensadores del siglo XX, Jiddu Krishnamurti es el filósofo de la conciencia, único, espiritual y revolucionario que nunca comió carne.
Krishnamurti no ofrecía una «filosofía», sino la posibilidad de que el ser humano quedara libre de todos los sistemas, de las cadenas de las ideologías y de las opiniones populares, de las religiones organizadas, de la tiranía de la muerte y de la del cuerpo. Sus enseñanzas han influido en la mente a miles de personas, en todas partes del mundo, desde grandes filósofos como Antonio Escohotado, de quien dijo: «Krishnamurti? … Sólo dice verdades.» al ser preguntado qué opinaba del pensador indio K (como se referían a Krishnamurti en su círculo íntimo), o a Bruce Lee a quien un aparatoso accidente dejó postrado en cama sin poder moverse durante seis meses. Durante ese tiempo, leyó, —para sobrellevar su lesión, entre otros autores de filosofía—, a Krishnamurti cuyas palabras provocaron una profunda huella, tan profunda, —que además de acelerarse su recuperación y volver al tatami, se despojó de todo el aprendizaje para crear un estilo con su propia filosofía y técnica que dejaba de imitar cualquier cosa aprendidas anteriormente—, que Bruce resume su filosofía de vida y su filosofía marcial cuando dice: Mi lucha es la no lucha.
Michael Krohnen cocinó para Krishnamurti durante más de una década, desde que en 1922 llegara y estableciera en el condado de Ventura la sede de la Krishnamurti Foundation America [1], donde murió en 1986 a la edad de 90 años. Krohnen horneaba las berenjenas en una estufa antigua O’Keefe & Merrit para cocinar la comida de Krishnamurti. A través de la ventana de la cocina de una tranquila casa de campo, podía ver los mismos campos de naranjos, nísperos, pimenteros y flores que habían sido su punto de vista durante más de una década.
«Piensa en la horrible carnicería producida por la superstición de que los animales deberán ser sacrificados, y también por aquella superstición, más cruel aún, de que los hombres necesitan nutrirse de carne.»
Krishnamurti, 1910
A la pregunta de un asistente a su charla en 1975 sobre la vitalidad de la dieta vegetal, Krishnamurti responde:
—¿Si eres vegetariano y no obtienes suficiente vitamina C y todo lo demás, entonces la vitalidad de un vegetariano disminuye?
Cuarto Diálogo Público, Saanen, 1974
—El hablante nunca ha comido carne en su vida.
—Yo tampoco como carne.
—¡Bien! Así que físicamente la mayoría de nosotros no somos sensibles, vivos físicamente. Psicológicamente, internamente, apenas somos sensibles a lo que sucede internamente: conscientes de nuestras heridas, conscientes de nuestras ambiciones, violencia, odios, antagonismos personales, etc, etc. Y mentalmente, intelectualmente somos personas de segunda mano. Así que mental, intelectual, psicológica y físicamente no hay una sensibilidad total. ¿Y no debería existir esa cualidad de sensibilidad, no a tus deseos particulares, sino a ser sensible? Y ese es el comienzo de la conciencia.
La comida era siempre vegetariana, de acuerdo con la dieta de Krishnamurti. Cada día que el filósofo estaba en la residencia —pasaba gran parte de su tiempo viajando por el mundo dando conferencias— caminaba a las comidas desde una cabaña cercana y entablaba conversaciones con sus invitados que Krohnen encontraba fascinantes, tanto que el cocinero compiló sus recuerdos en The Kitchen Chronicles: 1001 Lunches with Krishnamurti (“Crónicas de Cocina: 1001 comidas con Krishnamurti”).
Años después de la muerte de Krishnamurti, un día, Krohnen dispuso un elaborado buffet de platos como los que preparaba en vida de Krishnamurti. El almuerzo se sirvió en la Biblioteca junto a la cocina; es la habitación en la que solía comer Krishnamurti. Junto a la berenjena, hubo arroz salvaje aromatizado con grosellas, piñones y tomates secos, servido con salsa de champiñones. El brócoli se coció al vapor con una salsa que contenía levadura ahumada de nogal. La receta de la salsa se originó con el mentor culinario de Krohnen, el difunto Alan Hooker, fundador del restaurante Ranch House en Ojai.
Las ensaladas incluían lechuga y brotes con una selección de tres aderezos, judías verdes con almendras doradas y perejil, una ensalada griega y una mezcla de yogur y pepino muy típico y preparado en India y Grecia. Para el postre, el Chef preparó brownies para comer con salsa de albaricoque y una cucharada de crema agria tocada con jarabe de arce y vainilla.
El libro de Krohnen «The Kitchen Chronicles» ha recibido muchos elogios. El Chef impartió un taller de verano en Saanen, Suiza —donde Krishnamurti dio conferencias cada verano durante 25 años— sobre la comida como arte y el arte de vivir.
Krohnen dejó su trabajo en la Fundación Krishnamurti en 1988, pero se queda en los terrenos de la biblioteca cuando está en California. Estrechamente vinculado a los círculos de Krishnamurti, pasa parte de cada año en una escuela y centro Krishnamurti en Brasil y va a otro centro en Inglaterra en el verano para hacer de pinche para un chef de vacaciones. También participa en las conferencias anuales de Krishnamurti en Suiza en julio.
Los menús de los almuerzos abren los capítulos. No hay recetas, pero algunos platos se describen tan minuciosamente que un cocinero astuto podría recrearlos.
“Almorzar aquí con Krishnamurti todos los días fue un evento cultural que abarcó toda la belleza y sutileza de la interacción humana. Krishnamurti tenía una mente muy clara y perceptiva que podía compartir con otras personas.”
Krohnen
Además de ser vegetariano, Krishnamurti evitaba los lácteos, —excepto el yogur—, porque no le sentaban bien. Bebía té de hierbas y solía descartar postres ricos como la mousse de chocolate por fruta fresca.
“No comía mucho porque le gustaba ser el último [en ser servido], absorto en la conversación y olvidaba su comida”.
Krohnen
Krohnen nació en Alemania, —poeta y vagabundo del mundo durante años—, se describía a sí mismo como un «buscador de tiempo completo» hasta que se topó con los escritos de las charlas de Krishnamurti en la década de 1960. Mientras enseñaba inglés en Japón, escuchó que ofrecían trabajo de cocinero en California, donde se estaba estableciendo una escuela Krishnamurti y no dudó en presentarse. A Krishnamurti le gustó especialmente el modo simple de cocinar que empleó originalmente Krohnen. Su almuerzo debut comenzó con una ensalada verde con vinagreta a elección o aderezo de yogur acompañado de tomates, pepino, apio y zanahoria rallada sazonada con limón y miel. Luego vino la sopa de lentejas y verduras.
“Krishnamurti no estaba de humor para la cocina extravagante o experimental, quería lo simple y lo seguro”. Gradualmente, amplió el repertorio de comidas cada vez “más refinado, más sutil, más elaborado”.
Los platos principales fueron ratatouille y arroz integral con almendras fileteadas. Para el postre, Krohnen preparó una mezcla de piña, papaya, plátano, mandarinas, duraznos y coco fresco en rodajas.
“¿Cuál es realmente el quid de la cuestión? Quizás la mayoría de ustedes comen carne o pescado. Evitan matar yendo a un carnicero, o le echan la culpa al asesino, al carnicero, eso es solo eludir el problema. Si le gusta comer huevos, puede tener huevos infértiles para evitar matarlos. Pero esta es una pregunta muy superficial, el problema es mucho más profundo. No quieren matar animales por su estómago, pero no les importa apoyar a los gobiernos que están organizados para matar.” [2]
“Así que, físicamente la mayoría de nosotros no somos sensibles, estamos vivos físicamente. Psicológicamente, interiormente, apenas somos sensibles a lo que está sucediendo interiormente: conscientes de nuestras heridas, conscientes de nuestras ambiciones, violencia, odios, antagonismos personales, etc. Y mentalmente, intelectualmente somos personas de segunda mano. Entonces, mental, intelectual, psicológica y físicamente no hay sensibilidad total. Y no debería haber esa cualidad de sensibilidad, no a sus deseos particulares, sino a ser sensible. Y ese es el comienzo de la conciencia.” [3]
Además de no haber comido carne nunca durante toda su vida, y declara que no se sentía orgulloso por ello, —a diferencia de tantos otros que lo exhiben como una bandera—, Krishnamurti es amor a la vida, a la naturaleza, a los animales, y acaba su Discurso de disolución de la organización la Orden de la Estrella que se había formado en su entorno diciendo: “Mi único interés es hacer que los hombres sean absolutamente, incondicionalmente libres.”
“La meditación significa atención, cuidado. Eso es parte, cuidar a mis hijos, a mi prójimo, a mi país, a la tierra, a los árboles, a los animales. No mates animales. ¿Sigues? No los mates para comer. Es tan innecesario. Es parte de la tradición que dice, debes comer carne. Por lo tanto, señor, todo esto llega a un sentido de profunda seriedad interna, y esa seriedad misma genera atención, cuidado y responsabilidad y todo lo que hemos discutido. No es que uno haya pasado por todo esto. Uno lo ve. Y la percepción misma es acción que es sabiduría. Porque la sabiduría es el fin del sufrimiento. No es insensibilidad, insensibilidad, el final de eso. Y su terminación significa la observación, la visión del sufrimiento. No ir más allá, rechazarlo, racionalizarlo o huir de él. Solo para verlo. Deja que florezca. Y como eres consciente sin elección de este florecimiento, naturalmente se marchita. No tengo que hacer nada al respecto.”
Krishnamurti
18ª Conversación con el Dr. Allan W. Anderson, San Diego, 1974
Si hemos de crear un mundo nuevo, una nueva civilización, un arte nuevo, no contaminado por la tradición, el miedo, las ambiciones, si hemos de originar juntos una nueva sociedad en la que no existan el «tú» y el «yo», sino lo nuestro, ¿no tiene que haber una mente que sea por completo anónima y que, por lo tanto, esté creativamente sola? Esto implica, ¿no es así?, que tiene que haber una rebelión contra el conformismo, contra la respetabilidad, porque el hombre respetable es el hombre mediocre, debido a que siempre desea algo; porque su felicidad depende de la influencia, o de lo que piensa su prójimo, su gurú, de lo que dice el Bhagavad Gita o los Upanishads o la Biblia o Cristo. Su mente jamás está sola. Ese hombre nunca camina solo, sino que siempre lo hace con un acompañante, el acompañante de sus ideas.
Krishnamurti, 6 de diciembre de 1995
¿No es, acaso, importante descubrir, ver todo el significado de la interferencia, de la influencia, ver la afirmación del «yo», que es lo opuesto de lo anónimo? Viendo todo eso, surge inevitablemente la pregunta: ¿Es posible originar de inmediato ese estado de la mente libre de influencias, el cual no puede ser afectado por su propia experiencia ni por la experiencia de otros, ese estado de la mente incorruptible, sola? Únicamente entonces es posible dar origen a un mundo diferente, a una cultura y una sociedad diferentes donde puede existir la felicidad.”
El libro de la vida, meditaciones diarias
“Porque una de las razones del sufrimiento es esta soledad, este aislamiento egocéntrico, y llenas esa soledad con conocimiento, con entretenimiento, religioso o de otro tipo. Y cuanto más intentas llenar ese vacío, esa pobreza, ese vacío del yo, más dolor, más aislamiento. Y de esa falta de comunicación, falta de relación, surge el sufrimiento. Y también hay sufrimiento físico porque hemos abusado de nuestros cuerpos, hemos comido en exceso, nos hemos entregado a todo tipo de hábitos de buen gusto, alcohol, drogas, fumar, ya saben, lo que están haciendo. Y el estrés y la tensión de la civilización moderna, con sus sacudidas, afectan la mente, la conciencia, tu ser. Y cuando existe ese sufrimiento físico, uno puede lidiar con él sin afectar la mente racional, clara e inteligente. Pero eso nuevamente exige una conciencia del cuerpo, del organismo, para asegurarse de que tenga la nutrición adecuada, … y no sé por qué todos ustedes comen carne. No sé si han abordado toda la cuestión de la crueldad, la compasión, pero cuando uno es adicto a una forma particular de sabor, es tan difícil y quizás más difícil que abandonar un hábito particular de pensamiento. Y observar, ser consciente de que esta enfermedad del organismo no afecta a la mente, no es una enfermedad psicosomática.”
Krishnamurti
Tercer discurso público, San Francisco, 1975
En junio de 1961, Krishnamurti comenzó a llevar un registro diario de sus percepciones y estados de conciencia. Uno de los términos que emplea en esos manuscritos es “el proceso”. En 1922, a sus 28 años, pasó por una experiencia que transformó su vida. Esta experiencia fue seguida por años de agudo y casi constante dolor en la cabeza y en la columna vertebral. El “proceso” era un fenómeno físico que no debe confundirse con el estado de conciencia al que Krishnamurti alude con diversas palabras en sus anotaciones como bendición, lo otro ó inmensidad.
Jamás tomó alcohol ni drogas. Nunca fue fumador y durante sus 30 años últimos en vida no tomaba café ni té. Vegetariano durante toda su vida, se esmeró mucho por asegurarse una dieta plena y equilibrada. De acuerdo con su modo de pensar, el ascetismo es tan destructivo para una vida religiosa como la excesiva complacencia.
Krishnamurti cuidaba su cuerpo y estableció una clara diferencia entre cuerpo y ego. No sufrió nunca ni epilepsia ni otro estado físico que pudiera dar origen a visiones u otros fenómenos espirituales. Tampoco practicó sistema alguno de meditación.
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— Web de la Krishnamurti Foundation America
2— youtube.com, «Tercera charla pública, Colombo, Ceilán, 1980», ¿Qué es la muerte?, Jiddu Krishnamurti.
3— youtube.com, «Cuarto Diálogo Público, Saanen, 1974», Krishnamurti Foundation Trust.
4— culturavegana.com, «Entre comer carne y ser vegetariano», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 27 diciembre, 2021 | Publicación: 24 diciembre, 2021.
5— Web oficial de Jiddu Krishnamurti
6— culturavegana.com, «Matar por la paz, por comer o por diversión son la misma cosa», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 24 diciembre, 2021 | Publicación: 1 octubre, 2020.
7— culturavegana.com, «Si lastimas a la naturaleza, te lastimas a ti mismo», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 28 noviembre, 2021 | Publicación: 22 noviembre, 2021
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