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La próxima vez que te enfermes, más te vale ir al veterinario

Publicación: 7 febrero, 2024 |

Mucho es lo que habría que decir sobre Javier Burgos Baruel, debido a la militancia de toda una vida contra la tortura animal en los laboratorios científicos que experimentan con animales.

Javier Burgos Baruel

Javier Burgos nos explica que no sólo son enormemente crueles dichos experimentos sino totalmente inútiles y, además, contraproducentes para la humanidad. Con esto ya tendríamos presentado al experto, más diremos también que nació en Barcelona en 1945, estudió Derecho e Idiomas Modernos y en 1971 se trasladó a Los Ángeles, donde trabajó como profesor de idiomas en universidades y fundó una asociación antiviviseccionista que trajo de cabeza a los científicos que experimentan con animales, en concreto al cirujano Leonard Bailey, quien trasplantó un corazón de mandril a una niña norteamericana que acabó muriendo pocos días después. Burgos produjo el documental Hidden Crimes (Crímenes Ocultos), en el que se recogen imágenes filmadas en los laboratorios viviseccionistas por ellos mismos y por ALF, el Frente de Liberación Animal de EEUU. La película fue vista por millones de estadounidenses.

Desde hace unos tres años Javier Burgos ha vuelto a España y desde aquí quiere reavivar el discurso de la verdad sobre la tortura cotidiana a los animales bajo falsedades cruentas para ellos y para nosotros.

Estamos ante una entrevista de cierta longitud, mas tanto caudal de conocimiento —la primera intervención pública de Javier Burgos en España después de su intensa militancia en América— no puede expresarse en menor espacio.

Cuéntanos sobre la SUPRESS (asociación antiviviseccionista, Students United Protesting Research on Sentient Subjects), constituida por miles de miembros y que fundaste en Los Ángeles, California).

Mi vida cambió de la noche a la mañana un domingo, el 26 de octubre de 1980. Unos días antes había visto un pequeño anuncio en el periódico Los Angeles Times en el que se anunciaba una manifestación para denunciar la vivisección, palabra cuyo significado aprendí aquel fatídico día. («Vivisección: disección practicada en un animal vivo.») Estaba muy bien organizada y recuerdo con horror que tenían expuestas unas 15 o 20 fotografías de enorme tamaño en las que se mostraban todo tipo de animales en situaciones dantescas, fotos obtenidas en algunos de los principales laboratorios estadounidenses.

Mi primera reacción fue la de creer que los organizadores de esta manifestación estaban locos de remate! Lo que mostraban las fotos tenía que estar trucado, no era posible que esto pudiera ocurrir en pleno siglo XX y en un país civilizado! ¿Cómo era posible que yo, una persona con estudios universitarios, políglota y que había viajado mucho, no tuviera ni la más remota idea de una cosa tan horrible y que además supuestamente ocurría diariamente en todos los países del mundo?

Después de hablar con los organizadores y percatarme de que poseían mucha información que demostraba que lo que decían era cierto, mi primera reacción de no querer afrontar la verdad dio paso a tener que aceptar que esta atrocidad realmente ocurría.

Fue a principios de 1981 que decidí fundar una organización para informar y educar. Tenía que hacer algo. Era imposible saber lo que ocurría y no hacer nada. Totalmente imposible. Pero al mismo tiempo supe que el camino a recorrer estaría lleno de dolor, de problemas de todo tipo, que lo que me esperaba era una lucha constante, una lucha sin cuartel. Supe que mi vida cambiaría totalmente, mis planes de futuro se irían al traste. Pero ignorar lo que había visto y oído era simplemente imposible. De ahí nació SUPRESS, un nombre un tanto enrevesado, pero que fue difícil cambiar debido al éxito casi inmediato de la organización. Fue en los años 90 que también registramos el nombre The Nature of Wellness, un nombre que creímos sería más asequible.

Como había sido profesor, pensé que lo mejor era que me concentrara en la juventud, en los estudiantes, quizás ellos, algún día, podrían abolir este rito medieval.

Realizaste desde la SUPRESS masivas manifestaciones. Hoy, ves que todo sigue igual. ¿Cómo poder sacar del limbo de la normalización de la «utilidad» de la experimentación con animales a la gente? ¿Cómo es posible que algo tan de sentido común, inútil, prosiga y prosiga, matando billones de perros, conejos, ratones, primates, caballos… impunemente?

Hay tanto que explicar que es difícil saber por dónde empezar.

Los dos problemas principales son que, primero, el público no tiene idea de lo que ocurre en los laboratorios y centros de «investigación científica» ya que solamente los «investigadores» tienen acceso a ellos. Los vivisectores los protegen muy celosamente porque saben que si la gente viera el inimaginable horror que se esconde de puertas adentro, habría una revolución. El segundo problema, el mucho más difícil y complicado, es que  la gente está convencida de que, en general, tanto los experimentos con animales (animal experimentation), como las pruebas de fármacos y productos químicos de todo tipo con animales (animal testing) han sido y siguen siendo inmensamente beneficiosos para la humanidad. Y es aquí donde radica el problema. Los grandes poderes médicos, químicos, farmacéuticos y casi todos los demás poderes económicos que rigen el mundo han realizado una gran labor convenciendo a la totalidad de la humanidad (sí, la totalidad) de que la vivisección es esencial y que «salva vidas humanas».

Fijémonos bien, que esta celebérrima consigna (mantra) de «salva vidas humanas» se usa constantemente y con innegable éxito para justificar las más absurdas y atroces actividades que se puedan concebir. Y si se quiere hacer que la consigna sea todavía más punzante y efectiva, se convierte en «salva las vidas de los niños» («Saves human lives» «Saves children’s lives«).

Esta es la consigna que se ha usado durante los últimos 200 años para justificar esta barbarie. Permíteme que te dé un ejemplo fehaciente de lo efectiva que ha sido esta consigna. Te daré el ejemplo que daba en mis conferencias en EEUU y que también se puede fácilmente usar aquí en España. Imagínate que estás en un recinto con 10.000 personas de todos los sectores sociales. Y decides hacer un sondeo de opinión sobre temas muy polémicos. Y les dices: «que levanten la mano los que están a favor del aborto.»

Y a continuación «los que están a favor de la tenencia de armas de fuego», «los que están a favor de la eutanasia voluntaria», «los que están a favor de más inmigración». En cada caso habría un porcentaje a favor y otro en contra. Podría ser 50-50%, 70-30%, o quizás 80-20%, pero los «perdedores» siempre contarían con un decente número de simpatizantes.

Ahora imagínate la misma situación en la que les dices: «que levanten la mano los que estén a favor de la abolición total de los experimentos con animales porque son un fraude científico y nos están matando». Te garantizo que el resultado sería un rotundo 99,7% en contra. Tendrías suerte si, de 10.000 personas, 20 de ellas se declararan a favor de la abolición. En otras palabras, estadísticamente hablando, el apoyo sería cero.

Para responder a tu pregunta, «todo sigue igual» porque la humanidad está convencida de que tanto animal experimentation como animal testing «saves human lives». La gente está convencida que si una tal abolición tuviera lugar, todos moriríamos a las pocas horas… y justifican su apoyo porque creen que a fin de cuentas todo es cuestión de elegir entre «sacrificar» a unos cuantos animales o salvar la vida de su bebé. Este es el gran triunfo del imperio biomédico, el haber logrado convencer a la gente de que hay que elegir entre «sacrificar» animales o la salud de tus seres queridos. Lo que en USA llamábamos «rats or babies». (Los vivisectores solamente mencionan los «ratones» cuando se ven forzados a hablar de sus experimentos porque saben que a la mayoría de las personas no les importa su sufrimiento.)

Y como sea que la gente cree la consigna como si fuera dogma de fe, si tú les dices que quieres abolir la vivisección, lo que haces es convertirte en una persona que está en contra de la humanidad (anti-human) porque prefieres salvar las ratas de los laboratorios y condenar a los bebés! Lo que hace que inmediatamente se te tache de loco o de obsesionado «animalista». ¿Te das cuenta?

Es por ello que el primer paso es el destrozar su premisa de «saves human lives», lo que es una premisa totalmente falsa pero que ha sido hábilmente disfrazada con la blanca túnica de la «ciencia.» Tenemos que demostrar que la vivisección no solamente no salva vidas humanas sino que es directamente responsable de todo lo contrario: de la tragedia que todos vivimos en nuestras propias familias con toda clase de enfermedades que no solamente no se han curado a pesar de décadas y décadas de vivisección, sino que se cobran más víctimas cada año. Y esto sin hablar del daño incalculable que se inflige a nuestra economía. Los gastos astronómicos asociados con «health care» en EEUU ya han conseguido llevar a este país al borde de la ruina.

El esgrimir conceptos «morales» como el del «sufrimiento de los animales» o «los derechos de los animales» jamás funcionará porque los cimientos de la vivisección reposan, repito, sobre un concepto supuestamente «científico». Son los falsos cimientos «científicos» los que se tienen que destruir para el bien de la humanidad.

¿Cómo podríamos explicar a quién nos lee por qué es inútil de todo punto experimentar fármacos en animales no humanos inoculándoles enfermedades humanas?

Como decía antes, hay que distinguir entre «animal experimentation» que supuestamente se realiza para curar la cantidad innumerable de las enfermedades que nos aquejan, y «animal testing» que supuestamente se asegura de que los productos farmacéuticos y químicos de todo tipo que se quieren poner a la venta, no van a ser nocivos o incluso mortales para la salud humana.

Hay que entender que prácticamente toda la «investigación científica» que se lleva a cabo para supuestamente encontrar curas para las enfermedades que nos aquejan, se basan en el concepto de la «investigación experimental» o más concretamente el «animal model of human disease» («modelo animal de la enfermedad humana»). Este concepto está basado en las enseñanzas del francés Claude Bernard, fundador en el siglo XIX de la medicina experimental y padre de la vivisección moderna.

Esto va a ser difícil de creer pero es la realidad: Según este modelo, se obtiene un animal perfectamente sano y se le «transmite» (por medios usualmente violentos) la enfermedad que aqueja al humano. Por ejemplo, para estudiar la diabetes humana, se extirpa el páncreas de un perro, lo que naturalmente ocasiona problemas en el perro. Según los «investigadores», ahora ya se tiene «el modelo animal de la diabetes humana». A partir de ahí, se realizarán todo tipo de manipulaciones y «tratamientos» para obtener la «cura» de la «diabetes humana» que se ha «recreado» en el perro. Y para financiar esta «investigación científica» y pagar los salarios de los «investigadores», lo único que hay que hacer es conseguir subvenciones médicas, agenciarse cientos o miles de perros y pasar años y años «investigando» y recibiendo las subvenciones.

No hay que ser un genio, tener la carrera de medicina, o ser un biólogo para entender lo siguiente: primeramente, los animales son diferentes del ser humano en todos los aspectos posibles: anatómicamente (son cuadrúpedos; imagínate lo que esta enorme diferencia representa), histológicamente (las células que forman los órganos y el cuerpo son diferentes), y también los sistemas: inmunológico (la mayoría de animales tienen una resistencia a la infección muy superior a la humana), nervioso, circulatorio, digestivo, respiratorio, etc., etc. Las diferencias no tienen fin.

Pero es importante entender que los animales entre sí también son muy diferentes. El ratón y la rata, por ejemplo, son dos especies diferentes y lo que es un carcinógeno para el ratón no lo es para la rata. Lo mismo ocurre con todas las demás especies.

Pero el argumento más poderoso es que una vez se ha «recreado» una enfermedad, lo que se ha producido no tiene nada que ver con la enfermedad que ha surgido de forma espontánea en el cuerpo, sea del animal o del humano. («recreado» y «espontáneo» son términos opuestos).

Lo que nos lleva al argumento supremo: que la investigación experimental no funciona con seres vivos por esta simple razón. En otras palabras, si un investigador cogiera un ser humano saludable y le extirpara el páncreas para estudiar la diabetes, los resultados también serían totalmente inválidos porque las personas que sufren esta enfermedad no la contrajeron mediante la extirpación violenta del páncreas, sino tras un proceso biológico muy complejo —que desconocemos totalmente— causado, entre otras cosas, por la alimentación. Si el «modelo de enfermedad humana» no puede funcionar con humanos, imagínate lo que ocurre con seres que son totalmente diferentes, como acabo de mencionar.

Siempre que he debatido vivisectores en programas de radio o televisión o delante de una audiencia, he visto que cuando se les presentan estos argumentos irrefutables que obviamente no pueden rebatir, tienden a buscar refugio en excusas pueriles y totalmente anticientíficas.

Una de sus favoritas es decir: «Bueno, pues ya sabemos que los experimentos con animales no son exactos y que hay muchas diferencias entre los animales y el hombre, pero hay muchos puntos similares». Cualquier persona que tenga estudios básicos sabe que la palabra «similar» es un concepto que, por razones obvias, no existe en el mundo de las matemáticas o de la química. Si alguien te ofreciera entrar en una cámara en la que en lugar de oxígeno hubiera «un gas muy similar al oxígeno», ¿entrarías en tal cámara?

El lavado de cerebro de las masas en los últimos 200 años ha sido tan masivo y sistemático que ha conseguido que la gente acepte premisas que son totalmente insostenibles. Cuando en el cine o televisión se muestran escenas de laboratorios donde se llevan a cabo «investigaciones científicas», ¿te has percatado de que casi siempre se ven jaulas con diferentes animales? El mensaje que conlleva es que se necesitan animales para entender o solventar los problemas de salud humanos. Pero entonces la pregunta que uno se debería hacer (pero que a nadie se le ocurre hacer ya que la aceptación de esta asociación está firmemente asentada en la mente humana) sería esta: «¿Entonces, la medicina humana tiene que estar basada en la medicina veterinaria?»

Si la respuesta a esta pregunta fuera un «sí», entonces la siguiente pregunta tendría que ser: «Y entonces, ¿por qué no vamos al veterinario cuando tú y yo estamos enfermos?» o «Por qué es ilegal que un veterinario trate a seres humanos» o «¿Por qué existen los médicos para personas cuando parecería que los veterinarios tendrían que saber más sobre nuestros cuerpos y sus enfermedades?» ¿No???

Para acabar de ilustrar la idiotez sobre la cual se ha construido la medicina moderna, te doy otro ejemplo que yo utilicé para crear un anuncio que salió en la televisión estadounidense en los años 90. La pregunta es simple: «Si tu perro estuviera muy enfermo, ¿crees tú que sería científicamente posible encontrar una cura para tu perro mediante la experimentación con seres humanos sanos?» Una persona sensata te responderá que es una pregunta absurda, porque lo es, sin duda alguna. Pero si a la misma persona le preguntas si cree que se pueden encontrar soluciones a los problemas de salud de su tío Pedro mediante la experimentación con animales, la contestación será un rotundo «sí».

Intentamos plasmar este absurdo en un anuncio a toda página que pusimos en el prestigiosísimo The Washington Post en 1996. El anuncio mostraba una pareja con su hija en la consulta de un veterinario, quien los está auscultando. Y el titular del anuncio decía: «La próxima vez que estés enfermo, más te vale ir al veterinario».

El «animal testing» también es de suma importancia para las grandes empresas internacionales así como para los gobiernos. Sin «animal testing» las industrias químicas y farmacéuticas no podrían vendernos los innumerables productos químicos y los venenos que, disfrazados de «medicinas», usamos y consumimos sin pestañear.

En EEUU para que una medicina pueda venderse al público tiene que haber sido aprobada por el todopoderoso FDA (Food and Drug Administration). Como sea que si se realizaran pruebas fiables para determinar si la sustancia a aprobar es tóxica para humanos o no, la inmensa mayoría de sustancias no verían la luz del día, se inventó el «animal testing».

Es sabido que los animales y los humanos reaccionan de una forma totalmente diferente a las sustancias químicas y a las medicinas. Pero además lo que es tóxico para una especie de animales, será totalmente inocuo para otra especie y lo que es mortal para el ser humano, no lo es para otras especies. Consecuentemente, no hay nada más peligroso e irresponsable que tratar de averiguar la toxicidad que pueda tener una sustancia para el ser humano mediante pruebas con animales. Pero si la FDA decide que una sustancia es «safe for human consumption» entonces se puede poner a la venta. Y la aprobación se basa invariablemente en los tests que se hicieron con animales y que no manifestaron toxicidad. Y si un test con ciertos animales indica que existe una posible toxicidad, se repite el test con otra especie de animales hasta que se consiga el resultado deseado.

Y si alguien duda que esto es otro fraude científico de proporciones gigantescas, no tiene más que buscar en internet los miles y miles de medicinas y productos químicos de todo tipo que en las últimas décadas se han tenido que retirar del mercado cuando las enfermedades y muertes que han causado —y siguen causando— ya no podían ocultarse.

Desde SUPRESS, en 1985, en una de las más sonadas batallas de la agrupación, denunciaste al cirujano Leonard Bailey, quien trasplantó un corazón de mandril a una niña norteamericana, que acabó muriendo pocos días después. Lo más sorprendente es que el vivisector declaró que llevaba 10 años trasplantando corazones a cabras y monos, y todos habían muerto.

Exactamente.

Como tú muy bien dices, los mismos vivisectores confiesan que la vivisección es un fraude. Se han hecho y se siguen haciendo tantas locuras con animales que es prácticamente imposible dar una idea, ni siquiera aproximada, de las barbaridades que se cometen diariamente en el nombre de la «medicina» y de la sacrosanta «ciencia».

Lo que tú mencionas es la locura de la «xenotransplantation«, que significa trasplantar órganos de animales a humanos.

El tema de los trasplantes, en general, es otro de los fraudes inventados por los vivisectores y en los que el público también cree ciegamente. El concepto del «trasplante» es un concepto basado en el «Mecanicismo», la doctrina según la cual «toda realidad natural tiene una estructura comparable a la de una máquina, de modo que puede explicarse de esta manera basándose en modelos de máquinas». Esto naturalmente presupone «la negación de la existencia de entidades espirituales».

(Citas entre comillas tomadas de Wikipedia «Mecanicismo»).

Fue René Descartes quien dio gran ímpetu a esta teoría del Mecanicismo. De hecho Descartes creía que la Naturaleza misma no es más que una máquina, o bien que la estructura y el funcionamiento de la Naturaleza es comparable al de una máquina.

La vivisección está firmemente asentada sobre el Mecanicismo, ya que considera el cuerpo humano como una simple máquina que puede tratarse y manejarse como se haría con un coche o avión. De ahí que se haya cometido el espeluznante error de creer que la investigación experimental también se pueda aplicar a los seres vivos. Como ya te he mencionado antes, la investigación experimental funciona con materia inanimada pero, repito, no puede funcionar con seres vivos, los que, a todas luces, no son simples máquinas.

El tema de los trasplantes es el ejemplo perfecto del fraude del Mecanicismo. Los vivisectores creen que el cuerpo humano es una simple máquina y que sustituir el corazón, por ejemplo, es lo mismo que cambiar el carburador en un coche. Es el concepto que yo llamo «la mentalidad de los repuestos» (spare parts mentality).

El concepto del trasplante es extremadamente peligroso por una razón básica: transmite el mensaje de que actualmente es relativamente simple el realizar un trasplante. Pero la realidad es muy diferente. El público no sabe los muchos problemas que conlleva: el problema del rechazo y las muchas drogas que se requieren para intentar controlarlo, el problema —en muchos casos irresoluble— en encontrar órganos, el hecho que la calidad de vida del paciente después del trasplante tiende a desaparecer totalmente o a disminuir drásticamente, y lo prohibitivamente caro que es todo tipo de trasplante.

Pero el mensaje que el público recibe indirectamente es todavía más corrosivo: «no es realmente vital que cuides de tu cuerpo y que lleves una vida sana porque, si un día te falla el corazón, hígado o riñones, no tienes por qué preocuparte porque te daremos uno de recambio, y listo!».

Como ya he mencionado, los trasplantes de órganos humanos están repletos de problemas de todo tipo y su «utilidad» nunca podrá hacer mella en los miles y miles de casos de personas cuyos órganos han dejado de funcionar. Es por ello que los vivisectores creyeron que si se pudiera hacer funcionar el xenotrasplante, se podrían realizar miles y miles de trasplantes simplemente extirpando los corazones de primates para trasplantarlos en humanos. El sueño dorado de «la mentalidad de los recambios» según el cual los hospitales serían como una planta de montaje de la SEAT. Pero las enormes diferencias de todo tipo entre la fisiología de los primates y la humana, pronto dio al traste con el «sueño» de la xenotrasplantation.

Existe una liga internacional de científicos contra la vivisección. Relevantes nombres en esta desvelación de la verdad que oculta esta industria farmacéutica son Hans Ruesh, autor de «Matanza de inocentes», Vernon Coleman, autor de «Por qué debe cesar el genocidio de animales», y tú has dado guerra toda tu vida en norteamerica por destapar la farsa, hasta el punto de que tuviste «problemas».

Las dos cosas que cambiaron mi vida fue como ya dije al principio, la manifestación de 1980 que me  abrió los ojos y poco después el leer el libro de Hans Ruesch «Slaughter of the Innocent.» No hay palabras para describir lo que sentí al leerlo. Ni lo intentaré.

Sólo puedo decir que en 1982 ya era una persona diferente. Es como si mi cerebro se hubiera reprogramado.

Lo interesante del caso es que Bantam Books publicó Slaughter of the Innocent en 1978 sin darse mucha cuenta de que lo que el libro contenía era una verdadera revolución. Pero como el suizo Hans Ruesch había sido un famoso novelista cuyas novelas incluso se habían llevado al cine en EEUU, Bantam no dudó en publicarlo. Pero al recibir toneladas de quejas del imperio biomédico, Bantam procedió a suprimir la venta del libro poco después de su publicación. Hans Ruesch no tuvo más remedio que pagar a una imprenta para poder distribuir Slaughter of the Innocent y sus otras obras posteriores contra la vivisección.

Es vital hacerse esta pregunta: ¿QUIÉN en EEUU apoya y defiende la vivisección a capa y espada? (Prácticamente todos los países siguen la misma pauta.) Y la respuesta es espeluznante:

  • The military-industrial complex (las fuerzas armadas también participan activamente en vivisección ya que el armamento incluyendo bombas atómicas se «prueban» con animales.
  • Los políticos, naturalmente, que conspiran con el military-industrial complex y pasan las leyes que protegen la existencia de la vivisección.
  • Los medios de comunicación, una de cuyas principales misiones es la de glorificar constantemente los «fantásticos» y «revolucionarios» «avances» y «descubrimientos» conseguidos por «abnegados científicos» con el uso de animales, y las milagrosas «curas» que siempre están a la vuelta de la esquina pero que, como era de esperar, nunca llegan.
  • El mundo del espectáculo que nunca se atreverá a producir una película u obra teatral exponiendo o denunciando la vivisección.
  • El sistema educativo el cual, entre muchas otras cosas, inculca en los muy jóvenes la «necesidad» de la vivisección mediante la disección de ranas y otros pequeños animales durante el bachillerato.
  • Prácticamente todas las religiones y especialmente la católica la que considera que «los animales son criaturas inferiores que ni siquiera poseen un alma».

Te digo todo esto, Ángel, para que comprendas lo difícil que es para un médico o científico ir en contra de los intereses que dominan el planeta al 100%. Es por ello que la inmensa mayoría de los médicos y científicos que hacen ver que están en contra de la vivisección son fraudes y su único objetivo es infiltrar las organizaciones que están en contra de la vivisección. Su táctica favorita es decir que están en contra de los «abusos» de la vivisección pero no a favor de su abolición, ya que, según ellos, la vivisección también «ha salvado muchas vidas».

Si la premisa sobre la que descansa la vivisección es falsa y anticientifica (lo cual es el caso, como ya  te lo he demostrado), entonces todos los experimentos basados en ella son automáticamente falsos y fraudulentos. Cuando uno de estos médicos o científicos dice (para así engraciarse con los miembros de la organización que intentan infiltrar) que «la mayoría» de los experimentos son inútiles, pero que «algunos» de ellos son válidos y beneficiosos, lo que están diciendo es que la premisa de la vivisección es válida.

Uno de los pocos médicos americanos que apoyó abiertamente mis esfuerzos fue el prestigioso Dr. Robert S. Mendelsohn, quien había desempeñado cargos de la máxima importancia en el seno de la AMA (American Medical Association), y poseía un currículum impecable.

Antes de que yo lo conociera, el Dr. Mendelsohn ya llevaba años criticando la misma industria médica a la que él pertenecía. El Dr. Mendelsohn aceptó que yo lo entrevistara para mi documental Hidden Crimes, lo que hice en 1985. También participó en numerosos actos organizados por SUPRESS para ayudarnos a difundir nuestro mensaje. En 1988 el Dr. Mendelsohn aceptó mi invitación de asistir a una conferencia en Holanda, donde también nos íbamos a ver con Hans Ruesch. Unos días antes del viaje, me comunicaron que el Dr. Mendelsohn había muerto. Nunca pude averiguar de qué o cómo había fallecido.

Yo también tuve serios problemas en EEUU, sobre todo una vez pude conseguir que mi documental «Hidden Crimes» se pasara por televisión (mediante el pago de tarifas muy elevadas en cable television) y fuera visto por millones de personas en todo el país.

También conseguí pasar por la televisión anuncios de 30 segundos (extremadamente caros), y también que me aceptaran anuncios a toda página en The Washington Post y The New York Times. Estos fueron triunfos que parecían imposibles de alcanzar! Nadie jamás había denunciado la vivisección en la televisión y en los periódicos. Y nadie más lo ha hecho desde entonces.

Fue en 1997, cuando toda esta campaña educativa ya llevaba un par de años informando a la gente, que empecé a tener problemas serios. Me di cuenta que mi teléfono de la oficina había sido intervenido y al poco tiempo «perdí» a las tres personas que habían financiado estas campañas. Una de ellas, una señora adinerada que me había apoyado generosamente durante varios años y que en total había donado un millón y medio de dólares, me envió un críptico mensaje en el que decía que ya no podía apoyarme más. Después de esto, ya nunca más pude tener una conversación con ella. Supe también años más tarde que, también en 1997, una de las personas clave en mi organización, mi brazo derecho durante muchos años, había conspirado con alguien para conseguir que mis fuentes de apoyo financiero desaparecieran por completo.

Y ¿qué opinas de las organizaciones que dicen estar contra la vivisección y contra los otros muchos crímenes cometidos contra los animales? No parece haber una visibilidad de lucha real contra este engendro.

Otro problema que evita que se pueda hacer llegar al público el mensaje antiviviseccionista es la existencia de muchas «organizaciones de animales». Hay tres tipos de estas organizaciones:

1) Las que se han creado -o se han infiltrado- para estar al servicio de los intereses biomédicos. Como decía Hans Ruesch, su principal misión es la de atraer el máximo número de personas que están en contra de las atrocidades de todo tipo que se cometen contra los animales, y actuar como «pararrayos» (lightning rod). Su modus operandi es atraer a estas personas como socios o miembros y seguidamente proceder a desactivar, calmar y apaciguar su ira y frustración. Esto se consigue con sus promesas de manifestaciones, así como todo tipo de campañas contra los «abusos», y también «campañas educativas» las que incluyen invariablemente el apoyo indirecto a la «necesidad» de la vivisección.

2) Las organizaciones que empiezan con sinceridad y las mejores intenciones del mundo, pero que muy pronto se dan cuenta que apoyar causas polémicas pone en peligro su viabilidad y por ende sus salarios. Para evitarlo, recurren a no hacer nada de lo que se tendría que hacer para conseguir los objetivos que ellos mismos anunciaron querían alcanzar cuando fundaron la organización.

3) Las organizaciones fundadas y lideradas por «true believers». En los años 80, cuando organizaba manifestaciones masivas y llevaba una organización que subsistía con cuatro cuartos, uno de los miembros de SUPRESS me dijo: «You’re a true believer!» ¡El mejor elogio que haya recibido jamás! ¿Qué es un true believer? La persona que hace algo —sobre todo algo difícil—- de forma desinteresada. Alguien que no lo hace por dinero, o por la fama, o por la adulación del público. Alguien que lo hace porque lo siente en lo más profundo de su ser y que no se deja influenciar por los que invariablemente le dirán: «eres demasiado radical».

Los «true believers» lo tienen muy difícil porque no solamente tienen que luchar contra todos los omnipotentes intereses económicos sino también contra las muchas otras organizaciones que los tachan de «radicales», «locos» o incluso «antihumanos» ya que «quieren abolir la experimentación animal en detrimento de la salud humana».

La prueba irrefutable de lo que digo está en mi propia historia en EEUU. ¿Cómo se puede comprender que yo fuera la primera persona en la historia del país que produjera un documental contra la vivisección con argumentos científicos y que lo pasara por televisión? ¿Cómo es posible que organizaciones que cuentan con millones y millones de dólares y que supuestamente están en contra de la vivisección nunca lo hayan hecho?

Los lectores pueden sacar sus propias conclusiones.

En el documental «Hidden Crimes» se incide en el punto que has mostrado y que se sustrae siempre, que creo es de enorme relevancia: el de que la investigación con animales es contraproducente para los humanos.

Cae por su propio peso que si algo es fraudulento, va a causar serios problemas. La vivisección es contraproducente por un sinfín de razones. Como sea que la medicina moderna está concentrada en la premisa pseudo-científica de la vivisección, no hay fondos —ni interés alguno— en adoptar los principios de la verdadera medicina: prevención e investigación clínica. Una de las razones principales es el dinero. ¿Te das cuenta de que la industria biomédica no obtendría una fracción del dinero que obtiene actualmente si la gente no padeciera los cientos de enfermedades que nos aquejan?

El dinero es naturalmente el motivo principal de todo esto. Ya he perdido la cuenta de lo que cuesta cada año lo que en EEUU se llama eufemísticamente «health care«. Según las últimas estadísticas, el coste anual de «health care» en USA está rondando los 5 TRILLONES de dólares. La cifra en España sería 5 BILLONES de dólares. En otras palabras, cinco millones de millones de dólares!

Imagínate cuánta gente chupa del bote con CINCO MILLONES DE MILLONES CADA AÑO!! ¿Crees tú que podría haber mucho interés en reducir esta cantidad? Si solamente se redujera en un 10%, los ahorros serían de 500.000 millones! Y si se redujera significativamente el número de personas con toda clases de enfermedades los ahorros serían astronómicos! Pero la industria médica, farmacéutica y química, entre otras, dejarían de tener el poder de controlar el mundo y es por ello que hacen y harán lo que sea necesario para mantener su poder.

Otra cosa que querría mencionar a tus lectores es que cuando una organización solicita fondos destinados a la «investigación científica» para «curar» sea cual sea la enfermedad, estos fondos se usan para subvencionar experimentos con animales.

Como sea que la vivisección nunca jamás podrá prevenir o curar las muchas enfermedades y que además contribuye a causar daños irreparables, es evidente que es totalmente contraproducente. Simplemente echa un vistazo al estado de la salud humana en el mundo. ¿Podrías mencionarme el nombre de una enfermedad que se haya curado en los últimos cien años? El cáncer, para poner un ejemplo, se cobra más víctimas que nunca. Y eso a pesar de los experimentos realizados en los últimos 100 años con miles de millones de animales de todo tipo a los que se inocularon células cancerosas humanas para así tener «el modelo animal del cáncer humano». ¿Qué tipo de evidencia se necesita para convencer a la gente de que esto es un fraude monstruoso?

Los únicos avances que se han conseguido han sido las mejoras en higiene, salubridad pública y alimentación que tuvieron lugar a principios del siglo pasado.

Llevas en España unos tres años. Deseas reavivar el enfoque sobre el problema de la vivisección, porque junto a los otros holocaustos animales (el de los animales para la alimentación) son, según tú (yo también lo pienso) el problema nuclear de todo. Resuelto éste, prohibida toda tortura y uso de animales, tendríamos un mundo mejor, o al menos no en quiebra casi definitiva, como ahora. ¿Por qué ahí está la piedra filosofal de toda ignominia y a un tiempo de la Verdad?

Me alegro que hayas mencionado el uso de los animales para la «alimentación». Este es otro tema que, como bien dices, es «nuclear». Yo sinceramente creo que la magnitud de lo que sucede con la vivisección y «factory farming» es tan escalofriante, que incluso la palabra «holocausto» se queda corta. No creo exista palabra adecuada para describirlo.

Las dimensiones del problema son casi imposibles de comprender por parte del público. En todo el mundo miles y miles de millones de animales de todo tipo se torturan y matan para que sirvan de «comida» para los humanos (food animals). Hubo un tiempo en que estos animales vivían en libertad en los campos y granjas hasta el día de la matanza. Pero esto ya hace muchos años que dejó de existir. Hoy en día los «food animals» nacen y crecen en el dantesco seno de lo que eufemísticamente se llama «factory farming». En otras palabras nacen y crecen en un cautiverio atroz, en jaulas tan pequeñas que muchas veces ni siquiera pueden darse la vuelta. Mucha gente habrá visto alguna vez las condiciones horripilantes en que las gallinas ponedoras viven su angustiosa y miserable existencia.

Y después de pasar años de tortura en el cautiverio más espantoso, todavía les queda el tramo final de las atrocidades que se cometen en los mataderos.

Alguien dijo una vez que si todo el mundo pudiera ver lo que sucede en «factory farming» y en los mataderos, el 99% de la gente sería, como mínimo, vegetariana.  La verdad es que, a estas alturas, ya no creo que esto sucediera. El ser humano es inherentemente egoísta y después del shock inicial, volvería a comer la carne de estos torturados animales.

Es por ello que, como en el caso de la vivisección, considero que es una pérdida de tiempo monumental apelar a los sentimientos de piedad, lástima o compasión. Pero tanto la vivisección como factory farming son prácticas que afectan de una forma muy directa a la salud humana y a la integridad del medio ambiente. Es por ello que los argumentos en contra tienen que basarse en la medicina y la ciencia.

Una de las grandes falsedades propagadas sin cesar por los intereses industriales, agrícolas y ganaderos es que el ser humano es omnívoro y carnívoro. Hay cientos de estudios científicos honestos que demuestran que el ser humano es vegetariano. Pero el poderío de las grandes empresas que controlan las miserables vidas de cientos de millones de vacas, cerdos, gallinas y otros muchos animales, así como las empresas que controlan los inmensos beneficios derivados de los productos lácteos, harán lo que sea necesario para que el público siga creyendo que el comer carne y beber leche es esencial para la salud humana.

Entre una infinidad de falsedades, se ha conseguido convencer al público de que la carne es sinónimo de fuerza y vitalidad ya que contiene la mítica «proteína». Lo que nunca se menciona es que hay docenas de alimentos vegetales con un buen aporte proteico. Uno de los ejemplos más irrefutables es el del elefante, el animal más fuerte del planeta y que es estrictamente vegetariano.

El que la gente crea que la leche de vaca sea beneficiosa e incluso esencial para la salud humana es alucinante. Todos sabemos que las hembras de todas las especies mamíferas tienen pechos para amamantar a sus recién nacidos. La hembra humana tiene pechos para amamantar a sus bebés humanos. La vaca tiene ubres para amamantar a los suyos. Obviamente, la leche de los pechos de una mujer tienen una composición química adecuada para un bebé humano que al nacer pesará unos cuatro kilos y que de adulto raramente pasará de los 100 Kgs.

El bebé de la vaca (ternero/a, vaquilla) pesa un promedio de 38 kilos al nacer, 78 kilos al destete y más de 700 kilos como vaca adulta. ¿No sería lógico pensar que la leche de la vaca fue creada por la naturaleza para proporcionar el sustento necesario para un crecimiento tan prodigioso? ¿No sería lógico asumir que la composición química de la leche de vaca tiene que ser totalmente diferente de la leche de los pechos de una hembra humana? ¡Especialmente si también tenemos en cuenta que la vaca es un animal cuya fisiología es drásticamente diferente de la nuestra! Y la siguiente pregunta tiene que ser: ¿Y entonces, por qué diablos consumimos la leche de vaca?

No hay duda alguna de que el consumo de carne y productos lácteos es directamente responsable del espectacular crecimiento de todas las enfermedades con las que se enfrenta la humanidad. Nuestra dieta es responsable por el aumento de los casos de cáncer y muchas otras enfermedades. El consumo de los productos lácteos está directamente asociado con la diabetes y otras enfermedades que causan verdaderos estragos.

Factory farming también contribuye en gran medida a la contaminación, destrucción del medio ambiente e incluso la crisis climática.

Me gustaría mucho poder continuar mi labor educativa aquí en España, el país donde nací y me crié.

¿No sería fabuloso vivir en un mundo donde se ha erradicado la sistemática tortura de todos los seres vivientes, un mundo donde la humanidad come los productos de la tierra y goza de buena salud? De momento es solo una utopía, pero podría convertirse en realidad si la humanidad finalmente afrontara la realidad y decidiera evitar el suicidio colectivo al que estamos abocados.

En tu experiencia investigando los laboratorios, ¿qué más cosas que las recuerdas de por vida has visto o te han contado, en términos de horror?

En mis muchos años de lucha contra la vivisección, lo más difícil y deprimente para mí siempre ha sido el titánico esfuerzo que se requiere para que la gente entienda y acepte los irrefutables argumentos que demuestran que la vivisección es un fraude científico del que tanto los animales como los humanos somos las víctimas.

Yo sinceramente creo que uno ni tendría que recurrir a estos argumentos científicos contra la vivisección y apelar al egoísmo de la gente para que progrese la causa. Un ser humano normal y corriente que supiera que se queman animales vivos en los laboratorios, por ejemplo, tendría que llegar a la inmediata e inamovible conclusión que un acto de tal sadismo y barbarie nunca jamás podría ser «ciencia». Que un tal acto solo puede ser perpetrado por individuos con serios problemas mentales y psicológicos. Y sin embargo, me he visto en muchas ocasiones en la necesidad de tener que echar mano de argumentos científicos para demostrar que no existe «beneficio» o «utilidad» alguna en quemar perros beagle en un 90% de su cuerpo (como se hacía rutinariamente en un hospital en EEUU) para supuestamente hallar mejores tratamientos para las víctimas humanas de quemaduras graves. ¿Es realmente necesario tener que demostrar que tales «experimentos» son inútiles por el simple hecho de que la estructura histológica (la estructura microscópica de las células, tejidos y órganos) de un perro es radicalmente diferente de la de un ser humano, lo que hace que la «información» obtenida sea totalmente inútil o incluso contraproducente? ¿Tendría que ser necesario señalar que lo obvio, lógico y natural sería aprender clínicamente de los miles de seres humanos que sufren quemaduras en accidentes de todo tipo y que necesitan ayuda médica?

Las atrocidades que se cometen en los laboratorios son mucho peores de lo que la mente humana de una persona normal podría concebir. Las torturas físicas y psicológicas a las que se someten a millones de animales son espeluznantes.

Hace unos años un colega me envió un libro en el que habían fotos de las pruebas atómicas que las fuerzas armadas de EEUU llevan a cabo en el estado de New Mexico. Estas pruebas que se llevan a cabo subterráneamente, incluyen el tirar bombas atómicas sobre animales de todo tipo que están encadenados a las paredes de las grutas subterráneas.

No creo sea necesario dar más ejemplos…

¿Crees en una humanidad del futuro que al mirar atrás se horrorice de cómo consentimos que se perpetrase tal martirio infinito hacia nuestros compañeros de mundo -los animales no humanos-?

Esperemos que este día llegue. Mucho tiene que cambiar para que veamos el día en que a la gente le cueste creer que tales atrocidades no solo se cometían por sadismo, ignorancia y codicia, sino que además se consideraban «ciencia».

Se afirma que existen otros métodos de investigación para entender las enfermedades y paliarlas o sanarlas. ¿Cuáles son y por qué no se usan?

La lógica muestra el camino. Hay dos formas de afrontar los problemas de salud. La mejor y más económica es la prevención. Cae por su propio peso que si queremos tener salud tenemos que comer comida sana, beber agua pura, respirar aire puro y hacer ejercicio.

Si estas condiciones no se cumplen, no habrá forma de ser saludable y las enfermedades que inevitablemente contraeremos no se curarán aunque sigamos haciendo millones y millones de experimentos con animales.

El problema con la prevención es psicológico ya que los vivisectores también han convencido a la humanidad que ser saludable y no tener que depender constantemente de la industria médica es una quimera, un sueño inalcanzable. ¿Cómo puede la gente creer en la prevención cuando lo único que vemos a nuestro alrededor son enfermedades de todo tipo?

Cuando la enfermedad ha ocurrido, la única solución científica es la investigación CLÍNICA que es lo opuesto de la investigación EXPERIMENTAL de la que ya he hablado. Las personas que están enfermas necesitan tratamiento y es solamente investigando los síntomas de las personas que han contraído la enfermedad espontáneamente que podremos determinar la causa y la cura de la enfermedad.

Entrevista de Ángel Padilla a Javier Burgos

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

1— Los textos de todas las respuestas son propiedad de Javier Burgos Baruel. Todos los derechos reservados. © 2020.

2— culturavegana.com, «La tortura experimental», Henry Stephens Salt del libro Los Derechos de los Animales, Publicación: 14 mayo, 2023. Grande es el cambio cuando pasamos de la indiferencia ligera, irreflexiva, del cazador deportivo o el sombrerero a la actitud más determinada y deliberadamente elegida del científico.

3— culturavegana.com, «Breve Historia del Frente de Liberación Animal», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 13 julio, 2022. Desde la década de 1970, el Frente de Liberación Animal ha estado al frente de la denuncia de la explotación y crueldad animal en todo el mundo.

4— culturavegana.com, «La Emperatriz desnuda: O el gran fraude médico», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 junio, 2021. El pionero de la lucha contra la vivisección dejó un testimonio escrito que hoy más que nunca pone al descubierto el abominable modelo de experimentación animal.


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