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La Dieta de San Basilio

Última edición: 20 septiembre, 2025 | Publicación: 7 septiembre, 2025 |

San Basilio el Grande fue una de las figuras más influyentes del cristianismo primitivo.

San Basilio el Grande [c. 329–379 dC]

Contemporáneo de San Jerónimo y San Gregorio Nacianceno, Basilio no solo dejó un legado teológico de gran peso, sino que también inspiró un modelo de vida monástica que puso énfasis en la sobriedad, la compasión y el respeto hacia la creación.

San Basilio es santo de la Iglesia ortodoxa y uno de los cuatro principales Padres de la Iglesia Griega, junto con San Atanasio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) son denominados los Padres Capadocios. Es también santo y doctor de la Iglesia católica y figura en el Calendario de Santos Luterano.

Su visión de la alimentación resulta hoy sorprendentemente cercana a lo que entendemos como dieta vegetariana, e incluso puede considerarse precursora de sensibilidades veganas. En sus homilías y en las Reglas monásticas —normas de vida para los monasterios que fundó en Capadocia—, Basilio aconsejaba evitar la carne y el vino, señalando que los animales eran criaturas de Dios y que su consumo no era necesario para el sustento humano.

Basilio y la tradición ascética

San Basilio nació en Cesarea de Capadocia (actual Turquía) en el año 329. Tras formarse en Constantinopla y Atenas, conoció de primera mano la tradición filosófica griega, en la que ya existía una larga corriente vegetariana ligada a los pitagóricos, a Platón y a los neoplatónicos como Plotino y Porfirio.

De regreso en su tierra natal, Basilio abrazó el monacato y, hacia el año 356, fundó comunidades monásticas donde la alimentación tenía un papel clave. Inspirado tanto por el Evangelio como por las tradiciones ascéticas orientales, estableció una dieta austera basada en pan, legumbres, frutas, hortalizas y agua.

En sus Grandes Reglas Ascéticas, Basilio escribe:

“El vino no conviene a los jóvenes ni a los monjes, porque excita la concupiscencia. La carne no es alimento necesario para el hombre; los vegetales, los frutos y el pan son suficientes para nutrir el cuerpo con sobriedad.” [1]

Este pasaje deja ver que su abstinencia no era solo por razones de salud, sino por motivos espirituales y éticos. La carne, para él, se asociaba al exceso, a la violencia y a la pérdida de pureza interior.

Razones espirituales y éticas

Basilio argumentaba que la dieta sin carne permitía al monje mantener el cuerpo ligero y la mente clara para la oración. Pero, además, añadía una justificación que resuena con la ética animal moderna: los animales son criaturas de Dios que merecen respeto.

En una homilía sobre el Génesis, afirma:

“El mismo Creador que nos dio la vida dio también la vida a los animales. ¿Con qué derecho nos consideramos amos y señores de su sangre?” [2]

Este reconocimiento de la dignidad animal, aunque formulado en un contexto teológico, apunta a una visión compasiva en la que el ser humano no debe abusar de los demás seres vivos.

Parentescos con otras corrientes de la época

La postura de Basilio no era aislada. Existía toda una corriente ascética dentro del cristianismo primitivo que rechazaba la carne:

  • San Jerónimo (340–420) criticaba la carne como un vicio introducido tras el Diluvio y recomendaba la abstinencia como forma de pureza.
  • San Juan Crisóstomo (c. 349–407) aconsejaba a sus fieles evitar la carne y el vino, sosteniendo que una dieta vegetal era más acorde con la vida cristiana.
  • Los monjes del desierto en Egipto y Siria practicaban dietas basadas en pan, aceite, dátiles, legumbres y agua, excluyendo la carne casi por completo.

Fuera del cristianismo, los paralelos eran evidentes: Porfirio había escrito De abstinentia ab esu animalium (s. III), y el recuerdo del vegetarianismo pitagórico aún circulaba en la cultura helenística. La ética del no-daño hacia los animales era un hilo común en la filosofía y la religión.

La regla monástica y la vida comunitaria

El impacto de Basilio fue enorme: sus Reglas se convirtieron en la base del monacato oriental y, más tarde, influyeron en el monacato occidental a través de San Benito. La dieta recomendada por Basilio —libre de carne y vino, frugal y vegetal— quedó institucionalizada en la vida de miles de monjes bizantinos, moldeando una tradición que sobrevivió siglos.

El propio Basilio vivía de forma sencilla, compartiendo la mesa común con los pobres y defendiendo la hospitalidad. Para él, comer poco y sin carne no era un castigo, sino una forma de libertad: liberarse de los apetitos y abrir espacio para la vida espiritual.

Relevancia actual

Hoy, a la luz de la crisis climática y de los debates sobre los derechos de los animales, las palabras de San Basilio adquieren un eco inesperado. Su crítica al consumo de carne como innecesario y contrario al orden divino puede leerse también como una invitación a vivir con más sobriedad y respeto hacia la vida no humana.

La “dieta de Basilio” no fue una moda, sino una propuesta ética y espiritual que atravesó siglos de tradición monástica y que hoy puede inspirar a quienes buscan en el veganismo una práctica coherente de compasión y justicia.

San Basilio el Grande, lejos de limitarse a ser un teólogo abstracto, fue también un reformador de la vida cotidiana. Su propuesta de una dieta sin carne ni vino, fundada en el respeto a los animales y en la sobriedad espiritual, lo convierte en una figura clave de la historia del vegetarianismo.

Como en el caso de San Jerónimo, de Porfirio o de Pitágoras, su voz se suma a una larga genealogía de pensadores y místicos que señalaron lo mismo: que la verdadera grandeza humana no se mide por el poder sobre los demás, sino por la compasión hacia todas las criaturas.

Hoy, su mensaje conecta con quienes buscan en una alimentación basada en plantas no solo salud, sino también un compromiso con valores más elevados: la justicia, la compasión y la armonía con la naturaleza.

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

1— San Basilio, Reglas Ascéticas Mayores, Regla 37. Disponible en: [Patrología Latina, Migne, vol. 31].
2— Basilio de Cesarea, Homilías sobre el Hexamerón, Homilía IX. Ed. Sources Chrétiennes.
3— Chadwick, H. The Early Church. Penguin, 1967.
4— Finn, R. Asceticism in the Graeco-Roman World. Cambridge University Press, 2009.
5— Wilkins, J. Food in the Ancient World. Blackwell, 2006.
6— Sorabji, R. Animal Minds and Human Morals: The Origins of the Western Debate. Cornell University Press, 1993.

7— culturavegana.com, «La dieta de San Jerónimo», Editorial Cultura Vegana, Publicación: 6 septiembre, 2025. San Jerónimo (340–420 dC), uno de los Padres de la Iglesia y autor de la célebre Vulgata —la traducción latina de la Biblia que marcó la espiritualidad de Occidente durante más de mil años—, no solo dejó un legado teológico y filológico.

8— culturavegana.com, «La dieta de Francisco de Asís», Editorial Cultura Vegana, Última edición: 3 abril, 2025 | Publicación: 9 octubre, 2022. «Gracias te doy, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y nos gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.»


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