A Jámblico de Calcis se le considera neopitagórico y fue discípulo de Porfirio.

Pitágoras ordenó la abstinencia de la carne de los animales porque esto conducía a la paz. Tanto Jámblico como Plotino se convirtieron al vegetarianismo por considerarlo la dieta perfecta para la contemplación y comprensión del mundo.
«Abstenerse del uso de criaturas vivientes, exhorta a la justicia, con la debida consideración por lo que es de naturaleza afín, y un trato compasivo de la vida que es similar a la nuestra.»
Jámblico
Aquellos que están acostumbrados a abominar la matanza de otros animales, como inicua y antinatural, pensarán que es aún más ilegal e injusto matar a un hombre o participar en la guerra. Especialmente exhortó a los políticos y legisladores a abstenerse, porque si estaban dispuestos a actuar con justicia, en el más alto grado, indudablemente les incumbía no dañar a ninguno de los animales inferiores, ya que ¿cómo podrían persuadir a otros para que actuaran con justicia, si no lo hicieran? ellos mismos demostraron estar complaciendo una avidez insaciable al devorar a aquellos animales aliados a nosotros, ya que a través de la comunión de vida y los mismos elementos, y la simpatía existente, están como unidos a nosotros por una alianza fraternal.
Para Sorabji, el lado pro-animal del antiguo debate, el lado que argumenta que la brecha entre la psicología humana y animal no es tan grande, está mejor representado por varios aristotélicos —especialmente Teofrasto, el sucesor de Aristóteles como líder de los Peripatos— y platónicos, especialmente Plutarco y Porfirio. Una figura clave en la historia de Sorabji sobre el desvanecimiento de esta alternativa es Jámblico, quien apartó al neoplatonismo de sus afirmaciones anteriores de un parentesco significativo entre humanos y otros animales, y así prepara el escenario para el triunfo casi completo de la visión antianimal.
Stephen Salkever [1]
Jámblico se caracterizó por una serie de diferencias con respecto a Porfirio. Más allá de una tendencia a la teúrgia por parte de Jámblico, en contraste a la escueta religiosidad de su maestro, nos encontramos con que a la identificación de partida con los preceptos neoplatónicos, pitagóricos y órficos, insistirá Jámblico sobre todo en la importancia de ciertas facultades para relacionarse con lo divino superiores al intelecto —el kybernétes del alma, el alma teúrgica, el Uno-del-alma, la “flor del Intelecto“—, en el rechazo al materialismo y en la existencia de un alma eterna e inmaterial.
Se le atribuye a Jámblico la autoría o recopilación llamada en latín De Mysteriis Aegyptiorum (Sobre los misterios de los egipcios) —título dado por Marsilio Ficino a la obra en su paráfrasis—, cuyo verdadero título es “Respuesta del maestro Abamón a la Carta de Porfirio a Anebo y soluciones a las dificultades que ella plantea“, donde Abamón es un sacerdote egipcio bajo cuyo nombre Jámblico responde a su maestro Porfirio las objeciones que presentara contra la religión y los rituales teúrgicos en una carta a su discípulo Anebo.
“Es bien sabido que Pitágoras abrazó esta doctrina humana [de la abstinencia de comer carne] y la llevó a Italia. Sus discípulos lo siguieron durante un largo período de tiempo. Los célebres filósofos Plotino, Jámblico y Porfirio lo recomendaron y practicaron, aunque es bastante raro practicar lo que se predica.
Voltaire
Jámblico multiplicó el número de entidades divinas según teoremas matemáticos universales. Concibió dioses, ángeles, demonios y héroes: doce dioses celestiales —cuyo número aumenta a 36 o 360—, 72 otros dioses que proceden de ellos, 21 jefes y 42 dioses de la naturaleza. Su reino divino se extiende desde la Mónada hasta la naturaleza material, donde el alma desciende a la materia y se encarna en forma humana. Estos seres sobrehumanos influyen en los eventos naturales y comunican conocimientos sobre el futuro, y son accesibles con oraciones y ofrendas. Jámblico postuló que los números son independientes y ocupan un ámbito intermedio entre lo limitado y lo ilimitado. Creía que la naturaleza estaba ligada al destino, a diferencia de las cosas divinas que no están sujetas al destino y convierten el mal y la imperfección en fines buenos; el mal se generó accidentalmente en el conflicto entre lo finito y lo infinito.
“Entre otras razones, Pitágoras, ordenó la abstinencia de la carne de los animales porque conduce a la paz. Porque aquellos que están acostumbrados a abominar la matanza de otros animales, como inicua y antinatural, pensarán que es aún más injusto e ilegal matar a un hombre o participar en la guerra. Exhortó a la abstención a aquellos políticos que sean legisladores. Porque si estaban dispuestos a actuar con justicia en el más alto grado, indudablemente les incumbía no dañar a ninguno de los animales inferiores. Ya que, ¿cómo podrían persuadir a otros a actuar con justicia, si se probara que ellos mismos estaban complaciendo una avidez insaciable al devorar a estos animales que son nuestros aliados? Porque a través de la comunión de vida y de los mismos elementos, y de la simpatía que así existe, ellos están, por así decirlo, unidos a nosotros por una alianza fraterna.”
Jámblico
Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
1— Extracto de una reseña de Animal Minds and Human Morals – The Origins of the Western Debate de Richard Sorabji.
2— culturavegana.com, «La ética de la dieta», Howard Williams, Editorial Cultura Vegana, Publicación: 7 julio, 2022. En la actualidad, en todas las partes del mundo civilizado, las antaño ortodoxas prácticas del canibalismo y los sacrificios humanos son contempladas universalmente con perplejidad y con horror.
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