Saltar al contenido

Voces disidentes

Publicación: 11 enero, 2024 |

Desde la Antigüedad y a lo largo de los siglos, en Occidente se han alzado voces para llamar la atención a propósito del carácter arrogante y cruel de nuestras relaciones con los animales, y para manifestar una profunda repulsión frente a su uso para nuestros propios fines.

Matthieu Ricard

En su obra titulada Acerca de comer carne, Plutarco se presenta como su ardiente defensor y deplora la pérdida de sensibilidad que acompaña al hecho de alimentarse de la carne de un animal:

Os preguntáis cuáles fueron las razones en que Pitágoras se basó para abstenerse de comer carne de animal. Por mi parte me preguntaría cuál fue el accidente o el estado anímico o mental que hizo al primer hombre comerla, tocar con sus labios la sangre coagulada y llevarse a la boca carne de una criatura muerta. ¿Quién se aventuraría a llamar alimentos a lo que poco antes vivía, se movía y chillaba? ¿Cómo pudieron sus ojos observar la matanza? ¿Cómo pudo su nariz soportar el hedor? ¿Cómo pudo la corrupción convencer a su gusto y este pudo entrar en contacto con las heridas de otro, beber sus secreciones y la sangre que manaba por las mortales heridas? [39] […]

No somos sensibles ni a los bellos colores que engalanan a algunos de esos animales, ni a la armonía de sus cantos, ni a la simplicidad y frugalidad de su vida, ni a su ingenio ni inteligencia; y, mediante una sensualidad cruel, degollamos a esas bestias desgraciadas, les privamos de la luz de los cielos, les arrancamos esa débil porción de vida que la naturaleza les destinara. ¿Creemos además que los gritos que emiten no son más que sonidos inarticulados, y no oraciones y justas reclamaciones por su parte? [40]

Ovidio transmitiría este mismo mensaje en sus Metamorfosis :

Tenéis el trigo, las manzanas que cuelgan de las ramas flexibles; tenéis la uva que engorda en las viñas verdes, y hierbas agradables, verduras que la cocción torna suaves y blandas; tenéis la leche y la miel de trébol. La Tierra es pródiga en provisiones y sus alimentos son amables; deposita en vuestras mesas cosas que no exigen ni sangre ni muerte. Pero qué desgracia y maldad hacer engullir carne a nuestra propia carne, cebar nuestros cuerpos ávidos zampando otros cuerpos, alimentar una criatura viva con la muerte de otra. [41]

Para los adeptos de la Iglesia ortodoxa existen numerosos y largos períodos en los que está estrictamente prohibido alimentarse de productos procedentes del reino animal (vegetarianismo), igual que vestir o utilizar cualquier material de origen animal (veganismo). Los Padres del desierto y todas las órdenes monásticas del cristianismo ortodoxo fomentan el vegetarianismo. Así pues, Juan Crisóstomo (345-407) consideraba que la alimentación carnívora apuntaba hacia una costumbre cruel; animó a los cristianos a abstenerse de la carne en términos virulentos: ‘Imitamos las costumbres de lobos y leopardos, o más bien las empeoramos. La naturaleza les ha hecho para que se alimenten así, pero Dios nos ha dotado de la palabra y el sentimiento de equidad, y resulta que somos peores que las bestias salvajes’.

Entre los pensadores católicos, algunos resultan excepcionales. San Francisco de Asís, conocido por su compasión hacia los animales, pidió ‘a todos los hermanos del mundo que respetasen, venerasen y honrasen todo lo que vivía; más bien todo lo que existe’. Del mismo modo, el sacerdote y filósofo Jean Meslier se soliviantaba ante la crueldad hacia los animales:

Matar, matar de un golpe y degollar, tal y como se hace, a animales que no hacen ningún daño, y que son tan sensibles al mal y al dolor como nosotros, a pesar de lo que digan vana, falsa y ridículamente nuestros nuevos cartesianos, que los consideran como simples máquinas sin almas ni sentimiento alguno […]. Opinión ridícula, máxima perniciosa y doctrina detestable porque tiende manifiestamente a asfixiar en el corazón de los seres humanos todo sentimiento de bondad, de dulzura y de humanidad que pudieran tener por esos pobres animales. […] Benditas sean las naciones que los tratan benigna y favorablemente, y que se compadecen de sus miserias y dolores, y malditas sean las naciones que los tratan con crueldad, que los tiranizan, que gustan de verter su sangre, y que están ávidas por devorar su carne. [42]

La Orden de la Trapa, fundada en el siglo XVI, obligaba a sus monjes a un vegetarianismo estricto. Esta regla fue abolida en 1965 por el Concilio Vaticano II, aunque son muchos los monjes que la continúan.

En Inglaterra, el primer sermón conocido en favor de la protección animal fue pronunciado en 1773 por el pastor anglicano James Granger, que provocó una controversia a nivel nacional. El pastor cuenta que muchos de sus feligreses creyeron que se había vuelto loco. [43] El pastor Humphrey Primatt trenzó el vínculo entre la desvalorización de ciertos seres humanos y la de los animales:

El hombre blanco […] no puede tener derecho alguno, en virtud de su color, a reducir a la esclavitud y tiranizar al hombre negro. […] Por la misma razón, un ser humano no puede tener ningún derecho natural a maltratar y atormentar a un animal. [44] […] Tanto si andamos con dos piernas o cuatro patas, si nuestra cabeza mire al suelo o esté erguida, estemos desnudos o cubiertos de pelo, tengamos cola o no, cuernos o no, orejas largas o redondas; o que rebuznemos como un asno, hablemos como un ser humano, trinemos como un pájaro, o seamos mudos como un pez, la naturaleza nunca quiso que esas distinciones fuesen usadas como base para el derecho de tiranía y opresión. [45]

En la actualidad, el teólogo y pastor anglicano Andrew Linzey, titular de la primera cátedra de Ética, Teología y Bienestar Animal en la Universidad de Oxford, ha publicado varias obras en las que, a contracorriente de la postura tradicional de la Iglesia, propone conceder verdaderos derechos a los animales. En su obra titulada Animal Rights [Los derechos de los animales ], no duda en cuestionar la interpretación habitual del Génesis:

Los seres humanos han cedido a una especie de idolatría, imaginando que Dios se interesa sobre todo por la especie humana. Es de un absurdo pasmoso. ¿Por qué Dios creó la avispa? Desde luego no para nuestro uso. ¿Y los dinosaurios? ¿Cómo habríamos podido explotarlos? Por mi parte, no puedo sino pensar que Dios tiene otras preocupaciones. [46]

En otra obra titulada Animal Gospel, Evangelio animal, Linzey se subleva contra el chauvinismo humanista:

En el momento en que se empieza a poner en tela de juicio el tratamiento despótico a que se somete a los animales —sea matarlos por deporte, la brutalidad del comercio de exportación o (por poner el último ejemplo de la actualidad) la masacre totalmente obscena de miles de focas para apoderarse de sus penes a fin de venderlos como afrodisiacos en Europa y Asia—, uno se enfrenta una y otra vez a este dogma humanista: si resulta ventajoso para la humanidad, entonces es que debe estar bien. [47]

Para Linzey eso significa que ‘a los animales no se les debe considerar mercancías, recursos, instrumentos, objetos útiles a disposición de los humanos. Si los humanos reivindican el dominio sobre la creación, entonces este no puede ser más que un tipo de dominio consistente en servir. No puede existir dominio sin servicio. Según la doctrina teológica de los derechos de los animales, los humanos deben pues ser la especie servidora: la especie a la que se le ha concedido el poder, la posibilidad y el privilegio de entregarse, de sacrificarse por las criaturas sufrientes más débiles’. [48]

Se convierte en apóstol de una ‘compasión activa hacia los débiles, contra el principio de la ley del más fuerte’, y se sitúa junto al arzobispo Robert Runcie, para quien el concepto de Dios ‘prohíbe la idea de una creación de pacotilla». Si «todo el universo es una obra de amor —y— nada de lo que se hace con amor carece de valor’, una concepción puramente humanista y utilitaria de los animales está, según Linzey y Runcie, prohibida a los cristianos. [49]

Retomando un argumento ya presentado en el siglo III por el filósofo neoplatónico Porfirio, autor de numerosos tratados de apología del vegetarianismo, los cocodrilos devoran a los humanos sin que tengan para ellos ninguna utilidad: ¿habrían sido por ello creados los humanos en beneficio de los cocodrilos? [50] Y si, resultase que extraterrestres más inteligentes y poderosos que nosotros desembarcasen en nuestro planeta y anunciasen que su dios había creado a los seres humanos para su uso, ¿qué podríamos contestarles? ¿Y sí, de paso, resultase que la carne humana les pareciese tan deliciosa que pretendiesen no poder pasar sin ella? Es lo que imagina Milan Kundera en La insoportable levedad del ser:

Damos por sentado ese derecho porque nos vemos en la cima de la jerarquía. Pero bastaría la irrupción de un tercero en el juego, por ejemplo un visitante llegado de otro planeta en que Dios hubiera dicho: ‘Reinarás sobre las criaturas de todos los otros astros’, y toda la evidencia del Génesis sería puesta en causa. El ser humano uncido a un carro por un marciano, finalmente asado a la parrilla por un habitante de la Vía Láctea, tal vez recordaría entonces la chuleta de ternera que tenía costumbre de cortar en su plato y presentaría (demasiado tarde) sus excusas a la vaca. [51]

El judaísmo

Las otras religiones del Libro, el judaísmo y el islam, no se muestran, en general, mucho más cariñosas con los animales que el cristianismo. Pero también ahí existen excepciones notorias. La tradición judía afirma una preocupación mayor por el sufrimiento de los animales que el cristianismo. Según la Torá: ‘Está prohibido infligir dolor a toda criatura viva. Más bien al contrario, es nuestro deber aliviar el dolor de toda criatura’. [52] En el Talmud también se lee: ‘Se concede una gran importancia al tratamiento humano de los animales’. [53] Según algunos especialistas de la Torá, Dios no habría concedido permiso a los seres humanos para comer carne, tras el Diluvio, más que por su debilidad en el momento, pero lo ideal sería que fuesen vegetarianos. [54]

Algunos judíos han tomado conciencia de la reducción de los animales al estado de ‘cosas’ o de ‘máquinas de producción’ en la cría industrial, considerando el vegetarianismo, e incluso el veganismo, como una prescripción moral ineludible. David Rosen, antiguo gran rabino de Irlanda y presidente de honor de la Comunidad Judía Vegetariana Internacional y de la Sociedad de Ecología, es un enérgico crítico de la cría industrial. Afirma que el tratamiento infligido a los animales por los métodos de producción comerciales modernos es tan cruel que la carne producida en esas condiciones no puede considerarse kosher. ‘Además —afirma—, el derroche de los recursos naturales y los perjuicios causados al medio ambiente por la producción de carne constituyen un argumento moral convincente desde el punto de vista del judaísmo en favor de la adopción de una dieta vegetariana’. [55] El erudito Samuel H. Dresner, autor de un famoso libro entre la comunidad judía estadounidense, titulado Jewish Dietary Laws [Leyes dietéticas judías ], reconocía: ‘El permiso para comer carne se comprende como un compromiso… Lo ideal sería que el ser humano no hubiera de consumir carne, pues para comer carne hay que arrebatar una vida, hay que matar a un animal’. [56] Es imposible no compartir este punto de vista cuando uno se hace consciente de que la matanza kosher es extremadamente cruel para los animales, como puede observarse en las imágenes del documental Terriens [Earthlings es el título original en inglés, y significa Terrícolas]. [57]

El islam

En el mundo musulmán, el vegetarianismo es casi una excepción, aunque algunos adeptos estiman que es, a fin de cuentas, la mejor manera de observar los preceptos del islam, pues no es halal criar a un animal como si fuese una máquina y porque los animales —también ellos criaturas de Dios— merecen nuestra compasión. En Les animaux en Islam, Al-Hafiz Basheer Ahmad Masri pone de relieve las enseñanzas del islam que incitan a la compasión hacia los animales. [58] El gran muftí de Marsella, Soheib Bencheikh, considera que el sacrificio de un cordero con ocasión del Id-elKebir ‘no es ni un pilar del islam, ni una obligación importante en comparación con la oración o el ayuno del Ramadán’. Y además precisa que el derecho musulmán permite sustituir este sacrificio por ‘un don realizado en un país en que los habitantes no tengan suficiente para comer, lo cual está más de acuerdo con el espíritu de reparto que comporta esta práctica!.

Por otra parte, entre algunos sufíes existe una tradición vegetariana. Los sufíes preconizaron el vegetarianismo, sobre todo en período de retiro, como purificación del cuerpo y el alma y como medio para dominar el ‘yo interior’ (nafs). No obstante, parece que el ejemplo de vegetarianismo más completo nos llega de la mano de una mujer, Rabia al Adawiyya, nacida en 717 en Basra, una gran mística sufí que pasó la mayor parte de su vida en contemplación en los desiertos iraquíes. Sus biógrafos relatan que vivía rodeada de gacelas y antílopes que se le acercaban sin ningún temor. Una anécdota muy famosa cuenta que un día, un gran maestro sufí, Hasán alBasri fue a verla a su ermita. Apenas se acercó, todos los animales salieron corriendo. Sorprendido, Hasán le preguntó la razón. ‘¿Qué has comido este mediodía”, le preguntó ella. ‘Cebolla frita con manteca», reconoció él. ‘¡Entonces has comido de su carne! ¿Y te sorprende que se alejen de tí?».

El propio Akbar, el gran emperador musulmán de la India mogola, quedó tan impresionado por el jainismo y la doctrina de la no-violencia que publicó numerosas órdenes imperiales prohibiendo el sacrificio de animales y la pesca, y animó a sus súbditos a no comer carne al menos durante seis meses al año.

Un hecho poco conocido de la historia del islam: en el siglo X, un grupo de filósofos musulmanes, voluntariamente anónimos, adoptaron el sencillo nombre de ‘Hermanos Puros’) ( Ikhwan al-Safa ) y compusieron un relato titulado ‘El caso de los animales contra el hombre ante el rey de los jins’. Este tratado pone en escena a representantes de los animales quejándose de la penosa suerte que el ser humano les ha reservado tras su creación. En una emocionante requisitoria contra su maltrato y sacrificio, los animales se dirigen así a los hombres:

Cada uno se ocupaba de sus asuntos, en el lugar que mejor se adecuaba a sus necesidades […]. Mucho después Dios creó a Adán, el antepasado de la humanidad, y lo convirtió en su virrey en la tierra. Su descendencia se reprodujo y su semilla se multiplicó […]. Capturaron ovejas, vacas, caballos, mulas y burros de entre nosotros y los esclavizaron, sometiéndolos a los agotadores trabajos de acarrear, arar, extraer agua, girar molinos y ser montados. […] Todo aquel que caía en sus manos era uncido, enronzado, azotado, enjaulado y encadenado. Le asesinaban y le abrían en canal, cortaban sus miembros y rompían sus huesos, arrancaban los tendones, y las plumas, o bien le cortaban el pelo y le metían en el fuego para que se cocinase o lo asaban en un asador, o lo sometían a torturas incluso más crueles, tormentos más allá de cualquier descripción. […] Los hijos de Adán afirman que es su derecho inalienable, que son nuestros amos y nosotros sus esclavos […]. Todo ello sin ninguna prueba ni razón más allá de la fuerza bruta. [59]

Es pues más que hora de que las autoridades religiosas musulmanas y judías reformen los sistemas de sacrificio halal y kosher que provocan los peores sufrimientos. Aunque solo fuera por la razón económica de que es menos caro contar con una única cadena de sacrificio en lugar de dos, siendo una la normal (si es que lo que tiene lugar en los mataderos puede considerarse ‘normal’) y otra para el halal. A propósito de un informe al respecto entregado en 2011 al ministro de Agricultura de la época, ‘mientras que la demanda de carne halal o kosher debería corresponder a alrededor del 10% de los sacrificios totales, se calcula que el volumen de sacrificios rituales alcanza el 40% de los sacrificios totales de bovinos y casi del 60% de los ovinos. Lo que no era más que una derogación se ha generalizado’. [60]

Matthieu Ricard
2020

Comprar En Defensa de los Animales en Amazon

Editorial Cultura Vegana
www.culturavegana.com

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

39— Plutarque, Sur ! «usage des viandes, dans Traités de morale de Plutarque, traducido del griego por Dominique Ricard, Lefévre Editeur, 1844, t. IV, pág. 563.

40— Ibíd., pág. 566.

41— Ovidio, Métamorphoses, Chant XV, en Nourriture pour l «Esprit, traducido del inglés, Editions Padmakara.

42— Meslier, J., Mémoire des pensées et sentiments de Jean Meslier [1719-1729], prueba 3, in Oeuvres Completes, Editions Anthropos, 1970-1972, t. I, pág. 210218. Citado en Jeangene Vilmer, J.-B., (dir.), Anthologie d ‘éthique animale: apologies des bétes, PUF, 2011, pág. 51.

43— Linzey, A., y Cohn-Sherbok, D., 4fter Noah, Monbray, 1997, pág. 10. En Jean Nakos, Les Cahiers antispécistes, n* 30-31, diciembre de 2008.

44— Primatt, H., A Dissertation on the Duty of Mercy and Sin of Cruelty to Brute [1776]. Centaur, 1992. Citado en Ryder, R., pág. 66 de la edición de 1989, en Jeangene Vilmer, J.-B., L’éthique animale, PUF, 2011, pág. 32.

45— Primatt, H., op. cit., pág. 8-12, trad. E. Utria. En Jeangéne Vilmer, J.-B., (dir. ), Op. Cit., pág. 88.

46— Linzey, A., y Barry Clarke, P., ‘Animal Rights’, Dictionary of Ethics, Theology and Society, 1976. Citado en Jeangéne Vilmer, J.-B., op. cit., pág. 110.

47— Linzey, A., Animal Gospel: Christian Faith as if Animals Mattered, Hodder and Stoughton, 1998. Traducción de Estiva Reus aparecida en Les Cahiers Antispécistes, n” 28 (mayo de 2007).

48— Linzey, Á., op. cit., cap. II. 49.

49— Runcie, R.,’Address at the Global Forum of Spiritual and Parliamentary Leaders on Human Survival», 11 de abril de 1988, págs. 13-14.

50— Porfirio es el autor de Traité contre les chrétiens y de Traité de l’abstinence, extensa y erudita apología del vegetarianismo, traducido en francés por el abad de Burigny en 1747. Este envió un ejemplar a Voltaire en 1761, que en la última parte de su vida fue un ardiente defensor de la causa animal.

51— Kundera, M., L’insoutenable légereté de l’étre, Gallimard, 1989, págs. 361-366. SÁ

52— Livres des Pieux, Sefer Hassidim. Citado en Richard Schwartz, «Isa*ar Ba”aler, Chayim-Judaism and Compassion for Animals’, en Roberta Kalechofsky (dir. ), Judaism and Animal Rights: Classical and Contemporary Responses, Marblehead (MA), Micah Publications, 1992, pág. 61.

53— Avodah Zorah, 18b.

54— Como el rabino Bonnie Koppel, que declaró: ‘No existe ninguna duda de que el ideal, según la Torá, es el vegetarianismo’. Esta postura es compartida por Rami Shapiro y Yitzhak Halevi Herzog, antiguo gran rabino de Israel. Véase The Fontenay, É. de, Le silence des bétes, la philosophie á l’épreuve de 1’animalité, Fayard, 1998.

55— Rabino David Rosen, en La Gazette de Londres, suplemento, págs. 23-31 (diciembre de 2009). David Rosen también es presidente internacional de la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz.

56— Dresner, S., y Siegel, S., Jewish Dietary Laws, United Synagogue Book Service, 1980.

57— Terriens, versión francesa del documental Earthlings, realizado por Shaun Monson. Disponible en www.earthlings.com.

58— Al-Hafiz Basheer Ahmad Masri (2014), Les animaux en Islam, trad. de Sébastien Sarméjeamne, prefacio y revisión científica de Malek Chebel, Editions Droits des Animaux.

59— Estas anécdotas se las debo a Carisse y Gérard Busquet. Véase Ikhwan al-Safa y Goodman, L.E., (trads.), The Case of the Animals versus Man Before the King of the Jinn: A Tenth-century Ecological Fable of the Pure Brethren of Basra, Twayne Publishers, 1978, págs. 5-6. Citado en Richard C. Foltz, Studies in Contemporary Islam 3, 2001.

60— Informe CGAAER, n* 11167, encargado por el ministro Bruno Lemaire al Conseil Général de 1*Alimentation, de 1” Agriculture et des Espaces Ruraux [Consejo General de la Alimentación, de la Agricultura y de los Espacios Rurales]. Citado por Franz-Olivier Giesbert en Giesbert, F.-O. (2014). L «animal est une personne: Pour nos soeurs et freres les bétes. París: Fayard, pág. 139.


Comparte este post de Matthieu Ricard en redes sociales

Nuestra puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Valora este contenido...

(Votos: 0 Promedio: 0)

...y compártelo